No todo es como quisiéramos que sea, y gran parte del problema es que nosotros no aceptamos que la realidad sea diferente a como nosotros nos gustaría que sea, y la rechazamos, nos revelamos, pataleamos, nos enojamos, buscamos respuestas, le damos vueltas y más vueltas intentando de que encaje en nuestros particulares guiones de deseos e ilusiones de nuestro ego. La realidad es lo que es, y por más que tratemos de adaptarla a nuestras creencias y deseos, no se adaptará. El 90% de la humanidad vive renegando de cómo es la realidad porque fue educado como el máximo exponente de la creación de Dios, y no acepta su papel actual en esta obra. Hoy veremos parte de este lamentable hecho, donde el hombre se cree la cúspide de la creación cuando en realidad es uno de los primeros escalones de la imperfección.
Siempre dije que si pudieran ver realmente como es la realidad, no podrían soportarlo, pues su bagaje arquetípico y su andamiaje psicológico no están preparados para aceptar verdades sino para comprar mentiras. Los manicomios están llenos de sujetos que vieron la realidad sin estar preparados. Me doy cuenta que les cuesta aceptar la fragilidad que implica ser humano, les cuesta aceptar que hasta que no tomemos la responsabilidad de nuestras existencias, dependemos del poder de otros que la tomaron y que mal o bien, nos guste o no, son los que dirigen el curso de los acontecimientos de nuestras vidas, pues nosotros no nos hacemos cargo de nosotros mismos y existimos de una forma completamente inconsciente e irresponsable, subestimando todo aquello que no comprendemos y creyendo que podemos afrontar vicisitudes que, cuando aparecen, pueden acarrear grandes costos que no estamos dispuestos a pagar. No aceptamos que necesitamos protectores desde nuestra conexión hasta nuestra desconexión, porque no tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro avatar, nuestro vehículo en este espacio matricial. No aceptamos que necesitamos protecciones artificiales porque no tenemos los suficientes escudos para detener energías que buscan apoderarse de lo que nosotros rechazamos porque renegamos de nuestra materia, porque el deseo de trascendencia es más fuerte que la voluntad de conseguirla y nos creemos poderosos en un mundo de monos, donde el más fuerte es rey, pero en un mundo donde todos se creen reyes, terminan siendo todos monos con coronas de papel. La inconsciencia hacia nosotros y nuestro entorno es el estado natural por comodidad de nuestro ego, es el estado donde nuestra consciencia artificial se siente cómoda, resguardada de la verdadera realidad y donde nuestros deseos pueden explayarse libremente sin temor a ser descubiertos por nuestro Ser y convertidos en patéticas ilusiones.
Cuando fue creada la vida consciente en el universo, en el primer choque (fa-mi) de la primera octava descendente de creación, el Do crea al SER, y éste como arquetipo de toda la vida consciente del universo, es quien representa la mayor jerarquía después del Do, pero ese SER, no es el Ser al que estamos conectados, sino del que se desprenden todos los Seres de este universo, y nosotros, como avatares de algunos de esos Seres, somos la mínima expresión de la vida inconsciente intentando ser consciente. No somos la cúspide de la creación, sino el piso de la misma y el problema es que nos creemos lo máximo, el techo. Como la mínima expresión de la inconsciencia de la creación que somos, nosotros tenemos algo deseado por aquellos que están sobre nosotros en consciencia, disponemos aún de centros de control primitivos que nos conectan con las emociones de este plano existencial, generadas por procesar todo con la medida de nuestros propios deseos. Cuando algo no cuadra con nuestros deseos, no nos gusta y no lo aceptamos, surgiendo por un instante el falso orgullo del “yo soy lo máximo de la creación y esto no puede ser así”. Una vez dije que el Do no es consciente de nosotros hasta que nosotros no somos conscientes de él, y que necesitamos ser reconocidos haciéndole saber que existimos, la forma de que esto suceda es siendo responsables y aceptar que la existencia es como es y no como nos gustaría que sea. Esta irresponsabilidad nuestra hacia la creación, es el espejo por el cual nuestro reflejo llega a los mundos superiores, viendo nuestra existencia como un colectivo de mecánicas consciencias artificiales que existen sin vivir.
Si bien todo esto es bastante desalentador para aquel que tiene una gran autoestima, está el valor agregado del asunto, la apuesta a largo plazo del humano, su transformación en Dragón, que es posible porque ahora ellos están aquí intentando que nosotros lleguemos a ellos, que somos nosotros en el futuro de esta humanidad y esta línea temporal. Aunque la inconsciencia aún rige nuestra existencia, la voluntad de obtener la consciencia es grande y depende de la responsabilidad que tomemos ante este desafío que no termina con esta existencia. Comencemos aceptando nuestro lugar en la creación, y dejemos de creernos lo que todavía no somos pero podemos llegar a ser. “El poder más grande radica en aceptar nuestra propia inconsciencia y ver lo indefensos e imperfectos que somos para defendernos de aquellos que lo saben”, pues un hombre consciente de su inconsciencia es un Humano que no compra sus propias mentiras de Ironman, porque sabe que no lo es, pero puede llegar a serlo.