Disparadores de consciencia
Hay quienes no se mueven ni a cañonazos, por mucha información que les llegue, por mucho que la vida les ponga en situaciones varias, por mucho que se les muestre ante sus ojos, porque viven en su universo particular sumidos en su propia inconsciencia o adherido a un sistema de creencias rígido y excluyente; pero aquellos que aún mantienen la chispa encendida necesitan de un soplo para prender la llama.
Por mucha información que los pongan en situación, por mucho que intenten comprender la realidad que les rodea y por mucho que acumulen conocimientos en sus mentes si no existe un catalizador que los mueva en su interior, que los impulse al cambio y al avance, todo caerá en el terreno baldío de la mente, en la frialdad de la acumulación de datos y en el laberinto de las teorías sin experimentación.
Es por ello que se necesita de lo que podríamos llamar disparadores de consciencia, que son los encargados de avivar esa pequeña chispa de rescoldos que todavía habita en el interior para que traiga consigo el pulso energético, la necesaria fuerza movilizadora que aliente al crecimiento por medio de la acción consciente.
Es más fácil que brille la luz en un recinto que está en oscuridad a que una falsa luz se convierta, porque la oscuridad es como la noche que al entrar la luz del día, conforme la va inundando, activa y despierta sus potencialidades dormidas; pero la falsa luz, al creerse su propia mentira, no contempla la posibilidad de estar equivocada y defenderá su ilusión.
La multiplicidad de yoes tienen sumida la consciencia en el sueño de la ilusión, en una consciencia artificial y ficticia que nos hace creer que somos uno, cuando estamos divididos en una legión, cada uno con sus intereses y pensamientos propios, siendo el origen de nuestras continuas contradicciones, de que hoy decimos una cosa y mañana hacemos otra, porque el yo que está al mando hoy no tiene nada que ver con el de ayer. Cada yo virtual tiene atrapado un porcentaje de consciencia, revertida por el deseo y fascinado con el mundo exterior, experimentando una falsa luz de independencia, de autonomía y libertad, que vive su propia fantasía defendiendo sus intereses para su supervivencia, pero que no hace otra cosa que atrincherarse en su prisión particular.
Mucha información no traspasa las capas y capas de programación, y termina incrustada en alguna gruesa envoltura de su propio sistema de protección, perdida en algún laberinto de la mente y, con el tiempo, olvidada entre el bullicio, sofocada por el ruido o suplantada por el deseo. Mientras tanto la vida sigue entre búsquedas y matorrales, apartando matojos y desentrañando enigmas, pero arrastrados por una existencia conducida y manipulada hasta que decidamos tomar las riendas, pues toda búsqueda termina con el encuentro de uno mismo, con la toma de responsabilidad, con dejar de buscar culpables para asumir que somos nuestro propio carcelero, pero también nuestro propio libertador.
La nueva realidad se está construyendo a base de consciencia y a golpe de espíritu por aquellos que que asumen su misión, la que vinieron a desempeñar, para desde todos los frentes catapultar a la Humanidad hacia un nuevo amanecer promovido y sustentado por la Acción consciente del SER.
Hay cosas que nos pueden llegar con indiferencia, otras que nos producen cierta curiosidad e interés, y otras que atraviesan las capas externas con suma facilidad, removiendo energías en nuestro interior y movilizando la consciencia a la Acción. Un disparador de consciencia es aquello que te llega al corazón, que te conecta con la esencia de las cosas, que te hace salir del sueño del ego, aunque sea por un instante, para recordarte lo que está por encima del tiempo y del espacio, lo que es imperecedero porque forma parte inherente de la Vida misma; aquello que tocándote en lo más profundo no te deja indiferente, porque una chispa forma parte de una llama y una llama forma parte de una gran hoguera, la hoguera del Espíritu Universal de Vida.
Ángel .º.
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