Conflictos I
No es nuevo si les digo, que la historia de la humanidad está marcada por las guerras y las luchas, por conquistas y conflictos de interés, por imposición de dominio de Fe, por rencor y odio étnico y un largo etc.
Verán, reflexionar desde la consciencia acerca de la destrucción y la ambición de poder representada en las manos de tan solo unos pocos, forma parte del divide y vencerás puesto en marcha para someter, separar y poder controlar una inmensa minoría a la gran masa de la humanidad, imbuida en un inconsciente colectivo que vive en el sueño de que la libertad reside en las demoniocracias parlamentarias y en sus políticos, obedientes servidores de los planes perversos de esa selecta élite, conocidos desde la época de José.Jesús.Christo como “Gran Sanedrín” transformado después en la Iglesia Católica y hoy, en manos del Sionismo.
La genética de las familias de esa élite lleva impreso en su ADN desde generaciones que se remontan a épocas anteriores a la llegada del Esenio, el gen de la usura, la violencia, la anti-humanidad, la maldad y la astucia, que los mantiene en el poder “in hilo tempore”, e identifica como demonios ejecutores de los perversos planes, que mueven las oscuras energías de su dios Jehová/Yhavé.
En esa élite de apellidos, existe uno que sobresale por encima del resto, siendo la “casa Rostchild”, sobre ellos existe abundante información en la red, pero a nuestros efectos, son punta de lanza de quienes, en la sombra, idean, diseñan y ejecutan los planes que vienen marcando los derroteros de la historia de la humanidad. A ellos se les atribuye la creación de la banca y la financiación a cambio de deuda tanto en instituciones religiosas como en las monarquías representativas de la época, pero a su vez, también son los creadores de la antítesis social de éstas, con el capitalismo y el comunismo, ambas, una dualidad de un mismo paradigma cuyo motor y combustible, se centra en la banca y el dinero.
Entrando en materia, la Revolución Francesa, marcó en occidente un antes y un después que desbancó el viejo sistema social, basado en la evolución de un feudalismo de monarquías y del poder inquisidor del catolicismo romano. La proclamada república con una triada alquímica “libertad- igualdad-fraternidad” terminó con la monarquía de una de las naciones más poderosas de Europa y sirvió de experiencia, para la futura exportación de revoluciones como la rusa que terminó con la dinastía zarista de los Romanov o la del liberalismo español de las Cortes de Cádiz.
Las revoluciones fueron amparadas en favor de los derechos de las clases humildes y las desfavorecidas, frente a los privilegios de la nobleza y sus monarquías, pero subyace en las revueltas, la financiación de los costos de sus guerras. Toda revolución, no solo acarrea cambios institucionales en un territorio, sino que subrepticiamente, son generadores de grandes oportunidades de negocios y motores para la banca y para la industria en manos de las élites y de apellidos menores, que estaban en lugar adecuado en el momento oportuno.
Como se explicará en este programa y en el siguiente, la partida de este juego macabro se lleva a cabo entre las bambalinas, donde el poder pacta y conoce los movimientos diseñados de antemano, quedando pendiente, que se desarrolle la acción en esperar el resultado ganador.
A la revolución francesa le siguieron como extensión, las Guerras Napoleónicas, como una serie de conflictos bélicos cuyo comienzo se estima sucedió cuando Napoleón sube al poder de Francia en 1799. Este periodo de entre guerras, fue instigado y financiado desde Inglaterra por los Rostchild que contempló declaraciones de guerra y de paz del Reino Unido a Francia.
Cuenta una “leyenda” que la fortuna de Nathan Rostchild, se disparó espectacularmente y se hizo más rico, manipulando el resultado de la batalla de “Waterloo”. Tras correr el bulo por Inglaterra que Wellington había perdido, la bolsa se desplomó y éste, compró en los mercados que controlaba bonos y acciones para luego, vender con la euforia de la rectificación, que Wellington había ganado a Napoleón.
“Si mis hijos no quieren, no habrá ninguna guerra” (Gutle Schnaper, mujer de Amschel Rothschild)
“Dadme el control de la moneda de una nación, que no me importará quien haga sus leyes” . (Amschel Rothschild)
Otro de los diseños intencionados con los ojos puestos en el negocio del petróleo mundial, se centra en Rusia y en la revolución bolchevique. En este escenario interviene la “Casa Rockefeller” cuya ascendencia, ganó la confianza de los Rostchild, a quienes dieron lealtad y servilismo. El impero de los Rockefeller se centró en los recursos energéticos y en la importancia de primeros de siglo XX del ferrocarril. La Rusia zarista conocedora de la importancia del oro negro y los grandes yacimientos de gas y materias primas, tenía previsto un plan de modernización que en un periodo como el comprendido entre 1890 y 1913, pues mantenía un PIB muy superior al de USA (por ejemplo, en 1904 de 1,6 frente al 1,3), Francia, Reino Unido o Alemania. Este dato chocaba de frente con los intereses de las familias de la élite sionista lo que llevó a Barón Lionel Rostchild, a controlar y financiar la doctrina marxista de Karl Marx y Engels, como dualidad del capitalismo en el juego de energías, presto para aplicar en este caso en el país euroasiático. Financiando el bolchevismo de Lenin y Trotski, se trató de desbancar al zarismo tras el intento fallido de 1905, que no por ello sería óbice para abandonar el propósito de esta ideología, sus líderes trabajarían desde el exilio esperando el momento el momento propicio que llegaría en 1917.
La extracción y distribución del petróleo a principios de 1900, estaba en manos de la Standard Oil de Rockefeller siendo la alternativa del carbón, dentro de una política enfocada en las décadas venideras hacia una globalización comercial incipiente. Controlar los miles de yacimientos del Mar Negro y del Cáucaso daría una supremacía mundial del negocio al gigante norteamericano pues a principios de 1900, el 70% del petróleo que circulaba por el planeta provenía de yacimientos rusos. Sin duda, una revolución y las guerras posteriores sumado a lo que poseían, podía poner en sus manos el control y dominio de los mercados de combustible y de la energía.
Como resumen de dos revoluciones muy extensas y profundas:
La Revolución Francesa, fue la puesta en escena de un ajuste de arquetipos en los paradigmas imperantes junto con una época de cambios, cuyo modus operandi, trajo la banca, la industrialización a gran escala, la mundialización de mercados y el cáncer de la especulación de productos financieros que traerá un colapso económico en este momento presente, para dar paso a un Cambio de Época.
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