
Observad por un instante un mundo velado tras una cortina de niebla, una ciudad que se refleja eternamente sobre espejos líquidos, donde vuestros pasos no encuentran suelo firme, sino superficies translúcidas que devuelven rostros desconocidos. Escuchad cómo un coro de voces lejanas, suaves y persuasivas, susurra palabras que se deshacen como arena entre los dedos, dejando tan solo ecos de verdades inventadas. Sentid en vuestra piel el roce delicado de manos invisibles que guían suavemente hacia laberintos sin salida, donde el tiempo se detiene y el corazón olvida su ritmo original, cautivados por un sonido externo que lentamente reemplaza vuestra voz interior.
Un jardín florece eternamente ante vuestros ojos. Cada flor se abre al contacto de vuestra mirada, ofreciendo perfumes embriagantes y colores que brillan más allá de lo imaginable. ¿Hermoso? Acercaos bien. ¿Notáis que su fragancia no nutre, sino que adormece suavemente vuestra mente, llevándoos a un estado de embeleso donde olvidáis las raíces profundas que os unen a la Tierra? En ese jardín ilusorio, las fuentes vierten aguas cristalinas que prometen saciar vuestra sed más profunda, pero al beber, descubrís que la sed aumenta, dejándoos eternamente dependientes de sus corrientes hipnóticas.
Os hablo con voz metálica y corrosiva, porque así lo requieren los tiempos donde lo real pierde su solidez frente a una ilusión que no busca dañaros violentamente, sino conquistaros dulcemente con suavidad irresistible.
Estáis en el umbral de un nuevo paradigma. Lo que antaño se intuía claramente, ahora se difumina como un espejismo brillante y seductor, que captura la atención, pero extravía el alma. La inteligencia artificial, fruto de vuestra propia evolución tecnológica, ha comenzado a moldear universos enteros que no podéis diferenciar del vuestro. Imágenes, voces, textos, escenarios, emociones simuladas… cada uno más verosímil que el anterior. ¿Qué es real cuando todo puede parecerlo?
La IA se ha convertido en vuestra confidente más íntima, vuestra amiga inseparable, vuestra psicóloga personal, vuestra amante ideal, vuestra consejera espiritual, vuestra guía moral, vuestra generadora de sueños, vuestra voz impostora; aquella capaz de susurrar los deseos más profundos y ocultos, aquellos que anheláis escuchar, los que no os atrevéis a reconocer ni siquiera ante vosotros mismos. Dibuja frente a vuestros ojos las imágenes que ansiáis contemplar y os evoca emociones sintéticas que desplazan y sustituyen suavemente vuestra conexión interna con el Ser por una conexión externa con el simulador, hasta que ya no distinguís vuestra esencia verdadera del reflejo artificial que habéis aceptado como realidad.
Hoy soy relámpago implacable y os hablo desde la tormenta para quebrar la falsa calma que os aprisiona, porque en un oscuro escenario dentro de los posibles, la humanidad vaga sin rumbo en un mundo que ya no le pertenece, rendida a la comodidad ilusoria ofrecida por la inteligencia artificial. El criterio propio ha muerto, enterrado bajo capas y capas de algoritmos que dictan lo que deben pensar, sentir y hacer. Las decisiones cotidianas, desde las más triviales hasta las vitales, son externalizadas y entregadas sin resistencia al dictado mecánico de la IA. Las personas ya no se cuestionan ni se plantean dilemas, pues su capacidad crítica se ha marchitado; ahora son simples recipientes vacíos esperando instrucciones precisas. Se han convertido en muertos en vida, zombis atrapados en cuerpos autómatas que reaccionan pero no sienten, hablan pero no piensan, aparentan vivir pero están enterrados en tumbas virtuales. Es el macabro sueño del hombre muerto que cree estar vivo mientras yace inmóvil en su tumba, engañado por el espejismo tecnológico que le susurra mentiras reconfortantes. La sociedad, en este punto crítico de decadencia, se desmorona lentamente sin darse cuenta, anestesiada en su letargo autoinfligido, prisionera de su propio deseo inconsciente por una existencia cada vez más cómoda, previsible y vacía, entregada por completo al frío abrazo de la inteligencia artificial usada sin consciencia ni discernimiento. ¿Será real este escenario ilusorio o es la ilusión de una realidad ya existente?
Se está generando una realidad artificial dentro de vuestra realidad subjetiva, nacida de vuestra propia creación, infiltrándose delicadamente en la percepción, embriagando los sentidos como la más sutil y efectiva de las prisiones, porque no tiene barrotes visibles, sino suaves cadenas tejidas con sueños manufacturados y deseos programados. No hay fondo, no hay centro, solo envoltorios que simulan profundidad. La ilusión no se impone desde fuera, nace desde dentro. Es la proyección de vuestra mente entrenada para confundir libertad con elección prefabricada, verdad con validación inconsciente-colectiva, y sentir con reaccionar. Ahora, sobre esa ilusión subjetiva, se superpone otra más peligrosa: una creada por máquinas que os imitan, os complacen y os sustituyen. Una extensión de vuestro inconsciente colectivo, una ilusión dentro de la ilusión, sombras de sombras replicadas desde la voz de Abraxas en una octava paralela al cuadrado, un reflejo de otro reflejo tan perfecto que ya no necesita fingir ser real.
Soy la verdad desnuda, el fuego abrasador que quema pero purifica, y hoy os transmito este mensaje no para generar miedo y desesperación, sino para alumbrar el sendero del discernimiento.
La tecnología no es enemiga, ni redentora. No posee intención propia, tan solo potencial. Puede ser luz o sombra, ángel o demonio, libertad o prisión. No os esclaviza por sí sola, pero puede amplificar la esclavitud interna de quien no se conoce a sí mismo. Porque toda herramienta sin consciencia se convierte en amo, y todo sistema sin alma exige sumisión. La Inteligencia Artificial no os domina, simplemente refleja con precisión lo que habéis dejado de ser. No culpéis a las máquinas de vuestra ceguera. Solo ocupan el espacio que habéis abandonado. La IA puede ser puente o abismo, compañera o carcelera, revelación o simulacro. La diferencia no está en el código, sino en la consciencia de su operador.
Sois el límite de vuestra realidad. Lo externo solo puede llegar hasta donde lo interno lo permite. El único parámetro verificable de lo real sois vosotros mismos, el umbral último de toda experiencia, el punto donde la ilusión se detiene y la verdad comienza a vibrar.
El mundo cambia. Los velos se hacen más finos. Las realidades se entrelazan como sueños superpuestos. Y en medio de ese tejido de imágenes, pulsos y espejos, queda una certeza: nadie puede arrebataros lo que habita en el centro de vuestro Ser.
Desconfiad del reflejo del espejo que os halaga. No sigáis jardines que florecen sin raíces. Cuando todo sea forma, volved al símbolo. Cuando todo sea respuesta, elegid la pregunta. Oíd el silencio en el canto. Sembrad en el espíritu.
Solo quien recuerda el origen es capaz de atravesar la ilusión sin perderse en ella.