Sinceridad
Nos suele llamar la atención ciertos rasgos que nos parecen propios de personas de elevada consciencia, como pueden ser la inteligencia, el conocimiento y dominio de ciertos temas o la firmeza de carácter. En cambio, con frecuencia menospreciamos otras cualidades que, no siendo tan espectaculares, son menos importantes. Entre ellas podemos destacar la sinceridad, que como todo el mundo sabe, es el modo de expresarse sin engaños ni fingimientos.
Todos rechazamos el engaño y la mentira, a nadie nos gusta que se falsee la verdad, pero no siempre sabemos dar aquello que demandamos, y el camino fácil es utilizar el engaño y el subterfugio, bien sea para salir de situaciones comprometidas o para sacar algún beneficio personal. Sin embargo, el estado natural del ser humano es expresarse tal y como es, sin dobleces, según lo siente, haciendo uso de la honestidad y la honradez que promueven la sinceridad.
La expresión de sinceridad se basa en el respeto y sentido de la verdad, primero consigo mismo reconociendo lo que uno piensa y siente, y después con los demás no fingiendo lo que no se es, pues lo contrario no solo sería un engaño sino una hipocresía. Pero vivir en sinceridad no consiste únicamente en decir la verdad, va más allá, es una actitud y un estilo de vida, es una forma de ser y comportarse que conlleva un estado anímico, un estado de ser donde te sientes bien contigo mismo, pues hay naturalidad, simpleza, unificación e integridad.
En la sinceridad no hay fingimiento, no hay deseos de perjudicar a nadie o segundas intenciones, puede gustar o no gustar, pero no se engaña, ni con falsos elogios ni con falsas apariencias. Pues la sinceridad debe ir aparejada de lo que es justo y merecido, pero también del tacto suficiente para no dañar con su crudeza, así como del buen uso del momento y la oportunidad, ya que a veces decimos o hacemos cosas que pueden herir innecesariamente para luego excusarnos con nuestra sinceridad. La sinceridad es una virtud, no un pretexto.
Es por ello que la sinceridad no debe ser ciega e insensible, así como aprender cuando callar, pues no se trata de ir diciendo todo lo que nos apetece a diestra y siniestra, sin importar las consecuencias, sino de ser congruentes, de no fingir, pero teniendo en cuenta la consideración y el respeto a los demás. Ser sinceros es un ejercicio de libertad ajustándonos a lo que pensamos y sentimos, sin pretender que todo sea políticamente correcto, pero tampoco significa tener “licencia para matar”. Ser sinceros es un ejercicio de claridad, no de crueldad.
A menudo nos quejamos de los demás porque no comprenden nuestra verdad, sin tener en cuenta que no todos están preparados para escucharla en toda su crudeza. Además, debemos tener en cuenta que mi verdad no tiene por qué ser la del otro, pues él también tiene su verdad. Escucha antes, si quieres ser escuchado. Comprende, si quieres ser comprendido.
La verdad posee una valor inestimable, pues a menudo es la luz que ilumina la oscuridad. Ser sinceros nos hace íntegros, coherentes, honestos, confiables, dignos de credibilidad. Pero si no va acompañada de la consideración y la responsabilidad del verbo también nos puede volver déspotas y arrogantes, al creernos que siempre estamos en posesión de la verdad y que sabemos lo que es mejor para los demás.
La honestidad y la humildad deben acompañan a la sinceridad, y ésta aprender cuando hablar y cuando callar, el respeto, el tacto y la oportunidad. En definitiva, la sinceridad debe convertirse en un atributo del Ser, y no en una excusa del ego para hacer lo que nos venga en gana.
Desde luego que alguien que miente y engaña se le conoce pronto por su falta de claridad y sencillez, por su falta de coherencia y continuidad, pues la hipocresía y el fingimiento cada vez se complica más la existencia hasta que se hace insoportable sostener la mentira, consigo mismo y con los demás. No olvidemos que el engaño es el falseamiento de la realidad, la que uno mismo se crea según proyecta sus pensamientos, palabras y obras. Es por ello que necesitamos de la virtud de la sinceridad: para vivir en la Verdad.
Es un acto de valentía y autenticidad mostrarnos al mundo sin prejuicios, como somos realmente, pues es desechando el engaño y ejerciendo la sinceridad de forma consciente lo que nos hace Seres Humanos verdaderos, libres y justos con nosotros mismos y los demás. Un mundo compuesto por humanos sinceros, sin engaños, sin mentiras, sería un mundo donde resplandece la luz de la verdad, que es la base para construir una nueva Humanidad.
Ángel .º.