El rostro del enemigo
Unos más y otros menos, todos nos hemos acomodado o adaptado a una existencia controlada, llena de limitaciones y programación. La cuestión es sobrevivir, pues la capacidad innata e instintiva del ser humano más básica es la supervivencia, la adaptación al medio ambiente y la aceptación de la manada en un mundo socializado.
Inculcados desde pequeños y encauzados por una sociedad programada, nos hemos visto abocados a meternos en el redil, donde hemos aceptado a pastores y perros guardianes y donde hasta las propias ovejas vigilan a las ovejas, donde si alguien levanta la voz para protestar sus mismos congéneres se vuelven en contra, para que calle y baje la cabeza.
Aunque hay muchas cosas que despreciamos, terminamos acomodándonos, sufriendo de injusticia y persiguiendo los placeres efímeros que nos permitan mitigar el dolor de nuestras carencias y la voz de la consciencia. El sistema está bien protegido, a salvo de revoluciones, pues nosotros mismos somos el mayor enemigo que no queremos ver.
Unas cuantas voces predican en el desierto, pues un desierto atestado de gentes programadas y sometidas sigue siendo un desierto… Algunos dirán que no, que han despertado, que han descubierto el engaño y que no se creen nada; y combaten a los que dicen otras cosas que no entra en sus creencias y conocimiento, perdiendo el tiempo en inútiles batallas mientras el mundo sigue girando con la sonrisa de las élite.
Otros piden pruebas y más pruebas, demostraciones y estudios científicos, pero no pueden ver la realidad que les grita a la cara día a día. Buscan y buscan entre montones de libros y de teorías, navegan por la red devorándolo todo a su alcance para terminar no sabiendo lo que creer, pues todo tiene su opuesto en la prisión de la dualidad. Hay combates y batallas encarnizadas por tener la posesión de la verdad. Sin embargo se dicen despiertos, se creen que están luchando por un alto ideal y hasta enarbolan la bandera de la libertad cuando se burlan y destrozan al supuesto enemigo, que, tal vez, luchaba por lo mismo desde otra visión.
Es mucho el daño que se ha hecho, como escaso lo que hemos aprendido mientras sigamos inmersos en el paradigma de la separación, de la división y del sálvese quien pueda. Y mientras sigamos peleando en una guerra de guerrillas, metidos cada uno en su trinchera, combatiendo con oponentes ficticios y sin identificar al verdadero enemigo, ellos pueden estar tranquilos porque nos mataremos entre nosotros.
Que el poder lo tiene el pueblo… hasta las élites lo saben. Pero un pueblo unido, un pueblo bien informado y que anteponen lo que tienen en común a sus diferencias; que es capaz de unirse sacrificando sus intereses personales en favor del colectivo y que saben que su libertad termina allí donde empieza la de los demás, porque cuando uno renuncia a lo suyo conscientemente por un bien mayor, ganamos todos.
Muchas ocultaciones y engaños envuelven esta realidad, pero la básica y principal, la que puede hacer desmoronar todo el andamiaje construido que nos aprisiona, siempre ha sido y será la que habita en nuestro interior, pues cuando uno se libera de sus cadenas internas, las de fuera, las del exterior, no tienen donde sostenerse.
Ángel .º.
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