El arte de ser
Podría argumentar muchas razones y valerme de mil motivos para animarnos a conectar con el Ser interno que cada uno portamos, con la verdadera esencia íntima y primordial. Podría explicar la fragmentación de la personalidad, podría dar lujo de detalles del ego como programa de control y manipulación, podría incluso desarmar una a una las razones que nos impiden hacerlo y que producen el sueño de la consciencia; y sin embargo faltaría siempre lo que considero la motivación principal: Ser nosotros mismos.
Información hay a raudales para aquellos que aún lo necesiten, pero en la práctica es donde encontramos los obstáculos. Vaciar la mente de tantos arquetipos implantados se hace necesario como paso previo de permitir el advenimiento de lo nuevo, pero no para montar otra estructura actualizada con rígidas líneas maestras, sino para acceder a lo dúctil y maleable de aquello que surge del interior, de la verdad que mora en lo interno como núcleo sustancial y perenne.
Llegar a Ser es tan simple como buscar lo auténtico, es tan sencillo como preferir lo original, es tan fácil como Ser uno mismo. La complicación está en la mente, en los intereses creados, en los deseos como motores de la reacción, en la falsa imagen del yo. Un niño pequeño lo vería enseguida, sin esfuerzo, sin dudas, sin “peros” que dividan y separen, porque no tiene los condicionamientos que le alejan de sí y le hacen creer que son otra cosa.
Llegar a Ser es un arte, como el que crea una obra maestra, como el que pone todos sus sentidos para captar el alma de las cosas, como el que observa la belleza de las formas y los colores y se deja imbuir de ella, como el que pone oído a la música y termina fundiéndose con la armonía, como el que aspira la fragancia de un perfume y se confunde con su aroma.
De las miles de razones que existen para llegar a Ser, una sobresale por encima de todas: Vivir en la Verdad, ser auténticos y manifestar la verdadera esencia como expresión de sinceridad.
Ángel .º.
Caminando contigo
Tú que a mi lado caminas
sabiendo dónde pisar
y con la clara luz de tu mirar
rompes cadenas y doblas esquinas.
Tú, valiente, de fuerte voluntad,
que matándote vas viviendo,
buscándote fiel y persiguiendo,
incansable, la absoluta Libertad.
Sé que es pesada tu carga,
la mano del fracaso larga,
y que luchas contra el viento;
que hay pisada muy amarga
y que queda mucho por andar,
pero… ¿no es peor aun contemplar
como tu alma se embarga?
Cómo podría el Hombre ver la Luz
si antes no traspasa la oscuridad,
si no combate a su propia adversidad
y pedazo a pedazo resquebraja su cruz.
No te compares con tu alrededor,
observa, medita y aprende,
que tan sólo el que comprende
conoce la fuerza del Amor.
Ángel .º.