La cruda realidad
Somos muchos los que contemplando esta sociedad en que vivimos nos damos cuenta de que algo está mal. Indagamos y descubrimos que hay todo un sistema de control operando detrás de las apariencias, que existe todo un entramado que abarca los principales medios de formación e información para que el ser humano común y corriente no tenga acceso a su propia soberanía y libertad, que a un pequeño sector no le interesa que escapemos de la prisión porque mantiene todo el andamiaje que lo sustenta a ellos.
Son muchas las verdades ocultas que están saliendo a la luz a pesar de todo, día a día aparecen más y más revelaciones que cuestionan las bases y los pilares sobre las que está construida una sociedad falsa y artificial, auspiciada en el engaño, pensada para el sometimiento y sustentada en el poder de unos pocos a costa del esfuerzo y el sufrimiento de una gran mayoría.
La historia de la humanidad y sus revoluciones, sus guerras y propósitos, la propia educación que se imparte a los niños en las escuelas, el sistema sanitario y el origen de la enfermedad, las engañosas bases de la economía y el sistema financiero esclavizante, la falsa democracia con ilusiones de libertad, los medios de comunicación desinformadores como aliados necesarios de la implantación de una realidad ficticia e ingeniería social, el propio origen del ser humano, su composición y energías… todo tiene que ser revisado y vuelto a revisar, pues la contaminación ha impregnado el entero sistema para ocultar la verdad.
Sin embargo, llegados a este punto, después de las sorpresas y bofetadas de realidad, creyéndonos en posesión de la cresta de una ola llamada “despertar”, estaremos tan solo en el segundo piso del mismo laberinto… solo que ahora sabemos que lo es.
Ahora tenemos que enfrentarnos con otra dura realidad: que todo lo que hemos aprendido no era más que un preliminar para poder liberarnos, porque nadie lo va a hacer por nosotros. La cruda realidad de comprender que no debemos esperar que alguien venga a salvarnos, ni líderes, ni políticos, ni dirigentes… ni guerras, ni ejércitos, ni revoluciones violentas… ni religiones, ni sectas, ni oraciones… ni extraterrestres, ni salvadores, ni mesías. Enfrentar que somos nosotros mismos el cambio que anhelamos, que somos cada uno de nosotros nuestros propios libertadores, que somos cada uno de nosotros la semilla de una nueva Humanidad.
Esa nueva Humanidad no está en un futuro fantasioso e imponderable, no está en un plan que alguien tiene reservado para nosotros y que debemos esperar como un regalo, no está en seguir aguardando a que un buen líder tome el poder; sino que late en el corazón de cada humano que siente el llamado de la libertad, que lucha por sus más nobles ideales, que escucha la voz de su Ser.
Esa nueva Humanidad se encuentra en el Humano que cambia su universo particular impregnando con su esencia todo cuanto le rodea, que es justo con él mismo y con los demás, que actúa con Amor y consideración hacia el prójimo, que no persigue vanos deseos sino la necesidad de su espíritu, que actúa en pos de su libertad respetando la de los demás, pero también con la responsabilidad de su consciencia en pensamientos, palabras y acciones; y que, en su intención y propósito, navega constante y serena la luz de la Verdad como faro de su destino.
Ángel .º.
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