CONSIDERACIONES DE UNA LOGIA SALVAJE (IV)
En esta ocasión toca hacer unas consideraciones sobre del trabajo a realizar en una Logia Salvaje, un trabajo que es particular y nadie lo puede realizar por nosotros, por lo que por mucho que se hable de él, no servirá de nada si no se hace de forma individual con dedicación y esfuerzo. Aquí conviene recordar que conocer el camino no es lo mismo que recorrerlo, pues podemos hablar bonito y repetir mil frases dichas por otros, pero hasta que no se recorre no lo sabemos por experiencia directa.
Lo primero que quiero señalar es que este trabajo no es para simples curiosos que les gusta conocer de todo, pero poco o nada hacen, sino que es para aquellos que están dispuestos a transformar sus miserias para poder cambiar lo que le rodea. No se cambia el mundo exterior sin antes cambiar el interior, pero no se debe confundir este trabajo interior con que se quede solo por dentro y para nosotros, pues sin que tenga su reflejo en el exterior y veamos sus efectos, no se tendrá la confirmación de que el camino emprendido es el correcto y no otra fantasía más.
Tampoco sirve de mucho empezar el trabajo y abandonarlo al poco tiempo, o realizarlo de forma intermitente, ahora sí, ahora no, porque el trabajo necesita de una continuidad para que su avance sea productivo y podamos ver sus resultados, o lo que es lo mismo, necesita de una perseverancia mantenida. De lo contrario, es como si empezamos a recorrer el camino y, en un momento dado, nos sentamos en una piedra indefinidamente, o nos salimos del camino para quedarnos mirando el paisaje, olvidándonos del camino.
Por otra parte, no puede consistir este trabajo, únicamente, en el conocimiento de uno mismo, no sin conocer también el mundo que nos rodea, las leyes que nos rigen y el funcionamiento del universo en el que estamos inmersos, pues todo forma parte de lo mismo y no pueden separarse. El conocimiento debe ser integral para que esté equilibrado, tanto la parte interna como externa. Es por ello que dedicarnos solo a una disciplina o especialidad durante años y años, como puede ser el estudio de la simbología, la astrología o la psicología, nos podrá dar un cierto conocimiento, pero será parcial, pues no estará equilibrado para una correcta expansión de consciencia.
Debo aclarar que estas consideraciones no tienen por objeto enumerar todo lo que implica la realización del trabajo particular, pues no sería posible en un espacio reducido, sino más bien dar unas pinceladas que señalen algunos puntos claves y flaquezas que pueden pasar desapercibidos y retrasar indefinidamente el avance. El camino, por más que esté señalizado en lo general, siempre será particular e intransferible de cada uno, pues, aunque puedan existir similitudes, y de hecho las habrá, no existen dos caminos exactamente iguales.
Cada uno partimos desde un punto diferente, con más o menos virtudes y capacidades, así como también con más o menos miserias y carencias. Luego, hay que tener en cuenta la situación externa que nos envuelve a cada uno, las circunstancias que nos afectan y con las que tenemos que lidiar día a día, nos gusten o no, pero están ahí: la familia, el trabajo laboral, la situación económica, la cultura, las amistades, etc, que, aunque sean factores externos, también tendrán su incidencia en nuestro desarrollo, pues con ello hay que convivir y, por tanto, aprender a gestionar. Por ejemplo, alguien sin trabajo laboral y con deudas que pagar o familia que mantener, tendrá que darle prioridad a resolver su situación económica, pues necesita de esa estabilidad antes de poder centrarse en otros temas.
Sin observación no hay nada, pues es el punto que nos permite situarnos por encima de nuestra personalidad virtual para poder reconocernos de forma imparcial. Este sentido de la observación se potencia con el uso y la práctica, dando lugar a nuevos descubrimientos y capacidades. Pero si algo es necesario, junto con la observación, es la disciplina y la voluntad, ya que toda transformación, al menos al principio, pasa por ellas inevitablemente. Así que nuevamente tenemos una triada, observación-disciplina-voluntad, trabajando conjuntamente para cambiar miserias por virtudes. La observación descubre, la disciplina corrige y la voluntad supera.
Uno de nuestros peores enemigos es el miedo que infecta todo nuestro sistema, a medida que éste se va venciendo y superando, nos encontraremos con una mayor energía del Amor, que es necesaria para seguir avanzando. El miedo incapacita, el Amor te da alas para acometer grandes empresas.
Importante también es que podamos distinguir entre nuestros deseos que provienen del ego y la necesidad que emana del Ser, de esta manera no perderemos cantidades ingentes de energía persiguiendo fantasmas que terminan en desilusiones y frustración. Las necesidades del Ser serán pocas, pero precisas para asentar el camino que vamos recorriendo. Ahora bien, uno de los mejores medidores que nos señalarán que estamos avanzando en el camino será cuando seamos capaces de manifestar la coherencia, cuando pensamiento, palabra y acción los sintamos como una unidad dirigida hacia una misma dirección. La práctica y consolidación de esta coherencia, junto a la identificación de los deseos, serán claves para la unificación de yoes, de forma que algún día se puedan poner al servicio del Ser.
Un error común en el que solemos caer es decir “eso ya lo sé”, pero no lo hago, lo cual viene a ser lo mismo que decir “ya conozco el camino”, pero no lo he recorrido. Esa ilusión conformista de pensar que sabemos mucho, no es más que el producto del ignorante ilustrado que, habiendo leído mucho, ya cree que sabe todo. En realidad, no sabe nada, lo único que hace es repetir lo que han dicho otros, pero no hay experiencia, no lo ha vivenciado, lo que hay es un mundo de teorías esperando ser puestas en práctica por experimentación propia.
Si lo anterior no se comprende y se cambia, mucho menos se entenderá lo que viene a continuación, pues solo los que lo hayan experimentado lo entenderán. Recorrer el camino nos puede hacer sabios, por eso llegar a Ítaca no es lo importante, sino lo que el viaje nos reporta en su recorrido. Es durante el camino que se presenta el Maestro interior, aunque sea esporádicamente, porque es activado al haber caminado lo más consciente posible, después de caídas y tropiezos para levantarse de nuevo, pues la consciencia esforzada y expandida va abriendo la puerta a poder forjar el cuerpo de enlace espíritu, para que el Ser asome y empiece a tener presencia. Es entonces, y no antes, cuando empezamos a experimentar y comprender la anarquía del Ser, porque ya no solo encontramos respuestas en el exterior, sino también en el interior.
Ángel Hidalgo