Cuando las unidades de carbono fueron creadas y programadas, todas ellas estaban conectadas con el servidor para poder reprogramarlas con facilidad en cualquier momento. Cuando se decidió darles el libre albedrío reconociendo los opuestos, la conexión fue interrumpida para evitar que se conectaran con la fuente. Fue entonces que se desconectó el Wi.Fi, y la manipulación de la realidad fue elegida como medio de programación y manipulación secundaria de masas. Una pequeña parte de las unidades de carbono fue excluida de dicha decisión para fines posteriores.
Estas unidades de carbono originales no están dentro del programa general de las demás unidades, su conexión con el servidor nunca fue interrumpida, y son las encargadas de digamos, guiar el rebaño hacia la pastura, los corrales y el matadero. Son la cara visible del poder oculto, y son representantes incondicionales de los amos. Forman parte de familias poderosas del poder y de la monarquía, y siempre ocuparon los mismos lugares generación, tras generación. Son conocidas vulgarmente como líneas de sangre, pues su linaje desciende directamente de las unidades originales, su genética difiere levemente de la nuestra, pero es lo suficiente como para hacer una gran diferencia con las demás unidades. Tratan de mantener esa línea genética pura para evitar, según creen, una contaminación que pondría en peligro sus capacidades. Todas estas unidades descienden de una rama específica del pueblo elegido para dirigir, del que hablaré en su momento, que no es la que se cree. Sus raíces fueron borradas de los textos sagrados y de la historia para proteger su verdadera identidad, sólo guardan recuerdo de ello algunos textos sumerios y conocimientos olvidados hiperbóreos. En su genética se encuentra la semilla que los amos necesitan para restablecer nuevamente la conexión con el servidor de las demás unidades de carbono si fuera necesario o para crear una nueva generación de unidades de carbono. Tienen la capacidad de que las demás unidades los admiren y los mantengan, pagando con sus impuestos sus suntuosas vidas, son reyes virtuales de un mundo virtual, es el pago de los amos por su incondicional servicio. Manejan energías que son patrimonio de la realidad general obtenidas con rituales y sacrificios en la realidad subjetiva. Son los supuestos “herederos” del poder de los amos sobre la tierra, pero también son engañados, porque ellos nunca lograrán ser libres, pues su “ser” es propiedad de los amos bajo contrato irrevocable desde el momento de su creación.
Las unidades originales siempre existieron y existirán, está en nosotros aceptarlas o no, porque somos los que le damos su fuerza a través de nuestros actos y energías, ellos son lo que son por decisión y mandato de los amos, pero hacen lo que hacen por consentimiento de sus súbditos, las unidades de carbono comunes, borregos alucinados por su ilusorio resplandor que siguen a los falsos pastores hasta el acantilado sin titubear. Sólo la consciencia del ser y la conexión con la fuente a través del amor, nos librará de la caída, otorgándonos la libertad y la justicia.