Al principio, cuando uno empieza este Camino, generalmente nuestro ánimo está alto porque el factor “descubrimiento” nos hace sentir como niños. Nos parece que hemos entrado en la galería del conejo y estamos en el mundo de Alicia. Nuestra capacidad de asombro, de sorprendernos, nos produce unos choques conscientes que mantiene el impulso inicial retro-alimentándose con cada nuevo velo caído, con cada nuevo descubrimiento, con cada nueva pieza del puzzle que logramos rescatar. Esta situación hace que no nos falte combustible, que la energía de la octava que vamos transitando se mantenga en un buen tono energético y la Magia se vuelve cotidiana en nuestras vidas.
Sin embargo, tras un recorrido más o menos largo, algo empieza a fallar… la energía decrece, el combustible se pone en reserva y la magia se va perdiendo. Lo sentimos, lo notamos, la luz interior titila con menos intensidad… ¿Qué nos pasa?… nos preguntamos con cierto aire de nostalgia y sentimiento de pérdida… ¿Qué nos pasa?…
Si recordamos la información sobre las Octavas, nos daremos cuenta de que es normal, de que lo único que nos ocurre es que estamos necesitando darnos un sobre-esfuerzo consciente para proseguir con la escalada ascendente. Necesitamos de una renovada motivación, de una revalorización de nuestros fundamentos internos, de volver a ser niños, de volver a asombrarnos, de recuperar la magia…
En términos de física, existe una ley que se llama “inercia” que es “es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento, mientras la fuerza sea igual a cero, o la resistencia que opone la materia a modificar su estado de reposo o movimiento. Como consecuencia, un cuerpo conserva su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme si no hay una fuerza actuando sobre él. Podríamos decir que es la resistencia que opone un sistema de partículas a modificar su estado dinámico.” Pues bien, esto significa que si no hay una fuerza que empuje o mueva nuestra intención inicial, renovada y sobre-excitada con cierta periodicidad, ésta se irá apagando por los vientos que arrecian en la miriada de ocupaciones y quehaceres diarios que actúan como fuerza mecánica y adormecedora que van produciendo ese estado de somnolencia tan propio de la Matrix.
Una vez integrado este conocimiento, hay que encontrar ese revulsivo, ese choque consciente que nos ponga de nuevo en órbita, que tomemos la necesaria aceleración para impulsarnos de nuevo hacia nuevos horizontes aún sin explorar. Un renovado interés que asome por encima de la aplastante fuerza de la inercia y la mecanicidad soporífera de la vida convencional… Alguien dijo que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Efectivamente, creo que hay muchos que se quedan por el camino pero nadie nos escoge, somos nosotros los que nos quedamos o seguimos hacia las estrellas.
Ese choque consciente debe, no buscarlo, sino encontrarlo cada uno dentro de sí. Puede ser una lectura inspiradora, una música que nos llegue al corazón, un paseo por la naturaleza, una meditación retrospectiva, una imagen bella, una manifestación de inocencia o de sabiduría, una experiencia inesperada y reveladora, un niño pequeño, un anciano, un animalito o una flor… nunca se sabe antes y depende en gran medida de los ojos con que se mira. El problema reside en creernos que vemos siempre las mismas cosas, las mismas personas, el mismo mundo… los etiquetamos con nuestra reducida mente y convertimos nuestra vida en una rutina que pareciera que camina en círculos sin ir a ningún sitio. Nuestra mente se ha acostumbrado a lo que era desconocido y ahora lo cataloga como “conocido”. Mientras tanto, la vida pasa, siempre cambiante, siempre nueva, pero desconocida.
Hay tantas cosas que se nos oponen, tantas barreras que hay que saltar, tantas cuerdas que hay que cortar…. que no podemos parar de alimentarnos a nivel de la consciencia. En cuanto dejamos de estar atentos, de auto-observarnos, de ser responsables de nosotros mismos, de ser coherentes en pensamientos, palabras y obras, esa gran nube oscura de la mecanicidad volverá a envolvernos deseosa de turbar nuestros sentidos y absorbernos en su manto de adormidera. Por ello, lo mismo que necesitamos alimentar el cuerpo que nos contiene, también la consciencia precisa de su alimento para gozar de buena salud, recuperar la capacidad de asombro como un niño pequeño que mira las cosas por primera vez, la naturalidad con que vuela un pájaro, la inocencia de un corazón limpio y la sabiduría que nace del Espíritu.
Cuando uno empieza a creer que lo sabe todo, cuando los paradigmas y arquetipos no son renovados, reciclados y vueltos a renovar, cuando el corazón se endurezca, cuando la rutina nos aplaste, cuando la somnolencia nos abrume, cuando la mediocridad se instale… estamos necesitando de un choque consciente para vencer esa inercia y que la Magia vuelva a nuestras vidas.