El agua
No es otra cosa que dos moléculas de hidrógeno con una molécula de oxígeno. (H2O). Así de simple, aparentemente. Es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida.
El término agua generalmente se refiere a su estado líquido, aunque es la única sustancia que existe a temperaturas ordinarias en los tres estados de la materia: sólido, líquido y gas.
A continuación veremos que, a pesar de su aparente simpleza, goza de un sinfín de cualidades que la hacen ser, por mérito propio, la sustancia más importante para los seres humanos. Acompañenme, y tal vez, a partir de ahora, miren el agua con otros ojos.
Cubre sobre tres cuartas partes de la superficie de la corteza terrestre. Curiosamente, se presenta en la misma proporción, aproximadamente, en la composición del cuerpo humano. Y centrándonos en él, más de la mitad de esta agua que lo compone, concretamente el 60%, se encuentra en el interior de las células. El resto, es la que circula en la sangre y baña los tejidos. Concretamente, el cerebro humano, está compuesto de un 95% de agua, la sangre de un 82%, y los pulmones de un 90%.
Al ingerirla, nos rehidratamos. También es un potente eliminador de toxinas. Ya sea a través del sudor o de la orina, el agua ayuda a reducir las toxinas que se acumulan en nuestro cuerpo. A su vez, el agua ayuda a prevenir el estreñimiento, y mejora los movimientos intestinales de modo que los desechos puedan eliminarse de manera más efectiva. Además, se comporta como un lubricante en casi todos los procesos del cuerpo, sobre todo en la digestión. Ya en la boca, la propia saliva ayuda a masticar y a deglutir el alimento, de modo que se asegure un buen deslizamiento por el esófago. El agua también lubrica las articulaciones y los cartílagos de forma que nos movamos con menos rigidez y de manera más fluida. Los ojos también necesitan una continua hidratación, a través de los parpados, y es por ello que parpadeamos una media de entre 15 y 20 veces por minuto, para tener el ojo bien lubricado. Nuestro cuerpo puede regular la temperatura por medio del agua. El exceso de calor puede disiparse por medio de la sudoración de la piel. La sangre a su vez, abandona los capilares cercanos a la piel de modo que la parte externa de nuestra epidermis se conserve fresca.
Con esta información podemos hacernos una idea de la importancia del agua para un óptimo funcionamiento de nuestro cuerpo.
Presenta unas propiedades físicas, como por ejemplo:
- Es una sustancia incolora, inodora e insípida.
- En grandes cantidades toma una coloración azul-verdosa.
- El punto de solidificación es de 0ºC y el punto de ebullición es de 100ºC, a nivel del Mar. Cristaliza en el sistema hexagonal, llamándose nieve o hielo según se presente de forma esponjosa o compacta. Se expande al congelarse, es decir aumenta de volumen, de ahí que la densidad del hielo sea menor que la del agua y por ello el hielo flota en el agua líquida.
- Su capacidad calorífica es superior a la de cualquier otro líquido o sólido. Esto significa que una masa de agua puede absorber o desprender grandes cantidades de calor, sin experimentar apenas cambios de temperatura, lo que tiene gran influencia en el clima (las grandes masas de agua de los océanos tardan más tiempo en calentarse y enfriarse que el suelo terrestre).
- Elevada fuerza de cohesión. Los puentes de hidrógeno mantienen las moléculas de agua fuertemente unidas, formando una estructura compacta que la convierte en un líquido casi incompresible. Al no poder comprimirse puede funcionar en algunos animales como un esqueleto hidrostático.
- Es el líquido que más sustancias disuelve, por eso se dice que es el disolvente universal. Esta característica es vital para las reacciones que se dan en el cuerpo humano y en el cuerpo del resto de seres vivos ya que la mayoría de reacciones bioquímicas solo se dan dentro de soluciones acuosas.
Respecto a sus propiedades químicas, destacamos:
- Se combina con metales y ametales dando oxido.
- Se combina con óxidos metálicos y da bases.
- Se combina con óxidos no metálicos y da ácidos oxácidos.
- Se descompone por electrolisis de hidrógeno y oxígeno.
- Para descomponerse por otro procedimiento necesita temperatura superior a 27°C.
