A vuestra majestad el Rey:
Me disculpo si molesto a vuestra majestad con esta misiva, comprendo que como súbdito y plebe puedo ocasionarle a su majestad, un importunado malestar al inmiscuirme en su corte real, de sangre azul y linaje divino, pero quiero comunicarle que su pueblo existe allá fuera, y que mientras su majestad pasea entre los jardines reales y se deleita con exquisitos manjares de exóticos lugares, entre fiestas y bodas reales, sonriendo despreocupadamente a su mundo perfecto, su pueblo grita de dolor, hambre y atropello.
El sudor y las lágrimas ocasionadas por el trabajo por usted impuesto, su majestad, y recompensado con su irreal y falsa moneda, solo engorda las arcas de sus palacios de ambición y poder, de su majestad el Rey, su corte y sus familias. Más vale pagarnos con especias, granos y sal y dejarnos en paz de sus corruptas leyes e infundados impuestos a la vida, que seguir arrodillados a sus pies, y cuyas botas manchadas de la sangre de su pueblo relucen bajo el reflejo del oro de sus vestiduras y de los palacios de su realeza y seguidores. También quiero que sepa, su majestad, que sus corderos saben a que dios responde usted y los gobernantes del mundo, y que no están dispuestos a seguirlo, porque vuestro dios no es nuestro dios, porque su dios es de la tierra, la guerra y el sufrimiento, y el nuestro es del cielo, la paz y el amor.
Sus súbditos están cansados, golpeados, hambrientos, enfermos, desilusionados, pisoteados, atropellados, extorsionados, vapuleados, usados y manipulados, pero no están vencidos. Usted vuestra majestad y sus representantes están acostumbrados a los beneficios de los amos, que durante cientos de años les han otorgaron por su fiel servicio y lealtad, pero creo que es hora, vuestra majestad, que se baje de su trono de soberbia y se despoje de su corona de poder. Ya no hay lugar en los reinos de la tierra para reyes y presidentes, parásitos de pueblos sometidos en la miseria impuesta por sus representantes, ministros y gobernantes, fieles súbditos de su insensible corte real. Su corazón marchito de poder y endurecido por años de ignorar a su pueblo no es digno de nosotros, sus esclavos.
Por eso le pedimos, le exigimos, que vuestra majestad, el Rey, y toda su corte de perversos demonios y gobernantes, se retiren y nos dejen en paz, para vivir libres y justos, en armonía y amor con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Espero vuestra majestad, el Rey, no haberlo turbado con tan dolorosa misiva, sólo espero haberlo informado de lo que su pueblo grita fuera de los muros de su impenetrable y sordo palacio. ¡¡LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD!!. y poder escuchar al fin, la tan deseada y esperada noticia de que el Rey y sus gobernantes han dimitido, y que el mundo entero pueda gritar al unisono, !!EL REY HA MUERTO, VIVA LA LIBERTAD!!
El sudor y las lágrimas ocasionadas por el trabajo por usted impuesto, su majestad, y recompensado con su irreal y falsa moneda, solo engorda las arcas de sus palacios de ambición y poder, de su majestad el Rey, su corte y sus familias. Más vale pagarnos con especias, granos y sal y dejarnos en paz de sus corruptas leyes e infundados impuestos a la vida, que seguir arrodillados a sus pies, y cuyas botas manchadas de la sangre de su pueblo relucen bajo el reflejo del oro de sus vestiduras y de los palacios de su realeza y seguidores. También quiero que sepa, su majestad, que sus corderos saben a que dios responde usted y los gobernantes del mundo, y que no están dispuestos a seguirlo, porque vuestro dios no es nuestro dios, porque su dios es de la tierra, la guerra y el sufrimiento, y el nuestro es del cielo, la paz y el amor.
Sus súbditos están cansados, golpeados, hambrientos, enfermos, desilusionados, pisoteados, atropellados, extorsionados, vapuleados, usados y manipulados, pero no están vencidos. Usted vuestra majestad y sus representantes están acostumbrados a los beneficios de los amos, que durante cientos de años les han otorgaron por su fiel servicio y lealtad, pero creo que es hora, vuestra majestad, que se baje de su trono de soberbia y se despoje de su corona de poder. Ya no hay lugar en los reinos de la tierra para reyes y presidentes, parásitos de pueblos sometidos en la miseria impuesta por sus representantes, ministros y gobernantes, fieles súbditos de su insensible corte real. Su corazón marchito de poder y endurecido por años de ignorar a su pueblo no es digno de nosotros, sus esclavos.
Por eso le pedimos, le exigimos, que vuestra majestad, el Rey, y toda su corte de perversos demonios y gobernantes, se retiren y nos dejen en paz, para vivir libres y justos, en armonía y amor con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Espero vuestra majestad, el Rey, no haberlo turbado con tan dolorosa misiva, sólo espero haberlo informado de lo que su pueblo grita fuera de los muros de su impenetrable y sordo palacio. ¡¡LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD!!. y poder escuchar al fin, la tan deseada y esperada noticia de que el Rey y sus gobernantes han dimitido, y que el mundo entero pueda gritar al unisono, !!EL REY HA MUERTO, VIVA LA LIBERTAD!!
Un súbdito de su majestad, El Rey.