“…La imagen de un espejo es la imagen de nuestra consciencia, la interpretación que tenemos nosotros de nuestra realidad subjetiva y de nosotros mismos…pero también los espejos pueden mostrar la realidad que verdaderamente es, la realidad objetiva que nos ocultan, pues refleja (proyecta) el universo de las energías del supraconsciente…Cuando usted se mira al espejo, el espejo lo mira a usted y la imagen reflejada no es la de esta realidad, sino la del universo de su consciencia…”
Primero veamos y recordemos cómo funciona lo que percibimos con los sentidos de nuestra realidad subjetiva. Todo dato de entrada sea visual, auditivo, olfativo, gustativo o táctil es procesado por el cerebro como señales eléctricas y químicas. Nosotros no vemos con los ojos, vemos por la corteza occipital que es la encargada de decodificar las señales que la vista le transmite. Cada sentido tiene un rango específico y acotado de percepción que el cerebro decodifica, en digamos, pixeles de información. Esas señales eléctricas y químicas que percibimos como sentidos son las que acotan la realidad general a un espacio matricial especifico sea este o cualquier otro. No vemos lo que no percibimos, por tanto, hay que ampliar el rango de percepción si queremos ver más de lo que vemos o ver más allá de lo que nuestra mente proyecta.
Ya sabemos que nuestra frecuencia, efecto Tesla, es acorde a la resonancia Schumann del planeta, o sea que oscila entre los 7.82 y 15.64 Hz según nuestro universo y la expansión de consciencia que hayamos logrado. Nuestra percepción visual tiene un rango de entre 380 y 780 nm (nanómetros) a una velocidad de entre 24 y 30 fps (fotogramas por segundo) con una tasa de refresco de imagen (frecuencia o número de veces por segundo que el ojo puede actualizar una imagen para percibir el movimiento) que varía entre los 48 y 60 Hz. Cuanto más alto el refresco, más detalles percibimos y por consiguiente más cosas vemos dentro del rango visible como pasa en los videojuegos. Lo que intentaremos hacer es subir o variar la tasa (frecuencia) de refresco de nuestra vista para ver lo que no se ve y percibir lo que realmente somos.