El mundo intraterreno Cueva de los Tayos
La Cueva de los Tayos se localiza geográficamente en la República del Ecuador y más concretamente en la provincia de Morona Santiago, Cantón Limón Indanza. Considerada por su orografría como zona montañosa irregular, llamada Cordillera del Cóndor. La Cueva de los Tayos se ubicada en la selva alta virgen y linda a una distancia de 2 km al sur con el Río Santiago, y 800 metros en dirección este ,con del Río Coangos (Kuankus); Se eleva a una altitud de 539 m sobre el nivel del mar.
El porque de este nombre se atribuye a sus condiciones de hábitat idóneas para las aves nocturnas de la familia del Búho, también llamadas Tayos (Steatornis caripensis) y que habitan solo en un par de cuevas en Latinoamérica. Las ciudades más cercanas son: Méndez y Santiago.
La cueva se haya en tierras perteneciente en la actualidad ,a los Indígenas Nativos del Centro sindical Kuankus (Coangos) – cuevas de los Tayos, formando parte del territorio independiente de los Shuar Arutam. La entrada principal a la cueva de Los Tayos se encuentra en zona montañosa e irregular a una altitud aproximada de 800 metros, en pleno desmonte septentrional de la Cordillera del Cóndor.En este punto en concreto se sitúa, la entrada al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, de un diámetro de 2 m y tiene una profundidad de 63 m.
Un poco de historia
Se podría dar como fecha de su hallazgo, el 21 de julio de 1969.En en la ciudad costeña de Guayaquil, dice que “se descubren valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad”. Los mencionados objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio.
Viven en las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador los Shuaras, llamados antiguamente como Jíbaros, denominación despectiva por su arte en el pasado de reducir cabezas. Estos fueron los primeros exploradores del sistema subterráneo, pues cada mes de abril bajaban a la cueva para robar los polluelos de los Tayos cuyo tamaño es mucho mayor que los de una paloma. Pero en medio de este trabajo, surgieron las sorpresas como es el caso de la llamativa y que sin duda fue el hallazgo huellas gigantes sobre bloques de piedra y que a juzgar por su forma no natural sugieren un origen artificial.
Volviendo al mencionado asunto de los objetos encontrados, destacan LAS PLANCHAS METÁLICAS DEL PADRE CRESPI. El padre Crespi es uno de los nombres que se asocian a los Tayos.Una de las explicaciones más inquietantes sobre el porque de las planchas se atribuye a la existencia de una presunta biblioteca metálica que de existir, y siempre bajo el testimonio de JANOS Moricz, personaje sobre el que versa este audio y que dicho sea de paso, con loa años cambio su nombre JANOS por el español de Juan, ….pues bien , según Juan Moricz ,allí encontraríamos registrada la historia de la humanidad de los últimos 250.000 años.
Estas planchas, nos lleva en línea recta a los extraños objetos que en su momento custodió el padre salesiano Carlo Crespi, en el patio de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca. Los objetos que fueron encontrados por nativos y en un acto de amabilidad y gratitud, se los cedieron al padre Crespi.
Muchos de estos objetos por no decir todos luego fueron robados. El filólogo hindú Dileep Kumar tuvo la fortuna de analizar los símbolos que contine una de las láminas de oro, aparentemente, de unos 52 cms. de alto, 14 cms. de ancho y 4 cms. de grosor.El experto hindú concluyó que los ideogramas pertenecen a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años.
Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell -Profesor de Biología de la Universidad de Harvard- identificaba 12 signos de la lámina en cuestión con los propios signos empleados en el Zodíaco. Finalmente descubrieron artefactos tallados en concha: cuentas de collar, placas de forma cuadrangular y rectangular, un disco con imágenes de serpientes y otro con rasgos felinos. Se piensa que todos estos objetos servían para algún tipo de rito. Las decoraciones y formas de metal tienen una vinculación con la cultura Narrío 1 (Cañar y Azuay), que recibió influencia de la cultura Machalilla. Se ha determinado que todo el material encontrado data de 1500 a 1020 a.C.
