Voy a aclarar algo aun a costa de que muchos se enojen y me etiqueten de mil maneras por lo que voy a decir, pero lo hago porque estoy cansado de aclarar esto a cada uno que me escribe preguntándome sobre ello, o en cada comentario de lectores que hablan del tema. Se trata de los “parásitos y larvas astrales”, tan de moda hoy día, con cientos de terapeutas enseñando y sacando a diestra y siniestra estos supuestos entes por aquí y por allá. Lo primero que debieran hacer antes que nada es instruirse sobre lo que es realmente el plano astral, del que hablé en más de una ocasión en estos años, pero parece que el que cree equivocadamente que el astral es lo que no es, será como decía mi abuela, “genio y figura hasta la sepultura” y seguirá creyendo en cuentos nuevaeristas de bichitos astrales toda su vida.
Iniciando este corto artículo diré que NO SOY sanador ni terapeuta, no curo, no limpio, no arreglo ningún desarreglo ajeno, porque no existe desarreglo astral que pueda corregir un tercero, sino, con sólo ponernos todos a corregir desarreglos astrales propios y ajenos, cambiaríamos el mundo. Todo lo referido a “terapias astrales” es un engaña pichanga para incautos ignorantes, y una buena entrada económica para terapeutas avispados que enseñan a sacar o sacan a estos amiguitos del sistema. Ahora pasemos al quid de la cuestión, y veamos que es verdaderamente lo que tan afanosamente se empeñan en combatir y extirpar de su maltrecho cuerpo astral.
Como ya dije, el hombre está compuesto por siete cuerpos, los tres primeros son, el físico, el emocional (astral) y el mental. Estos cuerpos forman la primer tríada energética de nuestra capa envoltoria. Entre la primera tríada (físico – emocional – mental) y la segunda tríada (emocional superior – mental superior – espiritual superior) se encuentra un cuerpo sumamente importante, que es el cuerpo espiritual o causal del que hablaremos en otro momento, pues se merece un artículo aparte.
El cuerpo físico necesita una flora microbiótica para hacer trabajos de limpieza y protección inmunológica, la piel, el órgano más grande del cuerpo, es la primera defensa y posee gran cantidad de parásitos que actúan como capa protectora de nuestro cuerpo físico. En nuestro interior, millones de microbios se ocupan también de otras funciones protectoras y de limpieza. De la misma manera existe una flora microbiótica en los demás cuerpos energéticos que cumplen funciones similares. Por ejemplo, en el cuerpo emocional (etérico) existen larvas y parásitos que se alimentan de las emociones nocivas, evitando así, que ese cuerpo se enferme con las endo-emociones no destiladas. Sacar esas larvas del cuerpo astral es destruir su sistema inmunológico, y tarde o temprano, el emocional colapsará al no tener defensas ante las emociones nocivas producidas por uno, o recibidas de terceros. Igualmente pasa con los demás cuerpos, todos ellos tienen larvas y parásitos de distinta índole que hacen el “trabajo sucio” y mantienen al sistema funcionando y en buen estado, así que eliminar sin saber, puede ser peor que dejar sabiendo.
Cosa distinta son las sombras, o cualquier otro ente del mental inferior, que no sólo se alimentan de nuestra energía, sino que nos manipulan tomando el control de nuestra personalidad virtual y exponiéndonos a ser cosechados posteriormente por demonios, pero todos los demás bichitos que se empeñan en destruir, son parásitos beneficiosos para el buen funcionamiento de los siete cuerpos del hombre. Es como si usted se empeñara en destruir todo el sistema inmunológico del cuerpo humano, terminaríamos siendo un “enfermo crónico” que alimentaría el bolsillo de las farmacéuticas sionistas. Bueno, esto ya lo hacen actualmente con las vacunas, medicinas y alimentos, así que no sea lelo, y deje de matar a lo que lo protege y alimentar el bolsillo de los que lo hacen.
Luego de esta escueta explicación sobre larvas y parásitos astrales, espero librarme de preguntas y opiniones, y si alguien quiere honrar el refrán del principio de este post, pues hágalo, sea genio y figura hasta la sepultura y mate a todos los parásitos del cuerpo astral, y luego, cuando no quede uno, prosiga destruyendo la flora microbiótica de los demás cuerpos y afronte las consecuencias de su accionar, pero por favor, no me pregunten más sobre este tema, pues NO SOY sanador ni lo quiero ser. Por mi parte, déjenme con mis larvas y parásitos astrales intactos, que me mantienen emocionalmente sano y energéticamente protegido.