Hasta aquí, hemos repasado características físicas y químicas del agua, más o menos conocidas.
Pero resulta que también posee unas cualidades que tal vez sean más propias del campo de las energías. Al menos así lo evidencia el trabajo de algunos investigadores.
En junio de 1988, el científico francés, Dr. Jacques Benveniste, publicó una asombrosa investigacion en la revista Nature, que indicaba que el agua tiene memoria. Este hecho inmediatamente causó un gran disturbio en la comunidad científica, en donde la oposición a sus hallazgos era sustancial.
Experimentos bioquímicos confirmaron como los basófilos, que son un tipo de glóbulos blancos, reaccionaban ante unos anticuerpos humanos, los IgE, aun diluyéndolos hasta que no hubo posibilidad de que permaneciera una molécula en la solución. Los basófilos humanos respondieron a la solución de la misma manera en la que habrían reaccionado ante los anticuerpos originales como parte de una reacción alérgica. Esto demostraría que el agua preserva las características de las sustancias con las cuales estuvo en contacto.
Esta conclusión parecería violar el sentido común. Mucha gente disputó los resultados de Benveniste. Consecuentemente, el perdió su laboratorio, el financiamiento, su trabajo y aún su credibilidad como científico. Afortunadamente, una compañía privada, de investigación progresista, lo contrató para continuar su trabajo.
No ha habido ninguna resolución evidente para el “incidente Benveniste”, hasta 1999, cuando cuatro laboratorios en diferentes países europeos condujeron experimentos independientes. Sus hallazgos demostraron que las soluciones extremadamente diluidas todavía preservaban los efectos de las soluciones originales que degranularon los basófilos. La gente comenzó a pensar que Benveniste estaba en lo correcto.
El experimento de Benveniste requería que en cada dilución, la solución tenía que ser vigorosamente sacudida. Su experimento demostró que una sustancia que es disuelta en agua pasa sus propias características al agua. Inclusive si ya no queda nada de la sustancia original, sus características todavía permanecen.
Los hallazgos de Benveniste no están aislados. En 1994, el investigador Masaru Emoto, tomó unas muestras de agua de una fuente de agua pura en Japón, congeló unas pocas gotas y las examinó bajo un microscopio electrónico y las fotografió. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cristalinos parecidos a copos de nieve. Emoto tomó entonces agua de un río contaminado, la congeló, fotografió unas gotas y comprobó que la imagen que aparecía en ellas no era un hermoso hexágono sino una forma desestructurada. Es como si el agua fuera sensible al entorno donde se halla.
Los experimentos de este investigador, fallecido en 2014, se basaban en exponer agua a diferentes dibujos, palabras o música y, entonces, congelarla y examinar los cristales resultantes mediante fotografías microscópicas. El punto esencial de las teorías de Emoto consistió en que “El pensamiento humano, las palabras, la música, las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a mejor absolutamente.
Sostenía que el agua tiene memoria. Que registra las vibraciones de cualquier sustancia disuelta en ella. Incluso si la disolución es infinitesimal y no detectamos en esa agua ni una sola molécula de dicha sustancia. Esto lo comprobó al disolver una gota de aceite esencial de flor de cerezo en agua destilada. La congeló y luego la descongeló lentamente: fueron formándose cristales, visibles sólo al microscopio. Los fotografió y filmó. Los cristales adoptaron la forma de la flor del cerezo. Este experimento lo repitió con otras flores: la forma del cristal siempre replica la geometría de la flor. Él creía que se trata de una información profunda, vibracional, que persiste y resuena: el agua la capta y la registra, y al cristalizar se visibiliza, podemos contemplar su geometría.
Emoto nos quiso hacer ver a través de sus investigaciones que el agua no sólo recoge información sino que también es sensible a los sentimientos y a la consciencia. Esa información se hace maravillosamente visible al cristalizarse el agua. Si los cristales de agua adoptan una determinada forma ante cualquier mensaje, voz, sentimiento, o música que se transmita en su entorno, modificando de este modo su misma estructura molecular, realmente nos encontramos ante un descubrimiento espectacular porque, entre otras, nosotros mismos somos un 75% agua.
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DDLA Tv 2×08 – Cerebro y mente / Acción reacción / Octavas