Volviendo a nuestro protagonista, el investigador húngaro de nacionalidad argentina, Juan Moricz, exploró en 1969 a fondo la caverna, encontrando muchas láminas de oro que contenían incisiones arcaicas parecidas a jeroglíficos, estatuas antiguas de estilo medioriental y otros numerosos objetos de oro, plata y bronce: cetros, yelmos, discos y placas. El investigador húngaro llevó a cabo también una extraña tentativa de oficializar su descubrimiento, llegando a registrar sus hallazgos en oficina y ante notario en Guayaquil, el día 21 de julio de 1969, pero su solicitud, fue rechazada.
Deprestigio, controversia y conspiración
Como suele suceder con los grandes hallazgos que pueden llegar a ser una amenaza para la historia oficial contada a la humanidad, surgen situaciones y otros personajes que bien atendiendo a intereses de lucro personal, terminan por sembrar las dudas en el resto de quienes tratamos de buscar certezas en aquello que se oculta y callan o bien, tratamos de sentir sin intelectualizar para que brote de nuestro interior la certeza de historias que cuanto menos quedan tachadas de excéntricas o de pura ciencia ficción.
En 1972, entra en escena el escritor suizo Erik von Daniken quien tomando conocimiento de la información de Juan Moricz ,difunde en todo el mundo el hallazgo del investigador húngaro en su best seller, “El oro de los dioses” cuando en realidad, Erich von Däniken no estuvo jamás en la selva que encierra estas cuevas.
El descubrimiento asombroso de Juan Moricz atrajo al escritor e investigador suizo hacia el Ecuador y la Cueva de los Tayos, conoció y se entrevistó con Moricz , con el padre Crespi, recabó todo tipo de información que después plasmó en su libro “El Oro de los dioses” publicado en 1974 y del que se vendieron la friolera de 5 millones y medio de ejemplares
Lo lamentable de todo lo acontecido fue que Moricz, como “descubridor”, no recibió ni una sola moneda por su inestimable colaboración con von Däniken.
Las exploraciones
En momento se difunde por todo el mundo la noticia del descubrimiento de Juan Moricz, comienza a moverse la maquinaria de la oporunidad de estudiosos , esotéricos, curiosos, etc. y comienzan las exploraciones en la Cueva de los Tayos a través de expediciones financiadas con capital privado. Quizá sea la expedición conducida en 1976 por el investigador escocés Stanley Hall, una de las mas arriesgadas y peligrosas.En esta misma curiosamente o no tan curiosamente, fue tripulada por el astronauta Neil Armstrong, el mismo que oficialmente figura como el primer hombre que pisó la luna en 1969.
Cuenta el propio Armstrong que los tres días que estuvo en el interior de la gruta, fueron tanto o mas interesantes que su viaje a la luna. Fue coparticipe de la misma el espeleólogo argentino de origen vasco, Julio Goyen Aguado, que a su vez, fue íntimo amigo de Juan Moricz. El propio Juan Moricz, cedió los datos para poder localizar ansiadas y polémicas placas y láminas de oro talladas.
En el transcurso de la expedición en la que Moritz no participó, fue Goyen Aguado, bajo indicación de su íntimo amigo, quien se ocupó de despistar a Stanley Hall, con objeto de impedir que los británicos pudieran apropiarse de las valiosas y antiquísimas piezas de oro. Por el contrario y para dispersar la posible verdad, cuentan otras versiones que los anglosajones se apoderaron de gran parte de lo allí descubierto y lo trasladaron de forma ilícita a Ecuador.
Otra historia refleja que el descubridor de los inmensos tesoros arqueológicos ocultos desde hace milenios en la Cueva de los Tayos no fue el húngaro Moricz, sino el sacerdote salesiano Carlos Crespi (1891-1982). El religioso original de Milán llegó a la selva amazónica ecuatoriana en el lejano 1927, sería quien desveló el camino y forma de entrar en la gruta, así como de facilitar la ruta segura dentro del laberinto que se localiza en las profundidades de la cueva.
A su vez, el conocimiento de todo lo comentado por parte de Crespi, fue con motivo de ganarse pronto la confianza de la población que habita la zona conocidos como Jíbaro.Durante el transcurso de los años, el salesiano consiguió una gran colección compuesta por cientos de fabulosos pedazos arqueológicos que se remontan a una época desconocida, muchos de ellos de oro o laminados en oro, en su gran mayoría magistralmente tallados con antiquísimos glífos que nadie supo interpretar hasta hoy. Pasado 1960, Crespi consiguió que el Vaticano le autorizase para abrir el museo de la ciudad de Cuenca, pues en este sitio estaba ubicada su misión salesiana. Tras el incendio de 1962 parte de los hallazgos se perdieron para siempre.