Con este artículo doy por contestados todos los mails y consultas al respecto. De ahora en adelante no responderé más preguntas sobre este tema.
NOTA ACLARATORIA PARA DESPISTADOS O MAL INTENCIONADOS.
Hay sanadores y hay sanateadores, esté artículo hace mención a los segundos y trata de las larvas y parásitos astrales y su errónea interpretación. El verdadero sanador es un instrumento de jerarquías y energías superiores que sabe operar, es el bisturí del cirujano como lo fue Jose Jesús Christo. No generalicen, y no hagan preguntas cuya respuesta es más que obvia. ¿Les parece que colaboradores internos o externos que forman parte del staff de los proyectos de DDLA, pueden estar incluidos en este grupo de sanateadores? Piensen antes de preguntar.
ANEXO DE VALOR AGREGADO PARA COMPRENDER ALGUNAS COSAS
Aquel_que_es_instruido compartió en los comentarios de este artículo:
Fragmentos de una enseñanza desconocida – CAPÍTULO XIII
“De repente, como por arte de magia, habían dejado de comprenderlo todo y empezaron a ver en todo lo que decía G. una falta de comprensión, y de parte de los otros miembros de nuestro grupo una falta de simpatía y de sentimiento. Nos asombró mucho esta actitud que habían tomado con respecto a nosotros, no se sabe por qué, al principio desconfiada, sospechosa, luego abiertamente hostil, llena de acusaciones extrañas y totalmente inesperadas.
[…]
Simultáneamente G. mismo había “cambiado por completo”, ya no era en absoluto el mismo de antes. Se había vuelto duro, exigente, desprovisto de toda cordialidad, ya no manifestaba el menor interés por las personas, había cesado de exigirnos la verdad, ahora prefería tener alrededor de él a personas que tenían miedo de hablarle francamente, hipócritas que se echaban flores unos a otros mientras se espiaban por detrás.
[…]
—¡Qué apreciación tienen ellos del trabajo! dijo. ¡Y qué miserable idiota soy yo a sus ojos! ¡Como si fuera tan fácil engañarme! Ustedes ven que ellos han cesado de comprender lo más importante: en el trabajo, al maestro no se le puede engañar. Esta ley es una ley que deriva de lo que hemos dicho sobre el saber y el ser. Si quiero, puedo engañarlos. Pero ustedes no me pueden engañar. Si fuera de otra manera, no tendrían nada que aprender de mí, y sería yo quien tendría que aprender de ustedes.
—¿Cómo podemos hablarles y cómo podemos ayudarlos a regresar al grupo? preguntaron algunos de nosotros.
—No solamente no pueden hacer nada, dijo G., sino que ni siquiera deben intentarlo; con tales tentativas, destruirían la última posibilidad que ellos tienen de comprender y de verse. Siempre es muy difícil regresar. Esto debe ser el fruto de una decisión absolutamente voluntaria, sin persuasión o coacción de ninguna clase. Comprendan que cada habladuría sobre mí y sobre ustedes era una tentativa de autojustificación, de echar la culpa a los Otros a fin de probarse a sí mismos que tenían razón. Esto significa que se hunden cada vez más en la mentira. Esta mentira puede ser destruida, pero sólo puede serlo a través del sufrimiento. Si ayer les costó trabajo el verse, hoy les será diez veces más difícil.”
[…]
Por el solo hecho de sus restricciones o de su desconfianza con respecto a cualquier idea que sea, fabrican de inmediato algo de su propia cosecha con lo cual lo substituyen. Y comienzan las «brillantes improvisaciones» — estas son nuevas explicaciones o nuevas teorías que no tienen nada en común con el trabajo ni con lo que yo he dicho. Se ponen a buscar errores y faltas en todas mis palabras, en todos mis actos y en todo lo que dicen o hacen los demás. A partir de ese momento, yo comienzo a hablar de cosas que ignoro y de las cuales no tengo la menor idea, pero que ellos mismos saben y comprenden mucho mejor que yo; todos los otros miembros del grupo son locos, idiotas, etc., etc.”