La vacuna parte dos
Cada vez más profesionales de la salud están alertando de los tejemanejes de los laboratorios farmacéuticos. El médico danés Peter C. Gøtzsche, lleva 30 años trabajando codo con codo con la industria farmacéutica, y asegura que el sistema está corrompido hasta la médula. Ha publicado un libro llamado “Medicamentos que Matan y Crimen Organizado”, en el que ha documentado que el consumo de medicamentos con receta, es la tercera causa de muerte tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
El doctor Allen Frances, una referencia mundial de la psiquiatría, asegura que La industria farmacéutica está causando más muertes que los cárteles de la droga.
Dirigió la penúltima edición de la conocida como “Biblia de la psiquiatría”, el D S M IV. Hoy es uno de los principales críticos del DSM 5.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés) contiene la clasificación de las enfermedades mentales según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, y se usa en todo el mundo, para decidir quién padece una enfermedad mental y quién no.
Cuando dirigió el DSM IV trató de elevar los criterios bajo los cuales se puede calificar a alguien como enfermo mental. Pero no lo consiguió. El DSM IV se empezó a utilizar, a juicio de Frances, de forma incorrecta para hacer explotar la burbuja de la inflación diagnóstica y la medicación. Hoy, sobre todo en EEUU, las cifras son preocupantes: el 20% de las personas toman un medicamento psiquiátrico a diario, y una cuarta parte de la población, tiene un diagnóstico de enfermedad mental.
En resumen, el doctor Allen Frances, alerta que la inflación diagnóstica no es exclusiva de la psiquiatría, es común a toda la práctica médica y es algo que debería preocuparnos.
Estos dos ejemplos manifiestan que la ética brilla por su ausencia en la industria farmacéutica, y en el caso que nos ocupa, el de las vacunas, no iba a ser diferente.
El sistema VAERS (Sistema de Notificación sobre los Efectos Adversos de las Vacunas) fue establecido por el Congreso de Los Estados Unidos bajo el Acta Nacional de Compensación por Daños causados por vacunas a niños de 1986. Recibe anualmente unas 11.000 notificaciones de reacciones adversas serias a las vacunas, entre las cuales se cuentan unas cien o doscientas muertes, y un número varias veces mayor de casos de invalidez permanente. Según funcionarios del sistema VAERS, el 15% de las reacciones adversas son “serias” (tales como, tener que ser llevado a la sala de emergencias, ser hospitalizado, o un episodio de invalidez permanente, o muerte). Según análisis independientes de las notificaciones del sistema VAERS, en el caso de la vacuna contra la Hepatitis B, las reacciones adversas “serias” llegan al 50%. Si bien estos datos son alarmantes, no son más que la punta del iceberg. La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) calcula que se notifican tan sólo el 1% de las reacciones adversas serias, y los CDC (Centros para el Control de las Enfermedades) reconocen que sólo se notifican alrededor del 10% de los casos. De hecho, en el Congreso hubo declaraciones sobre casos en los que se les dice a los estudiantes de medicina, que no notifiquen los posibles casos de reacciones adversas.
El Centro Nacional de Información sobre las Vacunas (NVIC), una organización fundada por padres de niños muertos y dañados por las vacunas, ha realizado sus propias investigaciones. Este Centro informó que “en Nueva York, sólo 1 de cada 40 consultorios médicos (2,5%) confirmó que se notifica una muerte o un daño después de una vacuna”. Dicho de otra forma, el 97,5% de las muertes y casos de invalidez relacionados con las vacunas no se notifican en ese lugar. La ley federal de los Estados Unidos, exige que los médicos notifiquen los casos serios de reacciones adversas. Dejando de lado las implicaciones sobre la ética médica, estos datos sugieren que las muertes y los casos de daños graves pueden ser en realidad de 10 a 100 veces más que lo que se notifica.
Deberíamos considerar que los beneficios expuestos como verdad indiscutible en el uso de vacunas no sea más que un mito, ya que los hechos no corroboran el argumento esgrimido por las autoridades sanitarias, aleccionadas, cuando no corrompidas a su vez por las farmacéuticas.
