El tiempo
Dicen que el tiempo es oro, preciado tesoro que hay que aprovechar porque se nos escapa de la manos, un valor que se malgasta cuando se tiene y se añora cuando se pierde. Pero ¿qué es el tiempo en realidad?
Vivimos pendientes de un reloj que nos marca la hora, los minutos y segundos, y con ellos el tiempo de cada día para hacer o no hacer algo, ese tiempo que transcurre incesante y se escapa entre los dedos sin poderlo detener.
Nos ataron al tiempo y nos lo colgaron de la muñeca, para no olvidar, para cumplir con un horario y unas tareas, para organizar nuestras vidas. Observamos la naturaleza, vemos alzarse y ponerse el sol, vemos una sucesión de acontecimientos, de fenómenos naturales como la lluvia, el calor o la nieve, el florecer de los árboles, el madurar de sus frutos y el caer de sus hojas… y a eso le llamamos tiempo: un día, una noche, estaciones y años que vuelan sin cesar.
Pasado, presente y futuro no es más que la percepción de lo que pasó, lo que está pasando y lo que está por pasar, sucesivas secuencias de un cuerpo en su movimiento a través del espacio.
Tenemos la impresión de que el tiempo es algo lineal, algo que pasa de forma “cronológica”, que primero vino el ayer, luego el hoy y después vendrá el mañana. Aunque más bien dijéramos que es algo que nos han enseñado e incorporado, pues esa percepción a veces no sigue esta simple regla, ya que hay personas que no recuerdan el ayer, pero pasó, y otras que pueden recordar un futuro que, se supone, todavía no ha llegado. ¿Cómo explicar las corazonadas de pensar en alguien y encontrártelo después o que te llame por teléfono? ¿cómo saber que va a pasar algo antes de que ocurra y verlo acontecer? ¿no probaría eso que podemos rescatar recuerdos del futuro?
Al vivir de forma lineal solo recordamos el pasado, pero desconocemos el futuro porque pensamos que todavía no se produjo, algo que vamos construyendo según el presente o que pasará lo que tenga que pasar, pero que desconocemos. Así vivimos con el peso del pasado que a veces nos trae alegrías, pero también culpas, remordimientos y dolor, dando lugar a las depresiones; y así vivimos con la incertidumbre del futuro que a veces nos trae esperanzas, pero también miedos, nervios y desasosiego, dando lugar a la ansiedad. Sea como sea, lo que no varía es que nos vemos presos, dependientes, del tiempo.
El tiempo, en esencia, no tiene sin embargo una existencia real pues lo único que percibimos son fenómenos naturales, como el paso del día y la noche, los cambios estacionales y el ciclo natural de las cosas, pero si lo pensamos detenidamente la vida transcurre siempre en un eterno presente, pues el ayer pasó y no se repetirá exactamente igual, mientras que el mañana siempre será mañana, pues cuando llegue un nuevo día será el nuevo presente. En un establecimiento comercial se podía leer un letrero que decía “hoy no se fía, mañana sí”, pero los clientes volvían al otro día y leían el mismo letrero, así que tenían que pagar si querían comprar algo.
Lo que en verdad existe es el movimiento de los cuerpos por el espacio, y ese movimiento lo percibimos como tiempo, siendo el pasado el espacio manifestado que recordamos, el presente el espacio en proceso de manifestación y el futuro el espacio aún no manifestado.
Pero, viendo un poco más allá, ¿y si las distintas realidades temporales que nosotros conocemos como pasado, presente y futuro se dieran como un todo simultáneo, como espacio dimensional por el que vamos peregrinando en base a la ubicación de nuestra consciencia? ¿Y si solo necesitáramos aprender a dirigir y ubicar nuestra consciencia para percibir una u otra realidad?
Veamos un ejemplo, una persona mayor podría no recordar cosas de su pasado porque ha olvidado, pero igualmente tiene incidencia en su presente que se puede manifestar como una fobia o como una simpatía o agrado; él no lo recuerda, sin embargo tiene repercusión en su presente. De igual manera ha podido ocurrir algo en su futuro, que tampoco recuerda, pero al tener existencia en otra realidad temporal puede repercutir en su presente como una intuición o certeza, pudiendo incluso, como en algunos casos se han descritos, haberle librado de un accidente, un trauma o una muerte segura.
No olvidemos que el Ser es adimensional, está fuera del tiempo y del espacio que conocemos, y es la propia esfera de consciencia la que percibe lo que entendemos como realidad, y a medida que ésta se va expandiendo también accederá a nuevas cuotas de la realidad general. La percepción y gestión del tiempo y del espacio forman parte de esa expansión.
Hace tiempo que quería escribir (expandir) sobre el tiempo, pero nunca tenía tiempo, solo una hoja en blanco, un espacio por rellenar.
Ángel .º.