CONSIDERACIONES DE UNA LOGIA SALVAJE (V)
En este “Consideraciones” nos vamos a centrar en un tema que suele pasar desapercibido, pero que tiene una gran incidencia en nuestro trabajo y desarrollo, me estoy refiriendo a la necesidad de equilibrar la parte externa con la parte interna. Más concretamente, me referiré a lo que pasa a nuestro alrededor y las condiciones de vida de este sistema imperante, el cual tenemos que equilibrarlo de alguna manera con nuestro universo interior, a pesar de las diferencias aparentemente irreconciliables.
Lo cierto es que aunque sintamos una gran desafección, como por ejemplo con la política o con la economía de este sistema cabalista, no es menos cierto que tenemos que convivir en él, a pesar de sus nefastas condiciones, así que por mucho que lo rechacemos interiormente, no podemos obviarlo, pues está impregnando casi todas nuestras actividades diarias, y por tanto, debemos encontrar el modo de gestionarlo de la mejor manera, todo ello sin renunciar a nuestros más altos principios y propósitos.
El primer problema que nos encontramos es que estamos bastante solos y aislados, porque la gran mayoría de quienes nos rodean son presa del mismo sistema, son los colaboradores necesarios para que éste se mantenga. Incluso nosotros, sin querer, también lo somos en cierta medida a pesar de que no nos guste, ya que tenemos que participar del sistema para sobrevivir: trabajo, bancos, compras, impuestos, policía, justicia, etc. El contacto con personas o grupos afines a nosotros resulta, no solo un bálsamo, sino también un gran apoyo, para que nuestra fuerza no decaiga y nuestras convicciones se mantengan. El enriquecimiento mutuo es muy necesario y el aislamiento nos debilitará.
Ahora bien, no es lo mismo ser parte del sistema de forma inconsciente, sin saber que lo eres, a saber cómo funcionan las cosas. Entonces nos convertimos en observadores de un escenario, conociendo que todo es una gran obra de teatro puesta en marcha por nuestros controladores para mantenernos sumisos y obedientes. Desde esta perspectiva, fuera de la caja, uno puede seguir participando del sistema, pero no está conectado al mismo, más bien nos habremos convertido en un virus que puede contagiar a otros e ir destruyendo el sistema desde dentro, o al menos ir poniendo nuestro granito de arena para que sea, cada vez más, cuestionado y no aceptado sin rechistar.
Si al participar del sistema, éste nos arrastra, nos revuelca y nos hace sufrir constantemente, sacándonos de nuestro centro de equilibrio, entonces no tendremos posibilidad de hacer nada, ni mucho menos de cambiar las cosas, pues seremos una hoja del árbol que ha visto la realidad, pero no se encuentra asida al árbol, sino que es una hoja arrastrada por los vientos emocionales. Hay que mantener ese centro de gravedad y esa conexión con el Ser (el árbol), para poder inocular algo nuevo y revolucionario, algo ajeno que el sistema no contempla.
Una buena manera de empezar es dejar de alimentar al sistema con todas esas tendencias, modas e ideologías que intentan difundir e imponernos para llevar a los seres humanos a la división, la confrontación y su consecuente deterioro con la pérdida de los valores humanos. Otra manera es dar ejemplo y no actuar como hace la mayoría, para que vean que existe otra forma de pensar, pero no todo el ejemplo dado se entenderá, a veces hay que declarar el motivo de nuestro accionar para que no existan dudas o nos tomen por locos. Ciertamente, todo esto puede acarrear el rechazo y la crítica de algunos de nuestros congéneres, pero es el coste que debemos estar dispuestos a pagar si queremos accionar y dejar la sumisión a toda medida impuesta por el sistema.
Dentro de lo posible, también podemos intentar abrir los ojos a los demás, siempre que consideremos que merece la pena y hay quien esté dispuesto a escuchar, pues de lo contrario, será energía malgastada. Aunque sobre esta última medida, permítanme que haga algunas consideraciones a continuación.
No vayamos de salvadores, seamos humildes y sencillos, solo hemos accedido a un conocimiento que no está al alcance de todos y estamos en proceso de integrarlo para llevarlo a la práctica y experimentación. Cuando nos dirigimos a externos y neófitos, funciona mejor si planteamos dudas y ayudamos a cuestionar los postulados que se dan por hecho, así incentivamos el pensar por sí mismo y el darse cuenta de lo mucho que aún ignoramos o nos han ocultado.
Tampoco vayamos de sabihondos, no pretendamos tener todas las respuestas y hablar como si lo supiéramos todo. Además, mejor será evitar los tecnicismos y palabras complicadas que más que acercarnos nos alejan, porque no se entienden. Utilicemos nuestro propio lenguaje, sencillo y asequible, para decir o explicar aquello que sea necesario. Si sabemos de lo que hablamos, si lo comprendemos bien, seguro que podemos decirlo con nuestras propias palabras. Queremos que la información llegue y nos entiendan, no que deslumbre. Al utilizar un lenguaje muy selectivo y poco conocido para ajenos y principiantes, se corre el riesgo de parecer que proviene de un grupo elitista, generando incomprensión y desconfianza. Más adelante se podrá utilizar un lenguaje más selectivo y preciso, pero habrá que ir explicando algunos términos conforme los usemos, si es queremos ser entendidos.
Por otra parte, siempre es preferible hablar de aquello que sabemos, de lo que nos consta, así transmitiremos mejor nuestras certezas y nos hará más creíbles, de lo contrario puede sonar bastante a fantasía y utopías irrealizables. Aún así, tengamos en cuenta que, por mucho que para nosotros sea una certeza lo que hablamos, para otros puede ser una novedad y hay que darles su tiempo de entendimiento y asimilación, sin forzar demasiado, pues estamos intentando cambiar muchos años de runas implantadas y programación, algo que a veces se nos olvida con facilidad.
Ser miembros de una logia salvaje no nos hace ni mejores ni peores que los demás seres humanos, simplemente demuestra que tenemos otros anhelos e inquietudes aparte de vivir para trabajar, consumir, envejecer y morir. Ser miembros de una logia salvaje no significa que no seamos como el resto de los mortales, pero si estamos estudiando y practicando el Conocimiento transcendente de la Vida, el Amor y la Muerte, entonces los valores como el respeto, la consideración, el honor, la coherencia, la honestidad y todos los demás valores que son propios del ser humano, deben estar presentes en la impronta de nuestros pensamientos, palabras y acciones… Y esta es nuestra mejor carta de presentación.
Ángel Hidalgo