Juan 1:1-5
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Ocultas en estas palabras de la Biblia como también de otros textos sagrados, está el secreto de la creación de la materia. El verbo (las octavas) y la luz (el espíritu del Do). El sonido (frecuencia) y la onda (longitud), todo resumido en una partícula de la cual nada se sabe a ciencia cierta, la luz. Trataremos de dilucidar sus secretos para comprender cómo y porqué la luz es el estado primordial de la creación de la materia y de nuestro ser, y cómo utilizarla para nuestro despertar de consciencia.
La luz presenta una de las naturalezas más complejas de la física, porque según como la observemos se comporta como una onda o una partícula. Estos dos estados se complementan entre sí exponiendo la doble naturaleza de la luz llamada dualidad onda-partícula, que recién fue comprendida a partir del estudio de la física cuántica donde algo puede ser dos cosas a la vez, o una u otra o ninguna. En la teoría ondulatoria desarrollada por Christiaan Huygens, la luz se comporta como una onda con sus respectivas características electromagnéticas (Amplitud, Periodo, Frecuencia, Longitud, Velocidad) abarcando todo el espectro electromagnético desde el ultravioleta al infrarrojo, desde los rayos cósmicos a la frecuencias extremadamente bajas. En la teoría corpuscular, la luz se comporta como una partícula sin carga y sin masa, capaz de portar todas las formas de radiación electromagnética en ella, e interactuar con la materia, llamada fotón. Actualmente la física considera que “la dualidad onda-partícula es un concepto de la mecánica cuántica según el cual no hay diferencias fundamentales entre partículas y ondas: las partículas pueden comportarse como ondas y viceversa”. (Stephen Hawking, 2001). Entonces, ¿Cuál es la causa de esta dualidad? La respuesta es la naturaleza cuántica de la luz, y cuando hablo de cuántica hablo de fuera de nuestro espacio tridimensional. La luz conocida y estudiada es el reflejo o sombra de la luz real, la luz del “Do”. Imagínese un cuerpo tridimensional, más precisamente un cilindro, su sombra según la cara que se ilumine será un círculo o un cuadrado u otra figura diferente, si usted no ve el cuerpo, puede suponer que es una esfera o un cubo, y sin embargo no es ninguno de los dos. La luz es igual a este ejemplo, lo que vemos y estudiamos no es en realidad el cuerpo, sino el reflejo o sombra del mismo. Por eso la dualidad onda-partícula, y por eso el misterio de su propagación en el vacío y su supuesta velocidad, que la materia no puede superar según la física tradicional. ¿Cómo es esto? Porque usted no puede alcanzar o superar su sombra si la tiene delante suyo, a no ser que cambie de dirección. La teletransportación, los viajes en el tiempo y la creación de la realidad subjetiva se basan en este principio, donde se “modifica” la dirección del espacio para “burlar” la “sombra de la luz”. En el artículo anterior dije que Nikola Tesla fue un paso más allá, trabajando con el espectro electromagnético de la luz, que después, investigaciones posteriores del laboratorio de investigación de la fuerza aérea de Estados Unidos, junto con conocimientos y tecnología ET recuperada o negociada, lograron la tecnología que los oscuros manejan para su beneficio. Aprovecho para aclarar que la ecuación en el artículo anterior fue puesta a modo de ejemplo y orientación para mostrar el concepto y está incompleta, ya que el desarrollo de la misma incluye todo el espectro electromagnético de la luz, y se usaron luego ecuaciones matriciales espacio-temporales para su implementación y comprensión. Estos descubrimientos le pertenecen a la humanidad, pues la luz es la clave para entender la existencia y la creación del universo conocido, y le pertenece al “Do” y a nosotros como seres divinos. Veamos ahora cómo es esto y porqué.
