El peor pecado de una sociedad es creer que sus poderes democráticos son representativos de sus ideales e intereses. La democracia está diseñada para manipular a las masas como marionetas, haciéndoles creer que son escuchadas y representadas por sus políticos, y sus derechos e intereses, cuidados, respetados y defendidos por la justicia. Nada más lejos de la realidad, la democracia es una burda polijusticracia, donde los políticos y la justicia hacen y deshacen sin importarles lo más mínimo lo que opinen, quieran o necesiten los incautos e inocentes ciudadanos. El sistema es una dictadura legal y encubierta, con sus tres poderes des-representativos, ejecutivo, legislativo y judicial. Todo magistralmente diseñado para lograr sus intereses particulares y cumplir con la agenda de la sinarquía mundial, destruyendo todo lo bueno, e implementando todo lo malo para lograr el sometimiento físico y psicológico del ciudadano, mejor dicho, del prisionero del estado número xxxx
Reyes, presidentes, ministros, legisladores, senadores, diputados, concejales, políticos en general, jueces, fiscales, secretarios, etc, etc, etc., todos ellos herramientas indispensables del proceso de destrucción nacional, todos ellos resguardados y respaldados por la maquinaria más perversa y cruel que existe, la burocracia. Inútil sistema de organización y conjunto de normas, papeles y trámites innecesarios para gestionar una actividad administrativa simple, y llevarla a su máxima expresión para que todo trámite sea una tarea tan complicada e interminable como un cuento de Kafka. Me pregunto ¿a quién favorece todo esto? La respuesta es evidente, a nosotros seguro que no. La verdad que estoy harto de este sistema complicado, inservible y obsoleto, pero claro, eso no importa porque justamente está diseñado para eso, cuanto más cansado esté uno del sistema, más eficiente y satisfactorio será. La polijusticracia se ocupa de destruir la educación, la familia, los valores, de promover y proteger el delito, la droga, la prostitución infantil, la injusticia social, económica y espiritual, porque hasta eso llega, a que ni siquiera tenga derecho ante dios de tener una vida digna para él y su familia. Total, si a dios no le importa, porque importarle a un político o un juez que menganito duerma en la calle con su familia, porque fue desalojado por un fallo “judicial” y el banco se quedó con su casa, que ahora no usa nadie. ¿Cuál es el derecho que da derecho sobre los demás decidiendo su miseria? Voy más allá y digo que la constitución nacional de cualquier país, es papel escrito por “Personajes” que en su momento también respondían a la sinarquía. La constitución es menos importante y respetada por los políticos y jueces, que una novela tabloide de tercera, sólo está como pantalla de justicia y seriedad política internacional. Si realmente se respetara la constitución nacional de algún país, no tendrían que existir la política y la justicia que la desestime, viole y destruya, sistemáticamente. Aquel que diga lo contrario es porque pertenece y es beneficiado por el poder, y sí, estoy siendo catedrático y autoritario en esta afirmación porque es lo que es y lo que pienso.
Todo esto sería muy simple de resolver, ningún político o miembro de la justicia tendría que ganar más que el sueldo mínimo estipulado para un operario o empleado, o sea que el parámetro tendría que ser del que menos gana, y si no les gusta, que se dediquen a otra cosa. La política y la justicia son por vocación a la patria y altruismo al prójimo, no por poder, dinero y ego. ¿Por qué tienen jubilaciones de privilegio y de por vida al retirarse de sus cargos, aunque aún sean jóvenes y productivos?, cuando un ciudadano común, para jubilarse, tiene que pedir de rodillas que la burocracia se la otorgue y permita a tiempo para que pueda disfrutar algo antes de morirse. En definitiva, somos nosotros, con los impuestos, los que les pagamos sus sueldos y desproporcionadas e injustas jubilaciones ¿Por qué pagarles a empleados ineficientes, ladrones y corruptos? Realmente como empleadores tendríamos que despedirlos, es más, yo, como su jefe, empleador y ciudadano, despido al rey o presidente y a todos los políticos y jueces nacionales, por traición a la patria y a mi persona. Yo por derecho ciudadano demando a la política y la justicia por incumplimiento de las tareas por los que fueron contratados y decreto su inmediato e irrevocable despido sin derecho a retribución alguna. Por mi parte, no tengo más representantes ni respetaré lo irrespetable.
Creo que es momento de tomar decisiones personales, que luego serán generales cuando cada uno se haga responsable de su vida y realidad. No pretendo que me emulen, ni sigan, ni me tomen como ejemplo. Cada uno es dueño de sus actos y su destino. Pueden agachar la cabeza y dejarse manejar, o levantar la vista, mirar a los ojos con firmeza, y decirle en la cara a quien corresponda, como funcionan las cosas: “yo soy su empleador, pago su sueldo, su jubilación, su estilo de vida y por consiguiente exijo a cambio respeto, representación y fidelidad. Si usted no puede o quiere respetar este contrato trabajando para la sociedad, le informo que está despedido”. Como Humano sólo respondo a un representante, y es mi Ser, todos los demás, no existen, son sólo marionetas del poder. Como Virya tengo el compromiso de defender mi existencia y crear mi realidad trabajando para el Ser y el prójimo. Usted decide para quien trabajar, si se considera un Lhumanu del corral, trabaje para la polijusticracia de la sinarquía sin quejarse, de lo contrario, déjese de vueltas y comience a trabajar para su SER. Nadie más lo representará o hará las cosas por usted, porque los milagros no existen si usted no los genera y crea. Actúe y sea por una vez lo que realmente es, Humano y Virya.