«Es regla que todo lo que fue, es y será hasta el fin de los tiempos está incluido en la Toráh, desde la primera hasta la última palabra. Y no tan sólo en un sentido general, sino hasta el menor detalle de cada especie y cada uno de sus individuos, y hasta el detalle de cada detalle de cuanto le ocurra a éste desde que nace hasta que deja de existir.» Elijah ben Shlomo Zalman Kremer (1720-1797) el Genio de Vilna, siglo XVIII.
A finales del siglo XX, un grupo de matemáticos israelíes encabezados por Eliyahu Rips, uno de los expertos mundiales en la teoría de grupos, el modelo matemático en el que se basa la física cuántica, descubrieron que la biblia, más precisamente la Torah, el antiguo testamento conocido por los católicos como pentateuco, ocultaba un código secreto, una matriz criptográfica, en donde se podía hallar codificados todos los acontecimientos pasados y venideros de las posibles realidades alternativas de la ecuación de proyección del hombre y la historia. El código fue descubierto en la versión hebrea del Antiguo Testamento, eliminando los espacios entre palabras, y convirtiendo el texto en una única hebra o línea de 304.805 letras. Posteriormente un físico también israelí, Doron Witztum, fue quien completó el modelo matemático para descifrar el código. Este descubrimiento fue anunciado en la revista norteamericana Statistical Science (Ciencia Estadística), no sin antes someterlo al análisis de otros expertos, procedimiento habitual de verificación en revistas de este tipo. Este fue corroborado por matemáticos de la Universidad de Harvard, Yale y de la Universidad Hebrea. También fue verificado por un experto en decodificación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Originalmente fue llamado “Secuencias equidistantes de letras en el libro del Génesis”, y en cuyo resumen se leía: “El análisis randomizado (aleatorio) señala la existencia de información oculta en el texto del Génesis, imbricada en forma de secuencias equidistantes de letras. Su nivel de acierto es del 99,998%”. El periodista norteamericano Michael Drosnin en 1997 publicó el descubrimiento del mismo en su libro, El Código Secreto de la Biblia.
“En una habitación circular cuyo espacio estaba formado por un entramado energético de matriz hiperesférica, y cuyo vaet inicial de proyección eran las coordenadas cartesianas de la persona contactada, punto desde donde se deducían luego las coordenadas esféricas del lugar de observación subjetiva del sujeto, para la proyección holocuántica que reproducía al detalle cualquier espacio físico del universo, por ejemplo un lugar espacial de nuestro planeta como el monte Sinaí, se produjo el conocido encuentro de Moisés con su dios Jehová. Delante del comandante (dios) y de un grupo de sus lugartenientes (ángeles), le fue entregado a Moisés la Kabbalah, (algoritmo completo, explicación e instrucciones del manejo de la realidad subjetiva, octavas y demás secretos de la realidad holocuántica del hombre), y la protección de la gracia de dios, a cambio de su total sumisión a la voluntad y planes del comandante A. S. Baffometo (Baphomet) conocido en la tierra con el nombre de Jehová”. El pacto.
Este algoritmo incluía el código de recuperación de información de la Torah, conocido por Moisés y sus sucesores hasta el día de hoy, y redescubiertos milenios después por Eliyahu Rips, no de forma casual, sino con un fin determinado, intentar evadir el fin del juego, el punto donde el código no puede recuperar más información. Los investigadores llaman a esto, el punto ciego, y es casualmente, el punto de inflexión de 13 Hertz. Después de este punto espacial, que no podemos llamar temporal porque está basado en acontecimientos y no fechas, no hay nada, es como que el universo terminara, es una singularidad, una anomalía matemática y física infranqueable. Este punto de inflexión es donde todas las realidades de la trama sagrada y el espacio matricial 4×4 se unen, y se desconoce qué sucederá después. Es el fin del juego, el fin del pacto, el fin de los escenarios, el fin de la Matrix, y nadie, absolutamente nadie, conoce que pasará después. Entonces, la pregunta obligada es: ¿A qué va todo esto?, la Matrix 15.64, el escenario uno, la ecuación de elección, la ecuación de proyección, la masa crítica, la cosecha, el ser tibios, y todo lo expuesto en este blog. Pues va a lo que es, a que usted esté preparado para todo lo que pueda pasar, cualquier escenario, cualquier Matrix, cualquier cosecha, cualquier proyección, realidad, dimensión, espacio matricial, luces, sombras, ángeles, demonios, extraterrestres, amos, nuevo orden mundial, viejo orden mundial o la nada, pero que pese a todo, logre antes que el punto ciego llegue, cristalizar su espíritu y manifestar su Ser para que usted alcance la inmortalidad de la continuidad de la consciencia, más allá del fin del juego.
Mientras el punto espacial se acerca más y más, ustedes se pierden en trivialidades absurdas y sueños de democracias e igualdades, cuando no tienen la mínima idea de lo que eso representa y quiere decir. Se disuelven en distracciones, noticias inventadas, enlaces absurdos y comentarios que nada tienen que ver con la realidad e inmediata importancia de la actual situación. Como dije en el artículo anterior, hay tres líneas de conocimiento, la occidental de la Cábala, la oriental del Dragón y la polar Hiperbórea, esta última es la que guarda el equilibrio entre los extremos de las otras dos, y sin embargo no existe bibliografía confiable al respecto. Eso es porque el conocimiento y sabiduría hiperbórea es particular, sólo transmitida por el Ser, y es la única que le entregará lo que busca y necesita para afrontar el fin del juego, la fe (frecuencia energética) indispensable para soportar sin enloquecer, el gran game over que se avecina. Y si no quieren aprovechar esta oportunidad, por lo menos permitan que otros lo hagan, y dedíquense tranquilos, a mirar las olimpiadas en honor a los dioses. Yo, mientras tanto, me tomaré un tiempo de descanso, recogimiento y silencio. Les recomiendo que hagan lo mismo, quizás así, dejen de naufragar entre ilusiones y tomen la decisión correcta.