En estos últimos artículos se ha nombrado al Demiurgo en varias oportunidades, asociándolo primero a los dioses menores y luego separándolo de ellos. Es necesario explicar el concepto de Demiurgo para entender esta supuesta contradicción o paradoja. Trataré de hacerlo de la forma más sencilla y clara posible, aunque la explicación correcta esté dentro de la realidad general fuera de nuestra actual comprensión y dimensión.
Cuando la octava descendente de creación llega a su tercer armónico 3ã↓(do-si-la-sol-fa-mi-re-do) entran en escena los Demiurgos o dioses menores de creación. Estos dioses menores conocidos como Elohim, Yahveh, Jeová, Allah, Anunnakis, etc. son los que hablé en el artículo “los creadores” y forman parte de la tercera octava descendente de creación correspondiente al “Do”, pero a la vez están dentro de la octava paralela del Demiurgo que los contiene. Es como la unidad de carbono y los distintos “yo” que la componen, ¿quién es usted? El yo del trabajo, el de la casa, el de sus amigos, el de su familia. En realidad es todos y ninguno a la vez, porque usted en realidad es su “ser”, el que los amalgama para que siempre sea el mismo. En este caso es igual, “el Demiurgo” es quien contiene a todos los Demiurgos, por consiguiente son todos y ninguno a la vez. Podríamos decir que el Demiurgo no se encuentra en esta dimensión tridimensional, pero “los Demiurgos” sí y son tan palpables como usted y yo. Podríamos hacer la analogía siguiente, el Demiurgo es a los Demiurgos, como el Ser es a las unidades de carbono. Si bien su “ser” es su individualidad divina, también es su generalidad creadora, por lo tanto lo identifica ante la vida pero lo generaliza ante la creación como voluntad del “Do”. El Demiurgo es igual, pero comete un error cuando atrapa al ser en la materia sin su consentimiento, en ese momento se necesitaba un choque consciente en la octava descendente de creación en (fa-choque mi) para mantener su curso, pero el choque no se produce porque el Demiurgo no se perdona el error cometido. El choque era “el perdón”, al no producirse, automáticamente comienza una octava paralela en (fa) que se convierte en (do) y el Demiurgo queda como (Do) involuntario de una nueva octava de creación, donde el “ser” no es consciente de sí mismo hasta que la unidad de carbono que lo contiene no lo reconozca a través de la consciencia del “ser”. El primer choque (do-choque-si) de la nueva octava es llenado por el revertimiento de la esfera de consciencia. El segundo choque (fa-choque-mi) es llenado por la búsqueda del ser. Uno es llenado por el mismo Demiurgo, el otro por la unidad de carbono y su búsqueda de la verdad. El Demiurgo se ve obligado entonces, a mantener su octava en curso manteniendo este esquema, hasta el próximo choque consciente del “Do” en el armónico siguiente, de lo contrario perdería la oportunidad de corregir su doble error, el del “ser” y el del “perdón”, por eso hace todo lo posible para mantener a la unidad de carbono alejada de la verdad, para inducirlo a la búsqueda que produzca el choque necesario para mantener su octava y darle la oportunidad de encontrar la verdad, que no se la niega si la encuentra, a través de la consciencia del ser. Contrariamente los demiurgos (de ahora en adelante usaré minúsculas para diferenciarlos) y sus representantes aprovechándose de la situación de la octava paralela que los favorece, quieren seguir eternamente en esta condición particular para seguir siendo los amos de esta realidad, haciendo todo lo posible para lograrlo. El Demiurgo, algunos lo llaman Sanat Kumara (señor del mundo), es el creador de esta realidad y el que nos contiene a nosotros y a los demiurgos, creadores de las unidades de carbono, sea Enki-Enlil, Lucifer-Yahveh, Jehová-Allha, Elohim-Anunnakis o cualquier otro, y aunque forme parte del “Do” como todo lo creado y lo increado, no es el “Do”. Pero a la vez sí lo es para esta realidad, porque él comenzó la octava actual en curso cuando transformó por su error, el (fa) en (do), e inició con esto la octava de la vida inconsciente del “ser”.
No es nada sencillo tratar de explicar algo tan paradójico, pero todo cierra perfectamente cuando lo entienden no con palabras sino con energías. Todo son energías, más sutiles, menos sutiles, más visibles, menos visibles, pero sólo energías, y lamento muchas veces que mis palabras no alcancen para mostrárselas. Por esa razón es tan difícil a veces para mi, decidir cómo y qué decir y qué no, para no crear conflictos opuestos que en realidad no lo son. Espero haber logrado esta vez aclarar este concepto de Demiurgo vs. demiurgo, y tener más cuidado en futuras diferenciaciones para evitar malos entendidos y confusiones.