¿Resonar o agradar?
En muchas ocasiones decimos que algo nos resuena o que no nos resuena. Es una forma de hablar, pero… ¿qué estamos queriendo decir de verdad?… porque con esa frase o sentimiento expresado estamos sentenciando lo que aceptamos o no aceptamos, como si fuera el juicio final de nuestra elección…
Dice la R.A.E. que resonar es “hacer sonido por repercusión, o sonar mucho”, es decir, algo que tiene eco en nosotros o nos impacta con un sentido reconocido, como una verdad compartida. Pero, no nos engañemos, muchas veces lo que estamos diciendo es “me gusta” o “no me gusta”, pues para que algo resuene de verdad debemos estar observando o leyendo desde la imparcialidad de la consciencia y no desde el ego o el “yo” de turno.
¿Cuántas veces habremos rechazado algo o cuando menos dejado pasar como desapercibido porque no nos gustaba?… seguramente muchas, porque como producto que somos de la programación hemos desarrollado una afinidad con determinadas facetas de la vida y un rechazo hacia otras. Como personas inmersas en una sociedad y estilo de vida, sujetos a unos paradigmas y arquetipos imperantes, hemos desarrollado unas simpatías y unas antipatías hacia determinados aspectos, así como también lo hacemos con personas de nuestro entorno de forma instintiva. Si algo se asemeja a la imagen que nos hemos formado, lo acogemos con agrado, y si algo se aleja de nuestros arquetipos con los que estamos familiarizados, lo rechazamos o criticamos.
Entonces, es fácil comprender que pensamos y actuamos en base a unos gustos y disgustos desarrollados, producto de nuestra personalidad virtual; y son éstos, que pertenecen a nuestras luces y sombras de nuestro interior, los que determinan a veces lo que decimos que nos resuena o no resuena, referidos a cualquier cuestión. Produciéndose así un juicio interno condicionado que nos llevará a aceptar o rechazar una idea, una opinión, un conocimiento o una realidad. La realidad es la que es, la interpretación de la realidad hay tantas como puntos de la esfera de consciencia revertidos, es decir, multitud.
Se hace necesario entonces, que antes de aceptar o rechazar nos aseguremos que estamos actuando desde la consciencia, y si algo no “resuena”, no apresurarse a rechazarlo, ya que nuestra consciencia en vías de expansión puede que aún no sea capaz de abarcarlo en el momento actual, pero una futura lectura nos puede hacer comprender cosas que en su momento pasaron desapercibidas. El gusto y el disgusto tienen mucho que ver con nuestros patrones básicos implantados, donde hemos ido grabando inconscientemente una serie de caracteres que han ido conformando nuestra personalidad; mientras que el resonar se lo debemos atribuir al corazón, el cerebro cuántico, que es la centro donde se capta la Amplitud Modulada de Onda de Resonancia (AMOR).
Tal vez no deberíamos usar pues el término “resonar” con ligereza, sobre todo cuando nuestra vibración todavía no es capaz de alcanzar ciertas frecuencias. Así como deberíamos poder desembarazarnos de muchos arquetipos que filtran y condicionan lo que decimos que nos resuena o no. Antes bien, asegurémonos que el gusto o disgusto (dualidad), no es el que está etiquetando la información que nos llega.
La información puede vestirse de muchas formas, unas veces vendrá con palabras suaves y asequibles, otras con crudeza y frialdad; unas serán amables y fáciles de comprender, otras serán más duras y complicadas; unas más próximas y familiares, otras más inhóspitas y extrañas; pero no deja de ser información.El discernimiento es una cualidad de la consciencia en expansión, el agrado y el desagrado las herramientas que utiliza el ego a través de la consciencia subjetiva para conducirnos a su antojo.¿Cuántas veces nos negamos de poder avanzar por esta causa?… muchas. ¿Cuántas cosas tendríamos que revisar que hemos ido dejando atrás?… innumerables.
Algo que inicialmente pudiera no ser de nuestro agrado, es posible que sea aquello que más estemos necesitando. Y aquello que nos resuena con facilidad, algo que ya teníamos aprendido.
Ángel .º.