El pueblo chino se caracteriza por no tener leyendas sobre migraciones de otros pueblos a su tierra, o sea que es completamente originario del lugar. El antepasado más remoto de sus actuales habitantes es conocido como “el hombre de Pekín”, que vivió hace aproximadamente 500.000 años. Se han encontrado restos de homínidos, muy antiguos predecesores del hombre moderno como el hombre de Renzidong, el hombre de Yuanmou, el hombre de Nihewan, el hombre de Lantian, y el hombre de Nankín. También se han encontrado fósiles de casi dos millones de años de antigüedad. China es una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad de cultura hasta la actualidad. La cultura china, comienza según su “mitología” con tres dioses o emperadores (augustos): Fuxi, Shennong y finalmente el Emperador Amarillo Huang, al que se le atribuye la invención de los principios de la medicina tradicional china. A Fuxi, Fu-Xi o Paoxi se le adjudica la invención de la escritura, la pesca y la caza con armas de hierro y el matrimonio como soporte y base de la familia. Al parecer, era mitad hombre mitad serpiente. Según la tradición fue el descubridor de los Ocho Trigramas, o Bāgùa (八卦), que es la base del I Ching y que le fueron develados al verlos escritos sobre el lomo de un animal mitológico, descrito como un dragón-caballo.
“En el principio no existían ni la moral ni el orden social. Los hombres sólo conocían a sus madres, no a sus padres. Cuando estaban hambrientos, buscaban comida; cuando estaban satisfechos, tiraban los restos. Devoraban los animales con la piel y el pelo, bebían su sangre y se vestían con pieles y juncos. Entonces llegó Fuxi y miró hacia arriba y contempló lo que había en los cielos y miró hacia abajo y contempló lo que ocurría en la tierra. Unió al hombre con la mujer, reguló los cinco cambios y estableció las leyes de la humanidad. Concibió los ocho trigramas para conseguir el dominio sobre el mundo.” Párrafo del Báihǔ tōngyì (白虎通義), escrito por Ban Gu (32 – 92) sobre la importancia de Fuxi en la cultura china.
Según la leyenda, la tierra fue destruida por un gran diluvio donde sólo Fu Xi y su hermana Nüwa sobrevivieron. Luego se retiraron a la montaña sagrada Kunlun, donde oraron por una señal del “Emperador del Cielo” (天皇 Tiānhuáng) que les permitiera poblar nuevamente la tierra. El ser divino aprobó su unión y los hermanos se dedicaron a la procreación de la raza humana. Con el fin de acelerar el proceso, Fu Xi y Nüwa utilizan arcilla para crear figuras humanas, y con el poder divino confiado a ellos hicieron que las figuras de barro cobraran vida. ¿Qué les recuerda este relato? Como pueden apreciar en toda esta historia, la fuente es la misma para todas las ramas del conocimiento, tanto la Cabalística, la Hiperbórea o la del Dragón, tienen el mismo origen de los tiempos, con la diferencia que cada una de ellas tiene una intención inicial y está orientada hacia un propósito final. En el caso que nos compete, la línea de conocimiento del Dragón, su intención inicial es acorde a su propósito final, que es el de mantener el conocimiento intacto y distribuido en todos sus habitantes, pues en las culturas orientales no hay quien mezquine y oculte el conocimiento del Dragón, sino que este es conocido por todos los miembros de la sociedad y transmitido de generación en generación, de padres a hijos, logrando que conozca lo mismo el emperador de china, que el más pobre campesino que cosecha arroz en la montaña.
La cultura oriental no basa su poder como la occidental, en ocultar la información y el conocimiento a las masas, sino que sólo oculta información, y mantiene el flujo de conocimiento equitativamente distribuido para que cada habitante disponga de la totalidad del mismo y no necesite buscar información para conseguir el conocimiento. El Dragón mantiene vivo el fuego del conocimiento y la sabiduría, y es éste el que equilibra el juego de poderes jerárquicos que dan sustento a su sociedad y cultura. Podríamos decir que el I Ching del Dragón, es el algoritmo de la Cábala, pero como es conocido por todos, pierde poder como elemento de control y dominación, y gana poder como instrumento de liberación personal, evitando que las masas exijan y busquen la liberación general, cosa que en este lado cabalístico del péndulo, no sucede por el dominio claro y evidente de la raza elegida. La cultura oriental está lejos de ser socialmente libre, pero su condición de dominado-dominador es un rol consensuado y permitido por el pueblo, siguiendo el formato dinástico de su cultura milenaria y respetando la línea de jerarquía de sus ancestros.
La línea del Dragón mantiene el equilibrio de este juego de opuestos, donde los dos lados del péndulo se reparten el poder sobre las masas de humanos inconscientes, y necesarios para que el juego exista y perdure. Fuera de este escenario, los hiperbóreos esperan su momento de gloria, ocultos entre unos y otros haciendo su propio juego desde múltiples espacios matriciales, donde la intención inicial es recuperar lo que una vez tuvieron y compartieron entre sus hermanos, y su propósito final es devolver el poder de esa posesión a quien corresponde por grado jerárquico. Los hiperbóreos son los guerreros de Kumar, y luchan su liberación de manos de la Cábala y el Dragón. Gea, el cuerpo físico de Kumar, espera el momento de que los Humanos y Viryas reconquisten su superficie, para que los dos lados de su cinta, el interno del mundo interior, y el externo del mundo exterior, sean el reflejo y parámetro de su particular camino, reflejando uno lo que hace el otro, como fue hace eones, antes que todo cambiara cuando Wotan y Baphomet comenzaron su ridícula y egoísta disputa sobre el dominio de los habitantes de Mu. Hoy, el Dragón duerme, pero cuando despierte consumirá con su fuego al águila, al oso y al león Cabalísticos, entonces será tiempo de que los hiperbóreos recuperen la tierra y que Kumar vuelva a reinar sobre su maltrecho y prostituido cuerpo.