Soy una persona observadora y analítica por naturaleza, me agrada observar y analizar energéticamente situaciones tanto personales como generales. Recuerdo que de joven bajo el viejo nogal observaba el comportamiento de las aves o de las hormigas y analizaba por qué y para qué de sus conductas. Hay un pájaro, la urraca, que es considerada una de las aves más inteligentes, su comportamiento sociológico es muy similar al de nosotros, dicen que es avara, oportunista, violenta, embustera y hasta podríamos decir que ambiciosa.
La cultura popular considera a la urraca una ladrona que gusta hacerse con todo lo que brilla, y que pone sus huevos en nidos ajenos luego de matar las crías de otras aves. Observé por mucho tiempo a la urraca y no descubrí ningún comportamiento de los que se la acusa, pero llegué a una conclusión reveladora, no es la urraca lo que dicen que es, sino la depositaria, como fue Gregorio Samsa en la metamorfosis de Franz Kafka, de la alienación ajena.
Si esas características que le atribuyen a la urraca las toma la ciencia como parámetro de “inteligencia”, pues mal estamos. Los únicos que tienen esas energías nefastas somos nosotros, ningún otro ser vivo tiene en su programación rúnica miseria o virtud alguna. Lo que hace la urraca lo hace por un propósito, pues es su naturaleza. La interpretación de su naturaleza y el etiquetado de sus acciones corre por cuenta del observador, pues ve en sus actos, el reflejo de sus propias miserias y virtudes, miserias y virtudes que no son tal en la urraca, pues la urraca hace lo que tiene que hacer y necesita para vivir y perpetuarse, nada más que eso, naturaleza pura. Nosotros en cambio, todo lo que hacemos es artificial, no hay propósito alguno, en todo caso hay deseos de ser lo que no somos, proyectamos nuestras carencias en el otro intentando equilibrar una ecuación que nunca se equilibrará, pues lo primero que hay que hacer es hacernos responsables de nuestra incapacidad para ser lo que debemos ser y no usar urracas como depositarias de nuestra patética y miserable existencia.
Vivimos inmersos en una sociedad alienada carente de toda humanidad, en un escenario uno que poco a poco se va aceptando como normal, poniendo huevos en nidos ajenos, robando supuestas virtudes a miserables sujetos, creyéndonos que somos inteligentes como la urraca, siendo verdaderamente idiotas con matrícula de despiertos, pero en nuestros actos somos cobardes y simples ovejas de un rebaño que va directo al desfiladero como siempre ha sido. Aprendamos de la urraca, hagamos lo que tenemos que hacer por naturaleza sin miserias ni virtudes, solo seamos Humanos de una vez por todas, seamos verdaderos Anarquistas y la urraca será solo un pájaro más.