Crespi estaba convencido de que las láminas y las placas de oro que él encontró y estudió señalaban sin lugar a dudas que el mundo antiguo medioriental anterior al diluvio universal estaba en contacto con las civilizaciones que se habían desarrollado en el Nuevo Mundo a partir de hace sesenta milenios. Según el Padre Crespi, los arcaicos signos jeroglíficos grabados eran ni mas ni menos que la lengua madre de la humanidad, el idioma hablado antes del diluvio. Las conclusiones de Crespi eran extrañamente similares a las de otros investigadores del mismo período, como el esotérico peruano Daniel Ruzo (estudioso de Marcahuasi), el médium estadounidense G. H. Williamson, el arqueólogo italiano Constantino Cattoi o el investigador italo-brasilero Gabriel D’Annunzio Baraldi (quien documentó a fondo la Pedra do Ingá).
A fines de los años 70 del siglo pasado, Gabriel D’Annunzio Baraldi visitó frecuentemente Cuenca, donde conoció tanto a Carlo Crespi como a Juan Moricz. En aquella ocasión, Carlo Crespi le reveló al italo-brasilero que la Cueva de los Tayos no tenía fondo y que las miles de ramificaciones subterráneas no eran naturales, sino construidas por el hombre en el pasado. Según Crespi, la mayoría de los hallazgos que los indígenas le daban provenían de una gran pirámide subterránea, situada en una localidad secreta. El religioso italiano confesó luego a Baraldi que, por miedo a futuros saqueos, ordenó a los indígenas cubrir totalmente de tierra dicha pirámide, de manera que nadie pudiera encontrarla nunca más.
Los amos entran en acción
La obra de Däniken fué leída por Stanley Hall, oficialmente un ingeniero escocés, quien contactó con Moricz para proponerle una expedición al interior de la Cueva de los Tayos. Moricz aceptó en tanto en cuanto él fuera el jefe de la expedición y con la condición de que la expedición inglesa no se llevara las piezas arqueológicas que se hallaran.
El interés real de Stanley Hall, era obtener información de primera mano a través de Juan Moricz, en 1973. Hábilmente Moricz, no entró en el juego sucio de Hall y este es el motivo por el que declinó la invitación de participar en la expedición británica. Hall que no aceptó las condiciones de Moricz, pues su intención era llevar el mando de la expedición inglesa con el supuesto fin de saquear el tesoro de Ecuador y llevarse todas las piezas posibles.
La otra opción de Hall fue alcanzar un acuerdo con las autoridades ecuatorianas para finalmente en julio de 1976, organizar una expedición británico-ecuatoriana, que en realidad era británico-estadounidense, compuesta en su mayoría por personal científico y militar. El espeleólogo argentino, de origen español, Julio Goyen Aguado, que había sido contratado para la expedición, sospechaba que Stanley Hall pertenecía al servicio secreto británico ( y no se equivocaba) y que a su vez, militaba a la vez en logias masónicas inglesas. De hecho el propio Goyen Aguado, declaró que la expedición británica tenía un interés obsesivo en encontrar la Biblioteca Metálica de Tayos, para llevársela ellos en secreto a Inglaterra, claro.
Neil Armstrong y Stanley Hall, fueron financiados en esta expedición por logias masónicas illuminati junto con los servicios secretos anglo-norteamericanos. Esta expedición que mencionamos fué en realidad secreta, desvergonzada e infame, de masones iluminados, asociados con los servicios secretos anglo-norteamericanos, sus componentes y medios económicos sufragados por la Elite conspiradora illuminati del mundo.
La expedición masónica se valió de la ayuda de los guías nativos Shuaras, que declararon posteriormente que se sintieron utilizados y coaccionados. La expedición salió con no menos de 4 cajas de madera, llenas de piezas antiguas, y desde entonces pesa un manto de silencio sobre aquella extraña expedición del año 1976.De aquella silenciosa expedición nunca se supo más. Nunca hubo Ruedas de Prensa, ni comparecencias ante los medios de comunicación, ni Conferencias, por parte de Neil Armstrong, Stanley Hall, ni de ningún miembro de la Expedición británica de 1976.Solamente llegaron a transcender algunas imágenes fotográficas seleccionadas, pero no todas.
