Siete años. Una octava completa y una etapa concluida. Recorrimos siete notas donde cada una fue un nivel diferente del recorrido de la Cinta de Moebius, un nivel diferente del entrenamiento para iniciar la búsqueda del camino que finalmente lo llevará a encontrar su verdad. Hoy dejamos atrás lo recorrido, no así lo aprendido, pues les servirá para emprender y recorrer una nueva octava, un nuevo desafió, un nuevo viaje hacia lo desconocido, y aunque será un camino difícil, quizás más tortuoso que el anterior, les aseguro que, si logran llegar al final sin caerse por la borda, la recompensa será grande. Como en todo nuevo comienzo les vuelvo a preguntar, ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar?, pues el mar es inmensurable y el Perla Negra ya ha zarpado…Bienvenidos a bordo!!! veamos que nuevos descubrimientos encontramos «detrás de lo aparente». Su Capitán, Jack Sparrow…¡Por ahora!!!
7 AÑOS DETRÁS DE LO APARENTE
Hace siete años, tal día como hoy, un 20 de febrero de 2011, a las 20:15 horas, comenzaba el primer paso de un proyecto llamado DDLA. Su título, por demás significativo: «¿Qué es la Realidad?”
Luego siguieron muchos pasos más, un elevado número de artículos y un sinfín de comentarios que suscitaba cada uno de ellos. A medida que se iba vertiendo el conocimiento, también se fue dando la preparación requerida, entregando las herramientas y los medios para que cada uno, si quería, pudiera encontrar sus respuestas, alcanzar sus certezas y aplicar su coherencia entre pensamiento, palabra y obra, requisito indispensable para la expansión de consciencia. Porque la transformación, precursora del Gran Evento, tanto interior como exterior, individual o colectivo, no consiste en la simple transmisión de conocimiento, sino que el receptor debe estar preparado para recibirlo, decodificarlo, comprenderlo e integrarlo para proceder con impecabilidad, templado por la consideración e impulsado por la acción de la consciencia y la ejecución del espíritu que moldea la realidad.
Pasamos por muchas vicisitudes, incomprensiones, abandonos, traiciones y tormentas, pero el rumbo se mantuvo firme tanto en aguas calmas como turbulentas. Las velas hinchadas al viento, aunque, por la refriega, a veces presente algún desgarrón; la mano fuertemente asida al timón y el vigía, en su puesto, ojo avizor, alerta a los riesgos y quimeras, con la mirada clavada en el horizonte.
En el azote de los vientos, si alguno se cae se levanta, se ata al cabo y recupera su centro de gravedad, ayudado por otros si lo precisa. Y si no puede, otro ocupa su lugar. Pero el navío no se detiene, sorteando olas y ganando espacio que devora a ritmo de un vals.
Somos visto y no visto, discurriendo por distintos espacios matriciales, y aunque saben de nuestra presencia, la conocen, unos la aman y otros la temen, nadie lo puede frenar navegando erguido y silente el navío del desafío. Unas veces prudente y otras león bravío, aparece y desaparece, pues «detrás de lo aparente» es su nombre que merece, al que el océano a su paso mece como una madre a su crío.
Recoge tiernos infantes y hace de ellos marineros y piratas, pero de los de antes, con el corazón de un niño siendo guerrero implacable, lobos del mar con sed de aventuras que conservan su dignidad. Insaciables, inabordables y con un ideal imborrable, son buscadores del Tesoro Perdido en alguna remota isla con la ayuda de la mitad de un mapa que encontraron en algún lugar. Pero tened por seguro que lo hallarán, por más difícil que se antoje, y antes de que el viento afloje el Tesoro encontrarán, pues ya escucharon la llamada, subieron al navío y emprendieron el rumbo hacia la Libertad.
Siete años navegando surcando olas de plata. Atrás quedaron tormentas, viento, lluvia y tempestades. Arriba el oro brilla y al frente el ancho mar, por donde navega la voluntad del Espíritu inquebrantable.
Ah, por cierto, no me crean, no crean nada de lo que digo, investiguen y créanse a ustedes mismos.