COMENTARIOS DESDE LA CUBIERTA
Voy a comentar algo. No es mi intención juzgar la decisión de Andrés ni la de ningún otro compañero o ex-compañero, simplemente voy a dar mi punto de vista.
Hace mucho que recorremos ya todos, este camino en DDLA. Primero en el blog, donde hubo muchísimas tormentas, y ahora aquí, donde las ha habido bien gordas, las sigue habiendo y las habrá. Cuando pienso en ese recorrido, veo que tanto los que se fueron como los que se quedan hemos pasado por lo mismo. Hemos sido expuestos a las mismas situaciones, energías, tormentas, sacudidas, etc. etc. ¿Por qué unos se van y otros se quedan? ¿Por qué unos deciden demonizar al grupo, otros simplemente deciden que no es su sitio, y otros se quedan sabiendo que es su lugar? La respuesta está en la manera en que cada uno ha respondido a esas tormentas, a esas sacudidas, a las energías. No podemos juzgar, pues diferentes recorridos en la vida y experiencias proporcionan a cada uno unas condiciones base, una tabula rasa desde la cual operar. En otras palabras, cada uno llegó a DDLA con una embarcación propia y con unas determinadas características. Unas embarcaciones más adecuadas para soportar los vientos, otras más adecuadas para aguantar las sacudidas del mar, etc.
Una vez en DDLA, y cada uno con su respectiva embarcación, comenzamos a surcar sus aguas, adquiriendo conocimientos sobre navegación, sobre ingeniería naval, conocimientos sobre la climatología, etc. Conforme se nos echaban encima tormentas una tras otra, podíamos sobrevivir a ellas gracias a las mejoras adquiridas gracias a Morféo y nuestro propio interés en aplicarlas. Puesto que cada uno aplicó estas mejoras a su manera, con su toque personal, con la destreza de la que fue capaz, unos sabiendo colocar mejor unas piezas y otros expertos en construir otras, unos habiendo aprendido mucho sobre las lluvias y otros sobre los vientos, cada uno salió bien parado de las tormentas pero a su manera y con algunos daños en su embarcación. Algunos daños eran reparables, y entre compañeros nos ayudábamos a aprender y a reparar. Otros daños eran más severos, y los navegantes cuya moral y egos quedaron duramente azotados, decidieron abandonar la expedición y marcharse al puerto más cercano.
Con el tiempo fuimos llegando a nuevas tierras, nuevos retos, nuevos océanos, más bravos y traicioneros que los anteriores pues nuestras capacidades de navegación nos permitían adentrarnos en ellos (o eso creíamos). Una de las más duras, en las que más miembros perdimos, donde más abandonos hubo, fue en el mar de facebook. Un mar duro, lleno de ilusiones, sirenas que atraían con sus cantos, condiciones extremas, falsos espejismos en los que todos nos veíamos llenos de tesoros y victorias, de falsa sabiduría, pero de los que finalmente conseguíamos escapar sudando la gota gorda y recuperando el tiempo perdido. Mucha gente se quedó en pequeños islotes y oasis, en los espejismos, con las sirenas, otros retrocedieron casi todo el camino recorrido para no volver a saber nada de semejante pesadilla. Algunos se unieron a diferentes convoys con diferentes propósitos. Trataron de hundirnos, de desviarnos de nuestra bien trazada ruta de navegación. Hubo motines, saqueos, robos, traiciones, abordajes… pero pudimos salir bien parados. Con el número de miembros y barcos mucho más reducido, sí, pero viento en popa y siguiendo nuestra intención y propósito.Se puso en duda la intención del capitán, su bondad, su cordura, muchos se vieron azotados por su látigo, reprimidos por su dura dictadura.