Tampoco hubo entrevistas ni libros escritos de aquella expedición por parte de sus miembros. Todo quedó en el más absoluto secreto. Materia Reservada, clasificada como Top Secret. Juan Moricz, murió en extrañas circunstancias, nunca aclaradas, en 1991, dejando a Julio Goyen Aguado como heredero de toda su fortuna de tesoros arqueológicos. En 1999, el espeleólogo, Julio Goyen Aguado, que estuvo presente en la expedición de 1976, y heredero del tesoro Moricz, falleció en un accidente de tráfico, al volcar de madrugada su camioneta en una carretera próxima a San Rafael, en las cercanías de un puente sobre el río Diamante, al sur de Mendoza.
Origen intraterrestre y extraterrestre de los Tayos. Lo nunca contado
Juan Moricz, FUE REALMENTE el descubridor NO DELA CUEVA, SINO de una civilización intraterrena en la cueva de los Tayos. Se dice que su legado a su muerte en extrañas circunstancias fue a para a manos de Julio Goyén Aguaso, un espeleólogo Vasco radicado en Argentina desde 1947 donde llegó con su familia a la edad de 6 años. Las revelaciones que contiene la documentación recogida en los años de trabajo de Juan Moricz , confirman la existencia de que la tierra es la tierra hueca, intraterrenos y extraterrestres, con los que estuvo Moricz en 1969 a 2 km al sur del Rio Santiago en Ecuador.
A mediados de 1991, la ciudad de Victoria (Entre Ríos), Argentina, fue escenario de una gran oleada de avistamientos de ovnis. Los relatos de extrañas luces que sobrevuelan la costanera o se zambullen en la Laguna del Pescado se suceden en forma ininterrumpida. En setiembre de 1991, el diario Clarín tituló: “Técnicos de NASA investigaron la aparición de ovnis en Entre Ríos”, comprobándose poco después que era invento de un locutor local, a pesar de lo cual todos los fines de semana el pueblo continúo convocándose en la costanera para ver llamativos juegos de luces en el cielo.
El 15 de agosto de 1992, a las 8 de la mañana, arribaron a Victoria seis hombres en dos automóviles procedentes de Buenos Aires, cargando “instrumentos extraños” y un bote inflable. Estuvieron tres días y no quisieron hablar con nadie. Al frente del grupo había un militar de alto rango, el resto eran científicos de distintas especialidades.
Se hallaba en este grupo de civiles algún científico y un investigador ovni ambos argentinos, otro de la NASA , dos militares y científicos norteamericanos que acudieron con vestimenta de civil. La conclusión de la investigación conjunta fue la existencia de una base subterránea bajo las aguas, posiblemente con conexiones a los Tayos por medio de una serie de galerías subterráneas que recorrerían toda la cordillera de los Andes. Julio Goyén Aguado, fue como se dijo anteriormente el guía de la expedición a los Tayos de 1976 del investigador escocés Stanley Hall.
Hall resultó ser finalmente,un agente de inteligencia que trabajaba tanto para la CIA como para el MI5 y que buscó apoderarse de lo encontrado por Moricz. La expedición conjunta inglesa-norteamericana constaba de 120 miembros entre militares y civiles, con la participación del astronauta Neil Alden Armstrong, en calidad de presidente honorario de la expedición.
Conociendo las verdaderas intenciones de la expedición, que eran las de apropiarse de todo el conocimiento descubierto por Moricz y hacer contacto con los habitantes intraterrenos para lo que necesitaban el conocimiento y guía de los Shuaras, Juan Moricz le pide a Goyén Aguado que los despiste dentro de la caverna para evitar que cumplan su propósito. Luego de esta frustrada expedición, Moricz decide resguardar parte de lo descubierto protegiéndolo en Argentina. A continuación unos párrafos del libro “Lirico y profundo” de la vida de Julio Goyén Aguado: “Luego de los sucesos relacionados con la expedición británica ´76, que serelatarán más adelante, ambos decidieron que Aguado guardara algunas de estas láminas y otros materiales en Buenos Aires, lo que efectivamente sehizo, para lo que se debió atravesar por toda una serie de cinematográficas vicisitudes”.
