Jorge de Capadocia fue el nombre de un soldado romano de Capadocia (en la actual Turquía), mártir y más tarde santo cristiano, que vivió entre 275 y el 303, año en que el emperador Diocleciano emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio, y Jorge de Capadocia, que recibió órdenes de participar en dicha persecución, se negó y confesó que él también era cristiano. Diocleciano ordenó entonces que le torturaran y se le ejecutara. Tras ser decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera enterrado. Su veneración como mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias a través de relatos de peregrinos de una iglesia construida en Diospolis (la antigua Lydda) en su honor durante el reinado de Constantino I, que se convirtió en el centro del culto oriental a Jorge. En 494 Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa Gelasio I. En el siglo IX aparece una leyenda popular conocida como “San Jorge y el dragón” donde aparece Jorge de Capadocia a caballo como vencedor de un dragón. Imagen y leyenda que se conoce hasta nuestros días.
Las líneas del conocimiento están desarrolladas en varios artículos del blog, pero últimamente veo confusión en lo que respecta a su correcta interpretación, sobre todo desde la aparición del Dragón como tercer actor en escena. Intentaré explicar de forma muy simple y aclarar estas confusiones de términos y paradigmas.
Nosotros como humanidad, como colectivo sobre el planeta, somos de naturaleza hiperbórea por herencia de sangre, nuestro ADN original es hiperbóreo, pero como civilización y sociedad, somos cabalísticos por educación e imposición. La línea de la cábala es la del pacto, donde se le entrega a la raza elegida por las sombras, el conocimiento y las herramientas para nuestra dominación como especie. La línea hiperbórea es la natural, la que nos corresponde como humanidad consciente y libre. La línea del Dragón es la más complicada de explicar, pues es una paradoja temporal para nuestra acotada percepción. Podríamos definir a la línea del Dragón como la evolución de la hiperbórea, pero aún no existe como conocimiento en nuestra realidad y tiempo, sino como sabiduría de los maestros dragones orientales. Oriente tiene la sabiduría del Dragón y el conocimiento hiperbóreo de los antiguos habitantes de Gea.
Podríamos representar y definir la línea evolutiva del humano como especie y como individuo de la siguiente forma: la evolución del humano es el Humano, la evolución del Humano es el Virya, la evolución del Virya es el Luxfero, la evolución del Luxfero es el Dragón, la evolución del Dragón es el Jardinero. (humano → Humano → Virya → Luxfero → Dragón → Jardinero). Cuando hablo de evolución de especie, hablo de expansión de consciencia colectiva, de cambio de Matrix, cuando digo evolución como individuo, hablo de expansión de esfera de consciencia particular, de cambio de realidad subjetiva dentro de la misma Matrix. Nosotros como especie evolucionamos a Jardineros y son estos los que nos dieron el conocimiento hiperbóreo por medio de Wotán como sujeto representativo de un arquetipo. Wotán es la carga hiperbórea del pasado, Baphomet es la carga cabalística del presente y el Dragón es la carga espiritual del futuro. Positivo, negativo y neutro, el equilibrio de esta triada está dado por nuestra consciencia y su recorrido por la octava larga y lenta de creación. El tiempo vectorial tratado en su momento en el artículo consciencia colectiva, es el que define como se manifiesta la consciencia dentro de la octava de creación, marca los intervalos, los parámetros, los bucles, los ritmos y todo lo referente a la manifestación física de la consciencia dentro de una determinada Matrix y realidad. Por tal motivo dije que el movimiento perpendicular del tiempo forma consciencia, energía virgen para ser absorbida y asimilada por la esfera de consciencia en un determinado espacio-temporal. La intervención del tercer actor no es casual, no es una decisión tomada en este tiempo, sino un acontecimiento programado dentro del mismo tiempo vectorial para ser ejecutado justo en este momento espacial. Es consciencia manifestada en un punto determinado, para un fin determinado, con una intención inicial y un propósito final inquebrantable, por tal motivo no se puede negociar con el Dragón, porque el futuro existe y ya pasó, y sólo hay que manifestarlo.
Jorge de Capadocia amaba al Dragón, pues representaba a la humanidad evolucionada y liberada de las garras del Cesar y de la Cábala que asesinó a Jesús, intentando matar y callar a Cristo y el fuego del dragón que lo habitaba. La misma cábala que implantó en el inconsciente colectivo el arquetipo del Dragón como representante del mal, y la leyenda de Jorge estocando y matando a su liberador, a su futuro como individuo y como especie, desvirtuando todo su espíritu y usando su sufrimiento y martirio a su favor, como siempre han hecho en toda su historia, pues su sufrimiento es su poder, ellos son el muro de sus propios lamentos. Mataron al mismo Dragón que ahora volvió sobre sus pasos, hasta encontrarse cara a cara con su pasado, viendo su rostro en cada uno de nosotros y enfrentándose nuevamente a sus ejecutores, los hijos de las sombras que lo sometieron por miles de años hasta que regresó para liberarse.