Y aquí es donde entro yo. Yo, habiendo pasado por todo esto, aquí a día de hoy. No veo el látigo. Veo como Morféo agita el brazo como si blandiera uno, sonriente, con una mueca socarrona. Y veo como algunos de mis compañeros se tiran al suelo y se protegen del ilusorio látigo. Veo cómo algunos caminan cabizbajos ante su presencia, reprimidos, susurrando entre ellos, atemorizados. Mientras tanto, yo me río con ironía de la irónica situación. Hablo con Morféo, río junto a él, converso con él, aprendo de él, y él no me azota con un látigo. A veces me hace el amago y por un momento también creo haber sido azotado por el látigo. Entonces recuerdo que no tiene ninguno y pienso ”ya me las has vuelto a colar granuja”. Me la ha vuelto a colar porque he vuelto a pecar de inocente, por culpa de esa ignorancia e incomprensión que llamamos ego. A veces relajo mi atención y por eso caigo en la broma, y gracias a ello aprendo a estar más atento y a no caer en esos trucos para principiantes.
Dicho de otra forma, y para aquellos que se quejan de Morféo o de DDLA y sus normas o jerarquías: Yo también estoy aquí. ¿Por qué no me afectan negativamente? Simple y llanamente porque Morféo nos enseñó primero de todo que nada es lo que parece, que sujeto no es objeto, y que no debemos reaccionar sino accionar. Eso es lo que hago. Sigo aquí porque me enseñaron a navegar las tormentas. Sigo aquí porque me resulta didáctico, interesante y fructífero estar en este convoy, en esta expedición. Me podría pasar al lado de Morféo hasta el fin de mis días, recibiendo falsos latigazos y falsas tormentas. Aunque Morféo me insultase, me despreciase, estableciese normas absurdas, yo seguiría aquí mientras considerase que hay algo que puedo aprender. Porque Morféo no es más que un espejo de mi Ser y de mi ego. Todo lo que vea en él, malo o bueno, está en mí, y eso es increíblemente didáctico. ¿Qué más da cuantas piedras nos lance si primero nos dio un refugio donde protegernos de ellas? A quien le sigan cayendo piedras es que todavía no ha armado bien el refugio, no ha seguido bien las instrucciones y aun así ha querido meterse en océanos para los que no estaba preparada su embarcación. No por culpa de Morféo, sino por falta de trabajo y responsabilidad individuales. Aquí estoy, siguiendo el ”juego” de Morféo (no se interprete esto mal) con una sonrisa irónica. Un juego durísimo, a la vez que simple y fácil de seguir una vez se entienden las bases y se juega correctamente. Viendo como muchos huyen de los ilusorios ataques de sus egos, que adquieren la apariencia de Morféo o de cualquier cosa ajena. Parece que muchos recuerdan con facilidad las pedradas lanzadas por Morféo, pero olvidan con aún mayor facilidad todo lo que nos ha dado previamente para evadirlas, y habiendo avisado de que las iba a lanzar con mucha antelación. El que avisa no es traidor, y ya se anticipó que todo esto iba a ocurrir. En definitiva, podría seguir diciendo lo mismo de muchas maneras diferentes, pero es tontería recurrir.
Se aproximan fuertes vientos, nubes negras, el mar se empieza a enfurecer, rayos y truenos parten en dos el cielo tormentoso, piratas acechan los alrededores, la oscuridad se cierne. Y a lo lejos en el horizonte, avisto tierra. Una isla brillante, llena de tesoros, bañada por la luz del Sol; una nueva aventura, algo prometedor. Sé que voy a llegar, lo que todavía no sé con exactitud es cómo y en qué circunstancias, y cuántos compañeros me habrán acompañado hasta allí siguiendo la ruta establecida. Me dispongo a recapitular todo lo que sé, todo lo aprendido, las condiciones de mi embarcación. Todo parece estar listo, me siento capaz de enfrentar estos nuevos peligros.
¡IZAD LAS VELAS, MARINEROS DE AGUA DULCE! Nos esperan un tesoro y un viaje memorables.
Iván C Con Un Don