Asalto y conquista
Cuando uno decide buscar al Ser dentro de sí, no como un deseo de prosperar o una mera experimentación más, sino como una necesidad nacida de lo más profundo, el camino ha sido iniciado. No ocurre lo mismo cuando lo que hay son escarceos, pequeños movimientos en la superficie que el fuerte viento se encarga de arrastrar.
Lo primero y ante todo, tiene que haber una experimentación propia en base a la auto-observación y al propio discernimiento. Uno tiene que haber comprobado en sí mismo la ilusión de la realidad, haber saboreado sus hermosos frutos a la vista pero amargos en el paladar, haber llegado a un convencimiento propio, a una certeza interior. No porque nadie nos lo diga, sino que la propia experiencia ha provocado la necesidad, el anhelo íntimo y verdadero de libertad.
Se dice que el cielo se consigue por asalto, pero esto no significa que sea por un impulso desesperado o una toma por sorpresa, sino con la determinación nacida de la necesidad, el arrojo del que sabe lo que quiere y la valentía del que no duda de sí.
Fácil resulta decir que tenemos que potenciar el enlace con el Ser, pero no lo es tanto explicar cómo, pues sería adentrarse en el universo de cada uno y difícilmente a todos nos sirva lo mismo. Aún así, podemos mencionar algunas pautas que sirvan como trampolín para que cada uno encuentre las suyas.
Des-identificarse con la personalidad virtual es sin duda una ardua tarea, si tenemos que observar y trabajar cada uno de los diferentes yoes que se manifiestan podríamos tener para varias o muchas existencias y no dejaríamos de verlos por doquier. Se cuenta que Arquímedes dijo sobre la palanca: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». Si dirigimos nuestra energía hacia lo que Somos en realidad, situándonos interiormente por encima de dicha personalidad, en una ubicación fuera del tiempo y del espacio que nos permita acceder a una consciencia superior, tendremos el punto de apoyo de la Consciencia del Ser.
Cuando cambia la percepción cambia la creencia interior, y cuando cambia la creencia interior modificamos la realidad. Seguimos haciendo las mismas cosas, ocupándonos de las mismas tareas, relacionándonos con las mismas personas y representando nuestro papel de existencia; pero contemplando el juego desde fuera, siendo el personaje y el espectador a la vez, y sabiendo que no somos ni lo uno ni lo otro, sino el actor que lo representa y el hacedor de la obra.
Las mismas cosas serán hechas, pero con una energía diferente, con una perspectiva superior que ordena y modula cada pensamiento, cada palabra, cada gesto y cada acción. Las mismas cosas serán hechas, pero con una impronta diferente, con un rastro sutil y original que es causa de nuevas circunstancias y motivo de nuevas respuestas.
Si en algún momento nos metemos tanto en el personaje que nos identificamos con él, cosa muy normal, volveremos en cuanto nos demos cuenta a recuperar la posición y, con constancia y voluntad, mantenerla el mayor tiempo posible. Conforme más espacio-tiempo vamos conquistando mayor será la profundidad de la consciencia ganada, y mayor será la cantidad de yoes que empiezan a alinearse con ese punto de quietud central, unificándose. La conexión con el Ser cobrará consistencia y cristalización y el enlace se habrá conquistado.
Ese enlace, como todo bebé que nace, necesitará de sus cuidados y alimentación para que crezca fuerte y de manera sostenida. Los paseos por la naturaleza, el silencio interior, la lectura inspiradora, la música que nos deleita, la contemplación de la belleza y el contacto con personas afines en intención y propósito, son algunos ejemplos de esos cuidados y alimentación necesarios para afrontar la larga travesía. Pero serán los hechos y la práctica diaria los que nos darán la verdadera medida de lo conquistado, cuando pensamiento, palabra y obra conformen una triada coherente, responsable y consciente.
Existe un peligro o trampa que no quiero dejar de mencionar, la posibilidad de dejarnos tentar por un yo que quiera tomar el rol de vigilante de todos los demás, una especie de capataz que se erige en forma de “yo superior” para tener a raya a los demás yoes, pero que sigue perteneciendo a la personalidad virtual en un intento de suplantación a la Consciencia del Ser. El ojo entrenado, el discernimiento y el sentimiento superior de libertad e integridad serán los focos que delatarán a este suplantador en su intento desesperado de seguir al mando.
La Consciencia del Ser no se atiene a conceptos de la moral, no juzga ni condena, no restringe ni limita. Al contrario, es lo imprevisible, lo desconocido de instante en instante, actúa según el momento y las circunstancias, no tiene moldes que la condicionen, mira con Amor, sabe a Verdad y huele a Libertad.
Ángel .º.