Incluso los grandes medios de comunicación participan de la gran farsa del lobby farmacéutico, y lo hacen presionando a la opinión pública, de manera que, por ejemplo, esté mal visto que unos padres decidan no vacunar a sus hijos, insinuando que ponen en peligro su salud y la de su entorno. Por más que se camuflen, si se saben mirar, los hechos no corroboran eso.
Según la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, las enfermedades infantiles decrecieron entre un 80 y un 90% entre 1850 y 1940, paralelamente a las mejores condiciones higiénico-sanitarias, mucho antes de los programas de vacunación obligatoria. Las muertes por enfermedades infantiles en EE.UU. e Inglaterra, declinaron un 80% antes de la vacunación.
En Gran Bretaña, el pico epidémico de polio fue en 1950, y había declinado un 82%, al momento en el cual la vacuna se introdujo, en 1956. Otras enfermedades, como la escarlatina o varicela, se han transformado en enfermedades leves, comparadas con las características que tenían en sus comienzos. Para esta última recién en los últimos años se ha comenzado a vacunar.
El doctor Harold Buttram publicó un artículo el año 2000 en The Medical Sentinel en el que afirmaba: “Entre 1911 y 1935, las cuatro causas principales de muerte infantil por enfermedades infecciosas, en Estados Unidos, eran la difteria, la tos ferina, la escarlatina y el sarampión. Sin embargo, en 1945 la tasa de mortalidad de las cuatro enfermedades juntas, había disminuido un 95%. Antes pues de la implementación de los programas sistemáticos de vacunación”.
Todos sabemos por experiencia familiar y profesional, que quienes padecen de paperas, generalmente habían sido inmunizados para la misma con la vacuna triple viral, pero lo habitual es que estos casos no sean denunciados. En Nueva York, solamente el 3,2% de los pediatras reportan los casos de sarampión al departamento de salud.
La Organización Mundial de la Salud reporta que las cifras de enfermedad y mortalidad en países del tercer mundo, no tienen correlación directa con los procedimientos inmunizantes.
Es importante señalar que se comprobó que en la gran mayoría de los países donde se comienza a inmunizar con antipolio, o antidiftérica, aumentan significativamente los casos de estas enfermedades, que se pretendían prevenir.
En síntesis, nada permite afirmar que las vacunaciones han hecho desaparecer o retroceder las epidemias: todo lleva a pensar que la evolución de éstas nada tiene que ver con las vacunas.
En la edición del Medical Post de diciembre de 1994, la autora del best-seller “La Mafia Médica”, la doctora Guylaine Lanctot, declaró:
“Las autoridades médicas siguen mintiendo. La vacunación ha sido un desastre para el sistema inmunológico. Causa realmente muchas enfermedades. Nosotros realmente estamos cambiando nuestro código genético a través de la vacunación…a 100 años de ahora sabremos que el crimen más grande contra la humanidad fueron las vacunas”.
Habría que dejar claro que el problema no son las vacunas en sí mismas , sino la falta de seguridad y eficacia de las mismas. Y esto es debido tanto a la falta de controles y de un seguimiento a largo plazo, como a la cantidad de elementos perjudiciales que podemos encontrar en muchas de ellas.
Para que se hagan una idea, las vacunas suelen contar entre sus ingredientes con sustancias químicas neuro-tóxicas, y que pueden llegar a ser mortales, como el aluminio, el mercurio y el formaldehído. Muchas vacunas también contienen glutamato mono sódico (MSG), antibióticos e incluso organismos modificados genéticamente.
Lo esperable de Las autoridades sanitarias es que apliquen las vacunas que verdaderamente sean necesarias, efectivas y seguras.
Si decide vacunarse, solicite que se aclare en la ficha de vacunación quién es el fabricante y cuál es el número de lote de la misma. Y comunique todo efecto adverso, ocurrido dentro de los 30 días siguientes.
La vacunación puede llevar parejo riesgo de enfermedad, lesiones o muerte, así que es nuestra responsabilidad estar debidamente informado sobre los beneficios y riesgos de las vacunas. Si su médico o centro de vacunación no le provee de la mayor información sobre los riesgos – beneficios de las vacunas previamente a su https://detrasdeloaparente.com/wp-content/uploads/2011/02/La2BmanipulaciC3B3n-1-1.jpgistración, exíjalo. Es su derecho. Es su salud. Es su vida.
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