En artículos anteriores dije que, por la luz se propagan las octavas, pero ¿por dónde se propaga la luz? Y aquí está lo maravilloso de la creación, la sublime sabiduría del “Do”, porque la luz se propaga por la consciencia del “ser”, y el ser fue el resultado del segundo choque consciente de la primer octava de creación del “Do”, la vida consciente en el universo. Vida consciente para la propagación de la luz que transporte las octavas que crean la realidad, o sea que nosotros como seres conscientes somos los responsables de la propagación de la luz del “Do” en el universo. Pero, algo falló en esta parte del proceso, porque quedamos por el error del Demiurgo, aislados del acceso a la consciencia del “ser” necesaria para la propagación. Entonces ¿quién la está propagando en nuestra octava? Lo primero que hay que saber es que no somos los únicos seres conscientes del universo, lo segundo es que la propagación de la luz es propiedad y responsabilidad del “ser” y no de la unidad de carbono, y tercero que la luz a la que me refiero no es el reflejo tridimensional sino el cuerpo adimensional de la misma, o sea la luz del “Do”. Aclarando esto podemos ver lo que sucede. Todos nosotros, y me refiero a las unidades de carbono de este planeta en particular, estamos inmersos en la octava secundaria del Demiurgo, éste para mantener su curso necesita el choque o energía producida por la búsqueda de la unidad de carbono de su “ser” y la verdad del “despertar”, mientras tanto y hasta que llegue al próximo punto de inflexión del “Do”, el encargado de propagar la luz en esta dimensión y octava, es la consciencia del mismo Demiurgo, con la energía de la búsqueda de la verdad de las unidades de carbono. A esto me refería con alimentar primero al Demiurgo como paso anterior a la tercera alternativa. Necesitamos que la luz siga propagándose correctamente para mantener la octava y que el Demiurgo pueda corregir su doble error, el del “ser” y el del “perdón”, para poder nosotros volver a ser conscientes y propagar nuevamente la luz del “Do”. Cuantos más estemos en la búsqueda de la verdad, más cerca estaremos de la masa crítica necesaria para la reacción en cadena que devenga en el despertar de la consciencia del ser en forma masiva, pues la holocuántica dará como resultado final una realidad diferente acorde a la mente colectiva de las unidades de carbono. Los demiurgos y los oscuros sin embargo, hacen todo lo posible para que esto no se lleve a cabo, pues está en juego su existencia misma, por algo que no explicaré ahora en detalle pero digamos que hay “seres” cuyo nacimiento fue consecuencia del error del “perdón” del Demiurgo y le pertenecen a él.
La luz del “Do”, la más sublime voluntad del verbo primordial, la primera nota de la voz del “Do”, y nosotros sus proyectores, olvidados de nosotros y nuestro destino, caballeros y guerreros de la luz, perdiendo el tiempo con trivialidades del ego, haciendo el caldo gordo a las sombras, egoístas, estúpidos, y ciegos de nosotros mismos. Somos transmisores de luz, no acumuladores, hay que fluir, no guardar, hay que dar, no poseer, hay que entregar para recibir, lo que se acumula se pudre como el agua estancada, no es nuestro destino despertar ni iluminarnos, nuestro destino es despertar e iluminar. No queda mucho tiempo para la inflexión, ayudemos a crear el nuevo mundo proyectando la energía del amor con la luz del “Do” y dejemos de pensar en nosotros para pensar en los demás, sus necesidades, sufrimientos, e ignorancia nos perjudica a nosotros, porque la mayoría inclinará la balanza, y a la hora de la verdad la realidad holocuántica puede atraparnos hasta el próximo armónico en un mundo no deseado. No me crean, no crean nada de lo que digo, busquen en su interior la luz que les abrirá los ojos, y entonces podrán saber sin saber, ver sin ver, creer sin que les digan, serán “Ser”, serán vida, la luz de los hombres iluminando las tinieblas. “Entonces Dios dijo: Hágase la luz. Y la luz se hizo”. Génesis 1:3