Los cinco venenos blancos parte dos
La harina refinada es el cuarto veneno blanco a analizar.
La de trigo es la más consumida. Para su preparación, al igual que con el arroz, se prescinde del salvado y del germen, perdiéndose así la mayoría de nutrientes, moliéndose por tanto sólo el endospermo. Como resultado, la harina blanca contiene sólo las proteínas de baja calidad y el almidón, que debido a su rápida metabolización, eleva el nivel de glucosa en sangre y provoca obesidad. Además, se pasa por muchos procesos para refinarla y blanquearla. En estos procesos, se forma un subproducto que lleva como nombre aloxano, que es un tóxico que daña las células beta del páncreas, pudiendo llegar a causar diabetes.
Y por si no fuera suficiente, muchos profesionales alertan sobre los riesgos para la salud por consumir harina del trigo, un cereal cuya genética ha sido alterada tras tantísimos años de cultivo en los que se ha intentado tener siempre las mejores cosechas, al tratarse de un cereal de cultivo masivo. De esta manera, se ha modificado la estructura interna del cereal, pasando a ser poco saludable, cuando no perjudicial, por los motivos expuestos, y mucho menos nutritivo que antaño.
La alternativa beneficiosa para nuestra alimentación sería consumir harina integral, la cual nos aporta fibras, vitaminas B y E, ácidos grasos, magnesio, hierro, potasio, zinc y manganeso. Además, no tiene un alto índice glucémico, favoreciendo a una saciedad más prolongada y evitando el exceso de glucosa sangre.
Podemos optar también por harinas integrales alternativas, pues hay una gran variedad, como pueden ser la harina de papa, de almendra, de garbanzo, arroz, quinua, centeno, espelta, avena, etc.
El último de los llamados 5 venenos blancos es la leche de vaca pasteurizada. Hacia 1800, una vaca promedio producía 2 litros de leche al día. En la actualidad, gracias a las nuevas técnicas de crianza artificial del animal, tal y como lo son el uso de antibióticos, la selección genética de la cría, su alimentación basada en cereales genéticamente modificados en lugar de pasto, y el uso de hormonas de crecimiento, han hecho que la vaca actual proporcione hasta 50 litros de leche al día, siendo el promedio actual por vaca de 24 litros diarios.
Por lo tanto, de un modo natural una vaca produce 2 litros de leche al día, y de modo artificial, 24 litros diarios, pudiendo llegar hasta los 50. Esta alteración del proceso natural tiene sus consecuencias, y actualmente estas consecuencias se están viviendo en forma de diversas enfermedades.
Los antibióticos https://detrasdeloaparente.com/wp-content/uploads/2011/02/La2BmanipulaciC3B3n-1-1.jpgistrados se absorben en la carne del animal y también van a parar a la leche. Cuando consumimos cualquiera de las 2 partes del animal, estos antibióticos llegan a matar parte de nuestra flora intestinal benéfica, aquella que se dedica a protegernos. De este modo nuestro sistema inmunológico queda desprotegido, así que enfermedades como la gripe, la tos, un resfriado y las alergias, se presentan de manera frecuente y cada vez más severas. Ese desequilibrio en nuestra flora intestinal también causa que se desarrollen hongos dentro de nuestro cuerpo tal y como resulta ser la cándida, un hongo que se alimenta principalmente de lo dulce, de los azúcares, y que tiene como consecuencias enfermedades de la piel como lo son el acné, psoriasis, eccema, hongos, cáncer, etc.
Por otro lado, en la crianza artificial de las vacas, se les suministran hormonas de crecimiento, lo cual provoca que aumente de forma drástica, la cantidad de leche que es producida por la res. Sin embargo, estas hormonas de crecimiento, incrementan los niveles de otra hormona poderosa de crecimiento producida por la res llamada IGF-I, la cual resulta ser un factor clave en el desarrollo de cáncer. También, se sabe que esta última hormona destruye a las células beta del páncreas, que son las que se encargan de producir la insulina, con lo que a largo plazo podría producir diabetes.
