CONSIDERACIONES DE UNA LOGIA SALVAJE (II)
En este segundo Consideraciones creo conveniente hablar de las Logias y del Conocimiento, o lo que es lo mismo, de las Logias como sujeto y como objeto. Pues, aunque tengamos una idea general, nunca está de más aclarar algunos puntos que no siempre son bien entendidos.
Hoy en día, las Logias están teniendo muy mala prensa, viéndose envueltas en secretismos y conspiraciones con planes oscuros de dominación mundial, pero el caso es que han pervivido a lo largo de los siglos y a través de las diferentes épocas de la historia de la humanidad, con sus conflictos, sus catástrofes naturales, sus guerras e invasiones. Lo que es indudable, es que han servido para, primero salvaguardar el conocimiento más ancestral y cercano al origen, y segundo para mantener vivo el espíritu de superación y progreso. Es por ello que considero que han prestado un alto servicio a la humanidad, nos guste o no nos guste, lo reconozcamos o no.
No es por casualidad que muchos de los grandes nombres históricos conocidos han estado vinculados o pertenecido a Logias y Sociedades Secretas, desde filósofos a emperadores, desde escritores a políticos, desde artistas a inventores. Es innegable, por tanto, la influencia que las Logias han tenido a lo largo de la historia en el avance y progreso de la humanidad.
Uno de los problemas que le persigue, quizás sea que, en tiempos pretéritos, estuvo reservado su conocimiento y estudio a seres que tuvieran un mínimo de nivel cultural e interés genuino, lo que le ha granjeado la reputación de que solo admitían a personas de alta condición social o poderosos, debido a que lo que llamaban el “vulgo” o “pueblo llano” rara vez disponía de ese nivel cultural requerido para su estudio y entendimiento, pues muchos apenas sabían leer ni escribir. En la actualidad, esto está muy superado, ya que cualquiera puede estudiar y cultivarse aun disponiendo de medios escasos, pero hasta no hace tanto tiempo no era nada fácil.
Otro factor que no debiera quedar fuera de la ecuación, es la apertura actual que desde hace un tiempo están experimentando las Logias, debido al momento decisivo que estamos viviendo como humanidad, donde el conocimiento trascendente es más necesario que nunca, convirtiéndose en el peso específico que puede decantar la balanza del futuro de la humanidad.
Ahora bien, como dije en el primer Consideraciones, una cosa es el objeto de la Logia y otra son sus miembros, pues el conocimiento no es sino un medio para conseguir un propósito, pero a veces, ese mismo medio que representa el conocimiento, se puede volver en contra si es utilizado para el control y la dominación por determinados miembros con fines egoístas e interesados. En otras palabras, el conocimiento puede servir para mejorar y liberar, o puede servir para manipular y esclavizar, todo depende del uso y orientación que le demos a ese conocimiento, si altruista o egoísta, si para el bien de todos o para el propio beneficio e interés de unos pocos. El bien y el mal, la eterna lucha que existe en todos lados, como existe también en nuestro interior.
Hablando ya concretamente de una Logia Salvaje, la que nace de una forma natural y espontánea de sus integrantes, su motivación y causa que persigue debe tener una íntima relación con el estudio y la transmisión del Conocimiento como medio de transformación, de manera que sirva a los propios integrantes en su trabajo interior, y también, por extensión, a la humanidad.
Si hay algo hermoso a lo que podemos aspirar, es el aunar esfuerzos para aprender, para mejorar juntos, para apoyarnos unos a otros y, además, poder llevar esos frutos que cultivamos a quienes nos rodean. Pero este fin tan noble y honorable debe ser preservado con mucho tiento y cuidado, pues que un propósito sea altruista no garantiza que se pueda cumplir, si no se tiene un buen método y una voluntad de hierro para vencer todas las dificultades que, de seguro, aparecerán.
Una Logia Salvaje tiene que estar viva, no puede convertirse en una clase de estudio donde cada uno va a lo suyo, como si fuera una sala de lectura de una biblioteca. Tampoco puede conformarse con ir cumpliendo con una programación de estudio preestablecida, como si fuera unos simples formularios que hay que rellenar para cumplimentar un temario. El tiempo no nos hace más sabios si no hacemos el trabajo y solo nos dedicamos a leer, sin investigar, sin discernir, sin practicar, sin experimentar.
Aquellos que, por el simple hecho de haber leído mucho y conocer de diferentes temas trascendentes, piensan que han llegado a algún lado, se auto engañan pensando que ya no son como el común de los mortales. Peor aún le irán, si van alardeando de poseer un conocimiento que no tienen los otros, pues se harán daño a sí mismos y también a los demás, siendo causa de sufrimiento y rechazo. Si disponer de una información más veraz y haber practicado lo estudiado, no nos ha hecho más sencillos y humildes, más pacientes y respetuosos, más sensibles y empáticos, entonces mejor revisamos lo que estamos haciendo mal, pues pudiera ser que solo estemos fascinados con una información que hemos conocido, pero no nos pertenece.
Hablando de pertenencia, pienso que el conocimiento no le pertenece a nadie en particular, sino que es patrimonio de la entera humanidad, solo que algunos se han dedicado más a su estudio y práctica, convirtiéndose en faros que iluminan. ¿Pero iluminar a quién? A quien reconoce su oscuridad y busca la luz, pues no se puede iluminar a quien no la reconoce o rechaza, es tiempo y energía perdidos. El agua vivifica a quien tiene sed, pero aquellos que no tienen sed, porque beben de otros ríos, no acudirán a un manantial por muy limpio y fresco que sea. Es por eso que una Logia Salvaje debe estar viva, estar en movimiento, ser dinámica, como lo es la vida misma en todo su esplendor, como lo es un río que se renueva y se reinventa a cada momento, con aguas que se limpian de barro e impurezas, pero sin perder de vista su propósito y razón de ser, sin dejar de avanzar hacia el mar al que aspira a llegar.
El conocimiento no le pertenece a nadie en particular, y por esa razón su transmisión debe ser gratuita, no se debe cobrar por acceder al conocimiento, sino que ha de estar al alcance de todos cuantos se acerquen, sin que se le pueda negar a nadie que venga con honestidad y ganas de aprender, pues es un derecho del ser humano. Comerciar o traficar con un conocimiento que puede ayudar a la humanidad es un error que termina por pagarse. Ahora bien, tengamos en cuenta que el conocimiento por sí mismo no salva a nadie, lo que nos puede salvar es el trabajo que cada uno realice, el esfuerzo, la energía y la dedicación que pongamos en la obra llevada a la práctica. Así se gana el pan de la sabiduría.
Ángel Hidalgo