El plan estratégico para retirar de Ecuador e introducir luego en Argentina los materiales aludidos. Todo ello se hizo mediante la preparación de un plan preciso y meticuloso que implicó el viaje de un avión desde Argentino hasta Ecuador junto con una estratagema de corte comercial de empresarios argentinos.
Los Shuaras fueron los custodios de la cueva y sus misterios por siempre, desde que los habitantes del interior le otorgaron esa responsabilidad para resguardar el secreto. Luego de unos años de investigación y convivencia esporádica con los nativos, estos le relatan a Moricz la existencia en el interior de la cueva de una entrada al “mundo interior de los dioses” que sólo ellos conocían. Luego de ganar su confianza y respeto, estos lo llevan a conocer a los “dioses del hombre” recorriendo profundas y desconocidas galerías por horas hasta llegar a un recinto custodiado por grandes estatuas. Los Shuaras mediante un ritual de palabras y movimientos que desconozco (el ábrete sésamo de las mil y una noches), abren un “portal” en la roca sólida e ingresan junto a Moricz a un mundo idílico en el interior de la tierra, ahí son recibidos por sus habitantes y conducidos a un recinto donde tienen una reunión y le relatan resumidamente la historia de la tierra y la humanidad, de la cual parte de ella ya la conoces por medio de este blog.
Junto con los habitantes del interior se encontraban Seres que no eran de esta tierra, eran viajeros estelares que estaban de paso o que vivían junto a ellos. Los habitantes del interior le confían unos instrumentos o utensilios, (desconozco si eran planchas de oro como las relatadas u otra cosa) que son los que luego traen y esconden en Argentina. Cuando Moricz vuele a la superficie, los Shuaras le dan la ubicación de una vertiente de “oro líquido” a cambio de su silencio y protección del “hombre blanco” de la cueva de los Tayos y sus secretos, que serán develados cuando la humanidad de la superficie esté preparada.
Tiempo después Juan Moricz funda una compañía minera de oro, cuyo único integrante es el mismo, y se vuelve extremadamente rico. Gran parte de la riqueza que generó se destinó de forma altruista, hacia obras para el necesitado.
¿Por qué los Shuaras le confían el secreto y lo llevan a conocer a los dioses, pudiendo no hacerlo?. Lo desconocemos, pero un motivo valido tendrían y seguramente no fue su completa decisión, pues ellos eran sólo los custodios del secreto. Quizás fuese una decisión tomada por los dioses del hombre, los habitantes del interior de la tierra que los recibieron.
Julio Goyén Aguado falleció en 1999 en un accidente de circulación ocurrido en la madrugada del último domingo en San Rafael, Mendoza. Además, cuatro de sus colaboradores sufrieron graves heridas como consecuencia del vuelco de la camioneta, Kia Besta, era conducido por Goyén Aguado, quien perdió el dominio en las cercanías del puente sobre el río Diamante y en la que viajaban por la ruta nacional 146, a la altura del departamento San Rafael, 240 kilómetros al sur de Mendoza.
Goyén Aguado pese a su origen vasco era más argentino que muchos. Dedicó su vida a servir a la nación argentina y no solamente desde la investigación científica, pasión que lo llevó a descubrir más de 500 cavernas naturales en la Argentina y en el mundo: también fue un historiador sanmartiniano de porte.
Noble, de palabra contundente y firme, tenaz hasta la admiración, cobijó durante años en el Centro Argentino de Espeleología -fundado por él en 1970- a cientos de jóvenes atraídos por una ciencia que en ese momento apenas despertaba en nuestro país.
Todos, sin excepción, encontraron en Goyén Aguado (el “Vasco”, por supuesto) no solamente una orientación en la vocación naciente, sino una acabada lección de vida trasmitida de la única forma posible, a través del ejemplo. Y siempre manteniendo en alto la “ikurriña” (bandera vasca), con sus colores rojo, blanco y verde, que lucía en su escritorio, radiante.
Organizó y participó de cientos de expediciones espeleológicas por todo el país y también fuera de nuestras fronteras. Ofreció conferencias sobre su especialidad en distintas partes del mundo. Asesoraba en la materia a la Gendarmería Nacional y a la ONU.
MAYODEL68
Programa completo
DDLA Tv 2×14 – Tierra Hueca / Entrevista a Lacerta / Grises y reptilianos