Religión
En todo relato sagrado, sea de la religión o filosofía que sea, está la historia de la creación del hombre. Éste, sin lugar a dudas, por lo menos desde el punto de vista religioso, fue creado por un Dios o Dioses en un determinado momento de la historia de la creación. Su motivo o motivos difieren según la interpretación de cada etnia, pero todas concuerdan en algo, el hombre como especie fue creado por decisión y voluntad divina. Pero en este caso, divinidad en minúscula, pues se hace referencia a los dioses menores creadores del hombre. Fueron los encargados en nuestro caso de engañar al “ser” y atraparlo en la materia mediante el revertimiento de la esfera de consciencia; son los responsables de la creación de las unidades de carbono iniciales por manipulación genética y energética.
Estos dioses menores son conocidos a lo largo de la historia con distintos nombres, Elohim, Yhaveh, Jehova, Allah, Anunakis, etc. Son crueles y vengativos, y usan el miedo y la ignorancia como energía de dominación; son los dioses de las religiones; son los amos que aún nos poseen.
Durante miles de años, la forma de implementar la programación fue a través de la institución religiosa, mediante la cual se introduce la programación a través de la manipulación de la fe, que forma parte del código fuente del hombre; fue elegida y diseñada para ese fin. Todas las religiones parten de una religión inicial, arquetípica y profunda que se fue adaptando a través de los tiempos y las idiosincrasias.
Toda religión trabaja a través del centro emocional e intelectual, aunque creemos que lo hace por el espiritual, y este es el secreto de su defensa infundada. Porque el espiritual solo trabaja a través de la fe, y ésta no es lo que habitualmente se cree. La fe no pasa por la religión; la fe pasa por el ser y, éste, por lo general, se encuentra inaccesible por la unidad de carbono humano, que confunde y asocia su significado, y el de la fe, con creencias religiosas.
El primer programa o arquetipo implantado fue la religión. Y quiero matizar que hablamos de religión, no de fe. Este programa fue necesario cuando se decidió la manipulación de la realidad como alternativa para el control de masas; desde ese momento de su creación, la unidad de carbono humano necesitaba un programa efectivo para la reprogramación, manipulación y direccionamiento de conceptos e ideas acorde a los planes previstos.
El siguiente programa implantado fue la ciencia; manejado exclusivamente por el centro intelectual, cubriría varios frentes a la vez. Por un lado, todo lo que la religión no alcanzaba a cubrir y explicar, la ciencia sí lo haría; por otro lado, creaba el conflicto entre ambas, ciencia versus religión, evitando cualquier fuga de datos e información que dificultara la programación.
Pero ninguno de estos dos programas servirían si no hubiera algo que los protegiera: el ego, que también fue creado e implantado; yo soy y valgo por lo que soy, vivo y tengo, yo soy creyente, no toquen a mis creencias, yo soy científico, no toquen a la ciencia, yo soy pensante, no toquen mis ideas, yo soy religioso, profesional, académico, comerciante, artista, político, obrero, filósofo, etc, etc, etc.
El programa ego es el más importante de los tres, porque sin él los otros dos no tendrían sentido. Trabaja, aunque parezca ilógico, a través del centro instintivo; su defensa es el ataque y su energía es el miedo, evitando así la conexión con la fuente, que nos daría acceso al Ser; que nos liberaría primero del ego y después de los demás programas.
La religión, junto con el ego y la ciencia, forma parte de las 3 zonas peligrosas, cuya incursión, cuando uno busca la verdad, puede desatar las mas terribles reacciones; su dominio y control es tan profundo en la programación, que producen las más tremendas pasiones si son violados sus conceptos o ideas. Por su defensa y en su nombre se ha matado, torturado, defenestrado y destruído, todo en defensa de algo indefendible, porque tanto la religión, como el ego y la ciencia, son una mentira implantada por los programadores desde nuestra creación.
A su vez, la religión, es uno de los 4 pilares sobre los que se sostiene uno de los engaños más grandes y mejor orquestados de la historia de la humanidad, la Democracia. Su defensa enarbola la bandera de la libertad y la justicia, flanqueada por la política y la religión, sus lugartenientes de barro. En su nombre se cometieron y se cometen los más atroces pecados, guerras, asesinatos, violaciones, traiciones y mentiras. Todo por la defensa del monstruo llamado democracia y su verdadero rostro, el ego, un programa macabro implantado por los amos hace eones para ocultar a la unidad de carbono la existencia de la consciencia del Ser. Quien quiera ampliar la información sobre la democracia, puede hacerlo buscando, en el blog detrasdeloaparente.blogspot.com, el artículo el monstruo de cuatro cabezas.