Otro punto a considerar es el aplicado de las técnicas de pasteurización o ultra pasteurización. Estas son técnicas aplicadas al alimento para librarlo de bacterias, gérmenes, virus, parásitos y cualquier otro agente patógeno que nos pueda enfermar. Sin embargo, estas técnicas degradan y destruyen gran parte de los nutrientes contenidos en la leche. Al pasteurizarla se destruye gran parte de las vitaminas y minerales propias de ésta, además de las enzimas digestivas, sustancias que nos ayudan a digerir los alimentos para facilitar nuestra propia digestión y la salud de nuestro sistema digestivo.
La leche ultra pasteurizada es aún peor, ya que no contiene ningún nutriente vitamínico y enzimático, tan solo unos cuantos minerales han sobrevivido. El resultado es que un vaso de leche cruda se puede digerir en aproximadamente 40-60 minutos, debido a que contiene enzimas digestivas para ello. Un vaso de leche pasteurizada o ultra pasteurizada se puede tardar en digerir hasta aproximadamente 8 horas, debido a que carece de las enzimas digestivas adecuadas para ello.
La industria alimenticia, influenciada por la industria farmacéutica, nos ha hecho creer que estos procesos son imprescindibles para no enfermar por alguna bacteria o agente patógeno que la leche pueda contener. Pero lo cierto es que realmente no se necesita el uso de estas técnicas si la res es criada y tratada de manera natural y adecuada. La verdadera razón por la cual la industria de los lácteos pasteuriza o ultra pasteuriza la leche, es para prolongar el tiempo de caducidad del producto puesto que al hacer esto, la ganancia de ellos resulta ser mucho mayor.
Respecto a la homogenización de la leche de vaca, decir que se han degradado las partículas de grasa a su más mínima expresión (para poder incorporar vitamina D sintética entre otras cosas) y esto, como consecuencia, genera una sustancia conocida con el nombre de xantina oxidasa, la cual resulta ser muy perjudicial para nuestra salud cardiovascular, ya que deteriora las arterias.
Tal vez su motivación al beberla sea porque se nos dice que necesitamos el calcio de la leche para lograr tener huesos fuertes y evitar enfermedades como la osteoporósis. Sepa que el experto en la materia Robert Cohen, escritor del controversial libro “Leche, el veneno letal (Milk the deadly poison), nos dice que las 4 naciones con mayor consumo de lácteos, las cuales resultan ser Dinamarca, Noruega, Holanda y Suecia, son las 4 naciones con mayores índices de osteoporósis y de cáncer de mama.
Si bien es cierto que la leche de vaca contiene altos niveles de calcio, el mismo no es completamente asimilable por el ser humano. En su lucha por procesarlo, el organismo termina depositándolo en las articulaciones (generando artritis, artrosis, reumatismo, entre otras enfermedades).
Por último, matizar que se ha obviado en esta exposición el trato al que son sometidos los animales, desde que nacen hasta que son sacrificados, sin importar su sufrimiento. Las vacas de hoy en día viven en espacios confinados, comen alimentos altamente alterados y genéticamente manipulados y algunas de ellas nunca llegan a pisar terreno exterior o llegar a probar alguna vez algún pedazo fresco de pasto. Sólo por eso, ya sería éticamente descartable su consumo, sin contar los numerosos perjuicios para nuestra salud.
Como alternativa a la leche de vaca, hay opciones nutritivas y saludables, como la leche vegetal, que puede hacerse de arroz, avena, espelta o cebada, las cuales se caracterizan por su alto contenido en fibra, vitaminas y minerales. O bien de frutos secos, como la leche chufa, de almendras, nueces, etc. Estas son muy nutritivas y completas y son fuente de ácidos grasos de calidad y calcio.
Tras la información expuesta, queda claro que muchas enfermedades modernas no se padecen fruto del azar, si no que se generan tras años de consumo de productos perjudiciales. Si quiere disfrutar una vida más saludable, evite los 5 venenos blancos. En general, consuma productos naturales e integrales, sin procesar ni refinar. Su cuerpo se lo agradecerá y gozará de una mejor salud.
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