LA TEMPLANZA
Hay dos palabras en Griego antiguo que han sido traducidas como “temperancia”. Sôphrosune, significa principalmente autocontrol y Enkrateia fue una palabra acuñada en tiempos de Aristóteles para dar a entender el control que uno ejerce sobre sí mismo o autodisciplina. El cristianismo considera la templanza como una de las cuatro virtudes cardinales. Se trata de una virtud moral que consiste en la moderación de los apetitos y de la atracción que ejercen los placeres a partir de la razón. La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La palabra templanza del latín temperantia y este del verbo temperare (en origen atemperar, hacer que algo modere su temperatura con arreglo al tiempo, también moderar), verbo derivado de tempus, temporis, la misma palabra que nos dio tiempo. La templanza es un correcto proceder desde el centro intelectual superior y es patrimonio del Ser, mediante el espíritu, no puede haber templanza en nosotros mientras no equilibremos nuestros Centros. Tendemos a utilizar un centro más que otro y estamos oscilando continuamente corriendo el riesgo de no proceder con el centro correcto para cada acción.
Templanza: Intelectual superior / Frialdad: Emocional superior / Dureza: Espiritual superior.
En el proceso del templado del acero: cuando se templa el acero, se debe tener en cuenta la proporción de los elementos que lo componen (carbono/hierro…etc.) para saber a qué temperatura se ha de exponer el acero para después ponerlo en agua o aceite (un medio líquido) para enfriarlo en el punto justo para golpearlo y darle la forma correcta o deseada. Con un buen temple el acero se hace más duro, menos frágil, aunque una fuerza excesiva podría fisurarlo o romperlo. Esto sería un símil con el proceso de templar nuestro espíritu. El ciclo natural de la tierra, tiene que ver con la biosfera. Teniendo en cuenta que la suma de las partes hace al todo, pero también el todo es la suma de las partes. Debemos sentir las energías de nuestro entorno para fusionarnos y formar parte del todo. La templanza planetaria sería, la simbiosis perfecta de elementos que tienen o dan vida, para que interactúen y funcionen en armonía y equilibrio con el físico y lo espiritual. La templanza te da la capacidad que tiene nuestro espíritu de saber leer las energías y actuar en la justa medida, necesaria para cada proceso energético.
“En el misticismo del bosque esta la respuesta. Ve a él.“
Y voy, estoy en un bosque de grandes arboles sin hojas, con las ramas entrelazadas, un día blanquecino, invierno, el suelo cubierto de matojos medio secos también y de repente empieza a cobrar vida todo, a reverdecer, como en los videos a cámara rápida, pero con un componente casi fantasioso, las ramas se extienden sobre mi cabeza y las hojas crecen y florecen y todo se vuelve de colores vivos, primavera a lo bestia. Miro abajo y una flor de loto blanca con las puntas rosadas sale de una mata verde y su tallo crece hacia mí, la cojo entre los dedos y la lanzo hacia el sol y quedo mirando el cielo azul que se va convirtiendo en blanco y desaparece el bosque, todo blanco ahora y dicen: “No hay templanza sin ciclo natural“
Pregunto ¿por qué nos falta templanza? y cambia el ambiente, estoy dentro de algún lugar, se ve todo azul oscuro, y un personaje que se cubre la cara con un pañuelo como las mujeres árabes, aparece, lleva túnica y su cabeza es extraña, más plana de lo normal y los ojos muy oblicuos pero hermosos, diría que es la cabeza de una serpiente, curiosamente veo el adorno ocurro del ribete de la tela blanca que cubre su cara. Empieza a hablar, (no veo su boca, pero creo que mentalmente) se “describe” como representante del Dragón y que es como un consejero o asesor al que han dado permiso para respondernos. Dice:
“Vuestra posición es incomoda, lo sabemos. Estais apoyados en una mínima superficie que puede desplazarse en cualquier momento donde no quieren por vuestro propio peso y movimiento. Los accidentes y errores son fáciles de cometer en esas condiciones, el margen es casi nulo, la presión excede lo previsto si permanecen en la misma posición. Desde aquí observamos un nivel más bajo donde pueden pisar con mucha más superficie y seguridad. Es su elección bajar el pie y tener templanza o seguir sosteniéndose en el filo bajo presión. ¿Pueden hacerlo? ¿Pueden conseguirlo? Si pueden, si no olvidan donde pisan, donde están.“