Centrándonos de nuevo en el tema que nos ocupa, ya hemos visto que, desde el comienzo de la historia conocida, las religiones tuvieron un papel fundamental en los arquetipos del hombre y la sociedad. También a lo largo de la historia hubo pueblos “elegidos” por los dioses para reinar sobre los demás; desde los sumerios, pasando por los egipcios, hasta los tiempos Bíblicos de Moisés y Jesús. En la cultura occidental estos últimos fueron los que marcaron diferencia, uno por el pueblo judío y otro por el pueblo cristiano. Los cinco primeros libros de la biblia cristiana, llamados pentateuco, son tomados de la Torá, tradición escrita judía. Los evangelios son posteriores, y hacen la diferencia pues son el nuevo testamento de la vida y obras de Jesús. Como verán, las raíces del cristianismo son el judaísmo y, de hecho, Jesús era judío.
En la época de Moisés, Jehová le entrega en el monte Sinaí, supuestamente, las tablillas de la ley, los diez mandamientos.
Al menos esto es lo que relata la historia oficial. Veamos ahora la historia real. Jehová, que no es el Demiurgo en sí, sino su manifestación a través de una raza que lo representa, le entrega a Moisés, no en el monte Sinaí sino en otro lugar al que fue llevado, el código de algoritmos de manipulación de la octava del Demiurgo, conocido con el nombre de Cábala. Desde ese momento, el pueblo elegido para dirigir (mantener la octava en curso) pasó de Egipto a Israel. No estoy hablando del pueblo judío, estoy hablando de un sector religioso (manipulador/programador) de su etnia. Cuando el Creador, o “Do”, como nos gusta llamarlo, percibe el engaño, o más precisamente el error del Demiurgo desviando la octava de creación inicial, manda, cada vez que la octava lo permite, un choque consciente para corregir dicha desviación.
Hace poco mas de dos mil años nace una unidad de carbono llamada Jesús, cuyo “Ser”, Cristo, se manifiesta plenamente consciente en representación del “Do”, para transmitir el choque que acomodaría nuevamente la octava. éste fue el último intento del “Do” para hacerlo. Los representantes del Demiurgo sabían muy bien a que venía y quien era, por eso lo negaron como su mesías, porque no representaba al Demiurgo, representaba al “Do”.
Muy astutamente y viendo que a pesar de todo, el cambio se estaba produciendo, el Demiurgo, a través de sus representantes, toma el mando y crea la religión Católica Apostólica Romana, para mantener controlada la información que el “Ser” Cristo vino a transmitir. Desde ese momento el poder se bifurcó entre el judaísmo y el cristianismo. Todos los evangelios que podían comprometer la seguridad del Demiurgo fueron catalogados como apócrifos, y sólo cuatro de ellos fueron incluidos en las escrituras, después de ser manipulados por sus representantes.
Todas las demás religiones occidentales son derivadas de ésta, y cubren todos los frentes del Demiurgo. “Por sus actos los conoceréis”; basta observar que en su nombre se cometieron y se cometen las más atroces barbaridades para ver a quien responden. En la religión judía y católica, sus representantes adoran al mismo dios y, aunque esta última reconozca falsamente a Cristo como el Salvador, se asegura de mostrarlo muerto y crucificado, vencido ante el Demiurgo, implantando en el subconsciente de sus seguidores, el triunfo de su dios sobre el “Do”, y que nadie llega al padre si no es a través de ellos, sus representantes.
Pero el “Do” no necesita representantes, ni alabanzas, ni oraciones, ni pleitesía, ni nada que se vincule remotamente con el ego. El “Do” no castiga, no lastima, no reprende. Porque el “Do” no es consciente de usted hasta que usted no sea consciente de él. El “Do” es consciente de su “ser”, pero no conoce a la unidad de carbono que lo representa en esta dimensión. Lo que las religiones del Demiurgo nos dijeron es falso, la única religión real, verdadera, representativa del “Do”, es usted mismo y su conexión con la consciencia del “ser”, su verdadera esencia divina, que lo liberará de usted, su carcelero, y del falso dios.
Naturalmente, ustedes tienen la última palabra. Recuerden, no nos crean, no crean nada de lo que decimos. Investiguen, y creanse a ustedes mismos. Por mi parte, nada más. Les espero en el próximo programa. Hasta entonces, un saludo, y feliz existencia.