Antes de comenzar quiero agradecer profundamente sus palabras de apoyo, comprensión y amor ante mi situación familiar. Gracias a todos por los comentarios y correos privados recibidos, solidarizándose amorosamente en estos duros momentos. Disculpen el no contestar de forma privada cada uno de sus correos, pero prefiero no hacerlo por ahora, pues no estoy con la suficiente energía como para afrontar esa tarea. Sé que esto forma parte de la vida, y quizás sea lo único que sabemos a ciencia cierta del futuro de nuestra existencia, estando seguros que pasará, pero paradójicamente es lo que menos esperamos que nos suceda a nosotros y a los demás. Es inevitable que las emociones afloren en estas situaciones, y que influyan de una u otra manera en el entorno que nos rodea. Así que disculpen si así lo hice, y gracias por su energía y amor que reconfortó mi espíritu e iluminó mi Ser para seguir adelante. Ahora sigamos haciendo lo que mejor sabemos hacer, vibrar al son de la música de nuestros corazones transmutando consciencias y energías y aprendiendo de cada caída que el golpe es el maestro y nosotros el instrumento.
Dentro del universo fractal de las octavas, se encuentra una rica gama de distintas clases, tipos y estilos de octavas, que van desde las más simples, como la vista en el artículo anterior, hasta las más complejas formas de manifestación y alcance, como las que veremos en artículos posteriores. Dentro de este abanico multifacético de procesos alquímicos de ondas energéticas, se encuentra una de las formas más comunes pero complicadas de octavas, las llamadas octavas proyectivas por su capacidad de proyectarse entre espacios matriciales y entre elementos portadores de la misma. Estas octavas casi siempre son movimientos dodecaédricos, o sea que son dodecavas, mejor dicho, comienzan como dodecavas, y terminan como pentavas. Intentaremos tener una visión general de estas octavas para luego pasar a movimientos mucho más complejos de comprender, como las octavas desdobladas, gemelas y otras que escapan a muestra tridimensional visión.
El estudio de las octavas y su correcta comprensión, es fundamental para el manejo de las energías, pues para preparar una comida usted no sólo tiene que conocer los ingredientes, sino saber cómo utilizarlos, esto es muy similar a un estudio de gourmet, así que la mejor forma de tomarlo, es como un curso rápido de cocina mediterránea, conociendo los productos y frutos de mar, sus propiedades, sabores, biología, y como prepararlos para que su degustación sea lo mejor posible para el exquisito paladar de los comensales y no un incomible plato de crudos e insulsos moluscos. Primeramente, conozcamos las partes de una octava como onda energética, esta consta como toda onda de varias partes fundamentales, de las cuales podríamos describir y asociar con lo ya conocido de las octavas como:
Cresta: es el punto más alto de una onda (la vibración (Hz) más alta)
Valle: el punto más bajo de una onda (la vibración (Hz) más baja)
Línea de equilibrio: es la línea que indica la posición de equilibrio, punto medio de vibración (centro de gravedad o punto de equilibrio)
Nodo: punto que coincide con la posición de equilibrio (punto de quietud)
Amplitud: es el desplazamiento máximo de un punto arriba o abajo respecto a la posición de equilibrio (punto de inflexión)
Longitud: la distancia entre dos crestas o dos valles (distancia entre notas o puntos de inflexión)
Frecuencia: es el número de ondas que pasan por un punto en un determinado tiempo. (Secuencia de la octava. Ej: 0,142857…)
Conociendo y asociando esta terminología podemos ahora utilizarla para comprender qué son y cómo se desplazan las octavas proyectivas. Para esto imaginen una onda sonora que se desplaza por el aire, hasta encontrarse con un líquido donde cambia su frecuencia afectando su amplitud y longitud, pasando luego a un sólido donde vuelve a cambiar y así sucesivamente hasta llegar a su destino, siendo en cada etapa de este proceso, la misma onda pasando por distintos estados, convirtiéndose en cada proyección en una onda diferente en vibración pero del mismo tipo, en este caso, sonora. Este tipo de octavas son las que se generan habitualmente en una cadena de espacios matriciales, desde su inicio en el espacio matricial mental, pasando por el espacio matricial etérico, hasta su final en el espacio matricial físico de la materia (EMmental→EMeterico→EMfisico). Cuando hablo de ser coherentes en pensamientos, palabras y actos, me estoy refiriendo a mantener esta octava proyectiva que comienza con un pensamiento, continua en palabras y termina en un acto, con la misma intención inicial de principio a fin, pese a los procesos energéticos que se lleven a cabo en cada proyección sobre el espacio matricial que transite dicha octava, evitando que se hable diferente a lo que se piensa y se actúe contrario a lo que se dice.
Esta onda energética desde su inicio como una dodecava en un EMmental (EMm) de matriz 3×5 de 15 realidades de cinco dimensiones cada una, que se desplazan por un entramado tetradimensional, pasando luego a un EMetérico (EMe) de matriz 3×6 de 18 realidades de seis dimensiones, que sigue su movimiento por un entramado pentadimensional convirtiéndose en una octava clásica, hasta que termina como pentava en un EMfísico (EMf) de matriz 4×4 de 16 realidades de cuatro dimensiones, desplazándose por un entramado tridimensional, pierde siete notas en el proceso y cambia su intención inicial, como mínimo dos veces. Esta alquimia producida en su desplazamiento puede transformar la octava en otra totalmente distinta, siendo el resultado final completamente antagónico a la intención inicial. En estos casos, la octava no entra en recurrencia como las octavas comunes, sino que transmuta convirtiéndose en su propia causa y el medio que utiliza se transforma en el propio fin. ¿Cómo es esto? Dicho en palabras simples, el fin deja de justificar los medios, porque el medio se transforma en el mismo fin. Entonces la frase “el fin justifica los medios” se convierte en una desafortunada forma de pensar.
Onda proyectiva equilibrada. Los puntos rojos representan al centro de gravedad ubicado en el punto de quietud o zona de equilibrio, convirtiendo la octava proyectiva en una onda estacionaria. |