Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Apocalipsis 3:15-17
Hace un par de semanas Facebook me penalizo por millonésima vez como a tantos otros que accionan contra el sistema con valentía y sin temor. Aunque no puedo publicar, comentar, etc., si puedo observar en silencio lo que sucede en las redes y los grupos creados de DDLA. Como un dios curioso y lejano pero comprometido con su creación, observo la quimera de almas tibias y cobardes intentando justificar su patética y triste apatía, su inacción y desconsideración, estando sin estar, usurpando una jerarquía que no tienen y una consciencia que fantasean tener, unos tibios y cobardes que como voyeuristas de su egóico placer, sin comprometerse con nada, se excitan mirando como los bravos guerreros que luchan con valentía, caen en la batalla una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…
Hablan de Amor, y solo conocen el odio. Hablan de perdón, y solo conocen la cobardía. Hablan de igualdad y solo conocen el miedo a ser diferentes. No me interesan más los tibios y menos los cobardes, pues terminan siendo participes por inacción de este escenario uno, de estos demonios que nos someten, de esta realidad que nos fagocita como bocadillos mientras los tibios y cobardes siguen en la punta de un palo diciendo Om, un palo que como diría Mario Santos, terminará rompiéndoles el orto.
Son tan tibios y cobardes que mantienen las apariencias aún a costa del sufrimiento de los suyos. Muros y perfiles pulcros y limpios como sepulcros, no vaya a ser que alguna amistad se les ofenda, o que algún demonio judío los denuncie y terminen castigados por unos días por decir la verdad. Son tan tibios y cobardes que ni siquiera tienen un perfil de batalla, una cuenta secundaria, algo para usar como espada, siquiera un misero mondadientes para pinchar a un demonio hasta hacerlo sangrar. ¡Hipócritas, Tibios y Cobardes!!, los vomitaré de mi boca y de este templo pues no son dignos de esta batalla y menos de llamarse Dragones, porque nosotros, los atrevidos, los valerosos, los socialmente insurrectos, los de alma fría y corazón caliente, “Somos, los que iniciamos el fuego” y ustedes desde su cómoda apatía, tibios y cobardes, quieren llevarse el Honor y Gloria que les pertenece a los que si luchan por la libertad de los seres humanos y pagan diariamente el costo de sus interminables y sangrientas batallas.
Con doce valientes guerreros me alcanza para conquistar Constantinopla, pero si no los consigo, prefiero luchar solo o con los pocos guerreros que tengo a mi lado, que con un ejército entero de miserables tibios y cobardes voyeuristas defensores de jodidos demonios.