6) El juramento de los gobiernos en la toma de mandato será sobre la constitución nacional y se dejará fuera la biblia o cualquier otro libro o texto religioso. El único demandante en caso de incumplimiento, mentira o traición, es el pueblo que lo eligió y que sufre las consecuencias, no Dios.
Cuando un candidato presidencial resulta elegido por el pueblo, presta juramento ante la constitución y la biblia diciendo:
“Juro por Dios, la Patria y los Santos Evangelios desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación, y observar y hacer observar en lo que de mi dependa la Constitución de la Nación Nacional. Si así no lo hiciere, que Dios y la Patria me lo demanden“.
También puede haber otras variables del protocolo donde se le pregunta lo anterior y el que asume el cargo responde “Sí, Juro“, luego de esto el que le toma juramento es el que dice: “Si así no lo hicieres, que Dios y la Patria os lo demanden“. Esta ceremonia de toma de mando tiene un significado oculto que es por el cual se lleva a cabo con este protocolo y no con otro, y es el de darle el poder de injerir o imputar las decisiones de gobierno al pueblo (Patria) y a la iglesia (Dios). Pero como la ignorancia es hija de la inconsciencia, nadie del pueblo va a influir o imputar sus acciones. En el caso de Dios, pues es muy distinto porque la iglesia sabe de estos vericuetos ceremoniales y por lo tanto siempre tuvo y tendrá voz y voto dentro de los gobiernos, pudiendo “demandar” a los gobernantes si así quisiera. Por tal motivo gobierno e iglesia son socios en poder y mantiene un pacto de silencio para que el pueblo (Patria) no se entere y la iglesia no utilice esa herramienta para demandarlos ante Dios.
Como la iglesia católica es hija de la iglesia judía, esta última como madre y progenitora de la primera, es con la que todo gobierno tiene relaciones carnales. Por tal motivo las organizaciones judaicas ingieren directamente en la toma de decisiones en todo estado (caso AMIA y DAIA en Argentina) y los presidentes y gobiernos las honran y sirven, pues son el gobierno secreto en las sombras, de todo país que utiliza una ceremonia de investidura y juramento similar. El hecho de jurar sobre la biblia católica tiene implícito jurar también sobre la biblia judía, pues el viejo testamento es la Torá hebraica, por tanto, se está sellando un contrato entre el estado y la iglesia judía, donde tanto uno como otro son socios en poder y desplazan al pueblo de la ecuación por el pacto de silencio acordado.
Modificar la ceremonia de juramento sacando a Dios, que representa los poderes e influencia de la iglesia católica y judía, es liberarse de su influencia y sacar de la ecuación un término dominante y macabro que ya todos conocen. Los únicos demandantes en caso de incumplimiento de contrato y por consiguiente empleadores que pueden tener injerencia en las decisiones de gobierno, deben ser la Patria (pueblo), y los Humanos que la forman, tomando el rol de socios en intereses comunes. De este modo el poder vuelve nuevamente a los Humanos que forman la Patria y se les quita poder no sólo a los gobernantes, sino también a la iglesia, poniendo a cada uno en el lugar que corresponde.